
Los cambios en el Popular no afectarán al consejero delegado, Pedro Larena, que asumió el cargo en septiembre. Su continuidad está garantizada, según fuentes conocedoras del sector, que apuntan que el próximo presidente, Emilio Saracho, contará con sus servicios.
Larena, al igual que Saracho, han sido elegidos por el banco a través de un proceso de búsqueda de ejecutivos por parte de la firma de cazatalentos Spencer Stuart -dirigida por Ignacio Gil-Casares-, a petición de los consejeros disconformes con la gestión de aún presidente Ángel Ron, liderados por el mexicano Antonio del Valle.
Otras fuentes sostienen que la figura del consejero delegado "nunca ha estado en el debate" de las tensiones internas que ha vivido el Popular en los últimos meses. Saracho tomará el mando de la entidad en el primer trimestre del año, una vez se cierren las cuentas del ejercicio 2016 y se haya aprobado el proyecto de segregación de 6.000 millones de activos inmobiliarios, conocido como Sunrise.
En nuevo presidente cuenta con experiencia, sobre todo en banca de inversión, de ahí que el perfil de Larena sea más adecuado para llevar las riendas del negocio de una entidad puramente minorista. El consejero delegado proviene de Deutsche Bank, donde ha liderado su banca de particulares en España desde 2008. Anteriormente, se encargó de la dirección de negocio de Banesto.
Larena ha implementado en los tres meses que lleva en el cargo algunos de los ejes centrales del plan estratégico diseñado antes de verano por el Popular, para volver a la rentabilidad tras la ampliación de capital de 2.500 millones. Entre ellos, ha cerrado con los sindicatos el acuerdo para reducir la plantilla -en 2.600 trabajadores- para ahorrar costes y ganar eficiencia. Además, ha reorganizado la estructura comercial para intentar captar ingresos de una manera más óptima. Asimismo, ha renunciado a la venta de la filial de banca privada y ha apostado por un fortalecimiento de la misma para conseguir mayores rentabilidades, en un momento de tipos bajos en otras actividades, como hipotecas.
El tándem Saracho-Larena tendrán el cometido de levantar la confianza del banco en los mercados y de implementar el plan estratégico elaborado antes de verano. De hecho, según las fuentes consultadas, Ángel Ron accedió el pasado 30 de noviembre a ser sustituido si había un compromiso por parte del consejo de mantener en pie este proyecto, que consiste principalmente en la reducción de activos improductivos en 15.000 millones, un 45%, hasta finales de 2018, con el objetivo de que la rentabilidad sobre recursos propios tangibles (Rote) se triplique y alcance el 9%.
Un pilar importante para poder llevar a efecto este plan es materializar el vehículo Sunrise, que llevará el propio Ron antes de que abandone el banco. La intención que tiene el todavía presidente es culminar uno de los ejes fundamentales para que el Popular pueda sobrevivir en solitario en el futuro.
Independencia
La independencia, no obstante, dependerá en parte de la confianza que la entidad recobre en los próximos meses y de los recursos adicionales que finalmente vaya a necesitar para cubrir pérdidas. Los bancos de análisis estiman que el Popular requiere, al menos, otros 1.000 millones de euros. Algunos competidores se muestran dispuestos a explorar una absorción a los precios actuales y se especula con el interés del mexicano Antonio del Valle de hacerse con el control de la entidad. El Sabadell y BBVA, por ejemplo, están atentos al devenir de los acontecimientos, para analizar cualquier tipo de operación en este sentido. El inversor latinoamericano, por su parte, estaría dispuesto a elevar su participación del 4,2% hasta un 20-25%.
Ron y otros consejeros de la entidad están molestos con la guerra de poder que se ha librado y con el procedimiento llevado a cabo por algunos de los miembros del órgano rector, como la independiente Reyes Calderón. Consideran que se han cometido algunas irregularidades, ya que en ningún momento tuvo órdenes para buscar un nuevo presidente ni ponerse en contacto con las autoridades (entre ellas el Banco de España) para validar el respaldo con el que contaba el grupo de accionistas díscolos.
Extralimitación de funciones
Pese a estas acusaciones, es más que previsible que esta cuestión no va enturbiar la paz lograda tras la renuncia de Ron. Distintas fuentes sostienen que no se llevará el caso a los tribunales, aunque sí estuvo sobre la mesa hace unas semanas.
Entre las irregularidades destacaría el contacto de Reyes Calderón, presidenta de la Comisión de Nombramientos, mantenido el 29 de noviembre, con el gobernador del Banco de España para informar de que Ron había perdido la confianza de la mayor parte del consejo de administración. Entonces, explican las fuentes, la consejera independiente se extralimitó de sus funciones ya que no había en ese momento un acuerdo sobre la sustitución del presidente.
Ahora, hasta que se produzca el relevo -el nombramiento de Saracho tiene que ser ratificado aún por el consejo y por la junta de accionistas-, todos los esfuerzos del Popular se centran en sacar adelante Sunrise, un vehículo para segregar del balance un 18% de los activos improductivos, sin contar con los créditos refinanciados.
La entidad cuenta con 34.000 millones de préstamos morosos e inmuebles adjudicados. Además, tiene otros 7.000 millones de financiación de clientes que ha sido reestructurada. Por tanto, el volumen de activos tóxicos del banco asciende a unos 41.000 millones, un importe que supera al de otros rivales en nuestro país.
BBVA, Caixabank y el Santander cuentan con una cartera problemática más grande, sobre todo, porque han llevado a cabo más refinanciaciones de préstamos. El importe de activos tóxicos de BBVA asciende a 51.000 millones, mientras que el de Caixabank roza los 46.000 millones y el del Santander, sobrepasa los 43.000 millones.