
Poco a poco, y sin hacer mucho ruido, ya tenemos a nuestro querido Ibex 35 en la zona de los 10.000 puntos; y sin signos aparentes de debilidad o de posible corrección en el corto plazo. Acumula una rentabilidad del 10,4% en lo que va de año y es el que mejor se ha comportado en Europa -el EuroStoxx 50 lleva un 4,91%-. Y lo más relevante, en mi opinión, es que se trata de niveles que no que no habíamos visto desde noviembre de 2015.
Merece la pena analizar cómo y por qué hemos llegado hasta aquí y qué podemos esperar en los próximos meses. ¿Estamos en subida libre? ¿Debe el Ibex tomarse un respiro? Difícil y apasionante tarea, como siempre, la del asesor financiero al tratar de predecir el futuro, aunque se trate de un simple índice bursátil.
Desde mi punto de vista, hay varios motivos que sitúan el viento de cola y justifican este reciente comportamiento del Ibex, que acumula ya más de un 15 % de revalorización desde los mínimos de noviembre. El principal es que en los últimos meses la economía europea, y especialmente la española, han mostrado muy buen comportamiento sin que por el momento se esté produciendo la desaceleración mínima que todos los economistas preveían para 2017.
Ninguno de los indicadores adelantados de la economía española da síntomas de ralentización sino más bien al contrario. El último dato reportado del PMI composite (índice de actividad económica conjunto de producción manufacturera y servicios) mostró una sensible mejora en los primeros meses del año con respecto al último trimestre del año pasado. Y hemos visto también mejores cifras en el mercado inmobiliario -tan importante en nuestra economía- así como una continuada bajada del desempleo en España. Y todo ello en un contexto de estabilidad política -si es que la política es estable alguna vez- del que se adoleció durante el gobierno en funciones entre finales de 2015 y octubre de 2016, y en mejor situación que la que viven algunos de nuestros países vecinos, con elecciones generales de incierto resultado y movimientos como el Brexit en el horizonte.
Además, y desde un punto de vista de alternativas de inversión en productos financieros para canalizar el ahorro, el mercado renta fija, en términos generales, sigue ofreciendo rentabilidades muy ajustadas que hacen que los inversores vean con mejores ojos otras alternativas, incluso con mayor riesgo potencial, como es el caso de la bolsa.
Sin embargo, y aunque el viento puede seguir soplando de cola y los motivos expuestos hasta ahora pueden seguir vigentes, hay que analizar si todo ello se reflejará o bien se ha reflejado ya en el precio de cotización de las acciones. Y ahí es donde creemos que pueden no ser tan positivas todas las variables.
En primer lugar, creemos que las estimaciones de crecimiento de beneficios para 2017 por parte del consenso de los analistas, por encima del 18 %, son demasiado optimistas. Un exceso de optimismo a principios de año que ya hemos visto en los últimos ejercicios y en los que, finalmente, los beneficios reportados no cumplieron las expectativas. En segundo lugar, la valoración del Ibex, es decir, su ratio PER (número de veces que el beneficio está recogido en el precio de la acción), aún sin estar en zonas extremas, empieza a estar ajustada respecto a sus ratios históricos. Y eso implica un limitado potencial alcista, algo a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones de inversión.
Ante este paisaje, Carpe diem. Pero cuidado, en el mundo de la inversión, como en la vida misma, los momentos de felicidad no son eternos ni continuados en el tiempo. La sensación de optimismo generalizada y complacencia en los mercados como la que observamos ahora suele ser peligrosa. En bolsa, lo relevante es lo que tenemos delante y no lo que ha pasado ya.
Es conveniente y aconsejable analizar los factores macroeconómicos que afectan a la actividad las empresas del Ibex (principalmente España y Latinoamérica) y, aún más relevante, analizar si dichas compañías son capaces de hacer crecer sus beneficios a tasas que justifiquen sus precios en bolsa. Habrá que estar muy atentos a posibles recortes de los mercados desde los actuales niveles para volver a cargar posiciones y dejar que el viento de cola nos vuelva a llevar en volandas.