
Si hay un sector que ha salido favorecido por la rotación de carteras que ha tenido lugar tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos es el financiero. Una situación que ha sido más celebrada al otro lado del Atlántico, con los bancos estadounidenses que se disparan un 16,6 por ciento desde la jornada en la que tuvieron lugar los comicios. Supone un avance casi cuatro superior que el experimentado por sus comparables europeos, que se anotan un 4,5 por ciento en el período.
Así, el sector financiero estadounidense ha incrementado su valor en bolsa en 210.790 millones de dólares desde la sesión previa a las elecciones en Estados Unidos. De hecho, todas las entidades se anotan subidas de doble dígito, ya que incluso, US Bancorp, el valor menos alcista del sector desde entonces, rebota un 10,3%. De este modo, el valor en bolsa conjunto de las 21 entidades del sector con presencia en el índice S&P 500 ha ascendido hasta situarse en los 1,48 billones de dólares.
Entre los cuatro grandes bancos norteamericanos, el que más celebra el efecto Trump es Bank of America. La compañía rebota un 22,4 por ciento en bolsa desde entonces, lo que le permite consolidarse como el tercer banco más grande de Estados Unidos, al situar su valor en bolsa en el entorno de los 210.700 millones de dólares. Tan solo le superan Wells Fargo (263.700 millones de dólares) y JPMorgan (285.000 millones de dólares), que se anotan un avance del 15,3 y el 14 por ciento, respectivamente. Desde Citi valoran que Bank of America "posee algunas características que podrían impulsar sus beneficios en el futuro, como el descenso en los costes de la gestión de hipotecas". Un factor al que se suma el crecimiento económico mayor de lo esperado en Estados Unidos (el PIB creció un 3,2 por ciento en el último año), una situación de la que esta firma sale especialmente beneficiada "por su elevada exposición al crédito al consumo en tarjetas de crédito", tal y como señalan desde Citi.
Más inflación, mayores subidas de tipos
Ante la erosión en su cuenta de resultados que están sufriendo las entidades financieras en como consecuencia del actual entorno de 'tipos cero', los bancos esperan como agua de mayo la progresiva subida del precio de dinero que insufle aire a su margen de intermediación. Desde Citi señalan "que los bancos se han movido básicamente en línea con los tipos de interés en los últimos tiempos".
Los analistas de Lombard Odier prevén que "el aumento del déficit público y de la incertidumbre en torno a la política monetaria acentuará la pendiente de la curva de rendimientos". En la misma línea se sitúan desde BlackRock, que señalan que "los bancos podrían tener un buen comportamiento a medio plazo, movidos por la mayor inflación y el empinamiento de la curva de rendimientos". Desde la entidad suiza señalan que esta situación, unida al "desmantelamiento de la ley Dodd-Frank (aprobada en el año 2012 por la administración demócrata para desincentivar la toma de riesgo por parte de los bancos y proteger al consumidor), sugieren buenos resultados para los títulos financieros".
Las previsiones que apuntan al resurgir de la inflación, impulsada por los planes de estímulo fiscal defendidos por el republicano (aumento del gasto en infraestructuras y las rebajas de impuestos), así como por el repunte del crudo, han sacudido a la renta fija. El bono estadounidense a 10 años ya genera pérdidas del 5,3 por ciento desde el 4 de noviembre, cuando su rentabilidad se situaba en el 1,77 por ciento, una cifra alejada del 2,38 por ciento que rinde actualmente. Situación idéntica a la del papel español a una década, que provoca unas pérdidas del 5,2 por ciento desde el 30 de septiembre, fecha en la que su rentabilidad marcó mínimos anuales en el 0,88 por ciento.
Estas mayores expectativas de inflación han provocado que los mercados descuenten, con un 100 por ciento de probabilidad, que la Reserva Federal suba tipos en su reunión de diciembre, una situación similar a la de la zona euro. Algo que ha reavivado las expectativas de un tapering (retirada de estímulos del BCE) antes de lo previsto y de una subida de tipos más allá de 2018.