
El triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del pasado noviembre ha provocado un rally en Wall Street, pero hay un índice que ha destacado sobre los demás. Se trata del Russell 2000, donde cotizan las pequeñas y medianas compañías americanas. Desde la victoria del candidato republicano, el Russell 2000 ha conseguido casi doblar la rentabilidad del S&P 500, ya que mientras que el primero logra ganar un 17%, el segundo avanza un 9,9%.
Esta celebración se debe a todas las derivadas que implica el ya famoso America First (América primero). Una de ellas es la supuesta repatriación de capitales de las empresas americanas a territorio estadounidense que se prevé que acabe impulsando el mercado de fusiones y adquisiciones americano. "Los inversores les preguntarán qué van a hacer con ese dinero y yo creo que lo van a usar para comprar otras compañías", apuntaba recientemente David Older, responsable de renta variable de Carmignac.
La gran medida de Trump de reducir impuestos para fomentar el consumo interno del país -aporta un 70% al PIB- también tiene impacto en las pequeñas compañías americanas como unas de sus grandes beneficiadas. "Los estímulos que aplicará Trump beneficiarán más a las small&mid caps [pequeñas y medianas empresas], más orientadas al consumo. Estas compañías tienden a generar la mayor parte de sus ingresos en EEUU por lo que se verán más favorecidas de la mejora de la economía doméstica", apuntan en Schroders.
En concreto, según publicó la gestora inglesa en Finect, este tipo de compañías solo generan el 18,6% de sus ventas fuera de EEUU. Esta etiqueta made in USA es lo que las hace menos dependientes de la evolución del dólar, que, aunque muy sobrevalorado, se prevé se mantenga al alza a corto plazo. De hecho, su fuerte carácter importador permite que "no deban enfrentarse a los problemas de tipo de cambio. Un dólar más fuerte reduce sus costes", apuntan en Schroders.
La tercera pata en la que se apoyado el rally de las empresas muy americanas y mucho americanas obedece a una de las pocas medidas que Trump ya ha cumplido: la desregulación del sector financiero derogando la Ley Dodd-Frank. Una medida que ha impulsado al sector en bolsa y también al Russell 2000, donde el peso del sector financiero es del 28% frente al 14% del S&P 500.
Que Trump ha supuesto un impulso en bolsa para este tipo de valores es un hecho y si quedan dudas se ve en el cambio que han experimentado los flujos de fondos de small&mid caps americanas. "En enero los fondos de small caps tuvieron entradas de dinero por valor de 4.000 millones de dólares, siendo el tercer mes consecutivo de entradas, algo que no pasaba desde 2013", apuntan desde Barclays. De hecho, esta fiebre por el universo small&mid caps americanas ha llevado a JPMorgan a cerrar a nuevos inversores uno de los mayores fondos del mundo especializado en este tipo de compañías: el fondo JPMorgan Funds US Smaller Companies, según comunicó a la CNMV.
¿Corrección a la vista?
El rápido recorrido que han tenido estas acciones y los fondos que invierten en ellas lleva a pensar que podrían haber agotado ya su potencial, sobre todo cuando el mercado empiece a descontar lo malo y no solo lo bueno que implica la nueva Administración. De hecho, Frank Gannon, de Royce & Associates, filial de Legg Mason, apunta a que "no debería sorprendernos ver una caída de entre el 8 y 10% teniendo en cuenta lo que han corrido".
Sin embargo, y más allá de correcciones puntuales, desde Axa recuerdan que el buen comportamiento de estas compañías "no solo obedece al efecto Trump. También ayudan los mejores datos económicos de la economía americana como el dato de PIB y empleo, que son los que han provocado que la Fed haya empezado a subir los tipos de interés y la rotación de activos hacia otros de más riesgo".