
Aunque ayer se frenaron las ventas de deuda soberana, después de que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), volviese a acallar el lunes los rumores que apuntan al inicio de un tapering (o retirada de estímulos), en lo que va de año los inversores han retirado más de 8.800 millones de euros de los fondos de deuda pública en euros que invierten a largo plazo, según Morningstar. Se trata de la cifra más elevada de la última década, que se ha visto incrementada, sobre todo, en noviembre. Solo en este mes han salido más de 2.600 millones de euros, lo que significa casi un tercio de todos los reembolsos registrados este año.
El culpable, por así decirlo, de esa huida acelerada responde al nombre de Donald Trump. El día en que se hizo con la presidencia de los Estados Unidos se retiraron más de 1.800 millones de euros de estos fondos. No es casualidad, sus políticas expansivas, que anticipan un mayor crecimiento de la economía, la llegada de inflación y, por tanto, una normalización en el precio oficial del dinero por parte de los bancos centrales se han saldado con una estampida generalizada de los bonos soberanos, poniendo fin a cuatro años consecutivos de entrada de dinero en los fondos que invierten en este tipo de deuda a largo plazo.
Es precisamente ese papel, el que tiene vencimientos más largos, el que se ha llevado el castigo más fuerte, por la expectativa de que la inflación repunte. Desde el triunfo de Trump, por ejemplo, el inversor que comprara un bono español a 30 años ese día y lo venda ahora pierde casi un 6% o más de un 7% en el caso de la deuda americana a largo plazo.
Esa tormenta desatada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca encontró el lunes contrapeso en las declaraciones de Draghi. "Las palabras que pronunció el viernes y reiteró el lunes dejan claro que el BCE seguirá apoyando a los mercados de renta fija. Es decir, que aunque los tipos a largo puedan sufrir por la hipotética subida de las expectativas de inflación, los tipos a corto siguen muy controlados por la institución", explican desde Unicorp. Palabras que, en cualquier caso, tuvieron un claro efecto: reducir la presión vendedora.
Las compras regresaron ayer relajando la rentabilidad de toda la deuda pública europea e incluso de la americana. Es más, la del bono alemán a 2 años se redujo incluso a mínimos históricos, al alcanzar el -0,73%. Aunque fue la periférica -la española, portuguesa e italiana- la más beneficiada. El interés del bono español a 10 años se relajó, por ejemplo, 8 puntos básicos, hasta el 1,52%. Sin embargo, en opinión de Rose Marie Boudeguer, directora del servicio de estudios de Banca March, "a pesar de la política expansiva del BCE, los bonos periféricos continuarán bajo presión por el aumento de las incertidumbres políticas en los próximos meses", como el referéndum de Italia del próximo 4 de diciembre o las elecciones presidenciales en Francia que se celebrarán el año que viene.
Ganancias medias del 1,31%
A pesar de las bruscas oscilaciones que han sufrido los precios de los bonos, más propias de las acciones que de la renta fija, los fondos que invierten en deuda pública en euros a largo plazo consiguen salvar la cara este año y logran ganancias medias del 1,31%, según Morningstar -solo cinco sufren pérdidas, que alcanzan el 1,3% en el peor de los casos-, que llegaron a ser mucho más elevadas.
El retorno obtenido por estos productos en este ejercicio supera incluso al de 2015, cuando se situó en el 0,74%, después de que el rally desatado en este mercado por las políticas de los bancos centrales dejase sin recorrido a buena parte de los bonos soberanos. Ambos están lejos, no obstante, del 10,86% que se llegó a ganar con estos productos dos años atrás, en 2014. Entonces entraron 15.700 millones en fondos de deuda pública en euros a largo plazo (récord, también, de la última década).
Con un futuro incierto en este mercado, que tendrá que lidiar con una subida de tipos en Estados Unidos a la que el mercado ya otorga una probabilidad del cien por cien a que se produzca en diciembre, los expertos recomiendan vigilar la duración de la cartera. "Es recomendable reducir la duración ante la posibilidad de que sí que haya repunte de inflación", apuntan en Unicorp. Y también que adquiera un sesgo global. "Debería centrarse en una cartera global y tener un elevado componente táctico que permita incrementar las duraciones en momentos como el actual, pero que no lo haga de forma estructural", explica Francisco Sainz, director de gestión de Imantia.
Los bonos con tipos negativos ya son la mitad que en junio
Otro de los efectos que ha tenido el repunte de rentabilidades de la deuda desatado por la victoria de Trump ha sido la reducción de la cantidad de papel con rendimientos negativos hasta los 7,6 billones de dólares, según Bloomberg. Se trata de un 23% menos que en octubre y es la cantidad más baja desde enero. Por ponerlo en contexto, el pico más alto de referencias con retornos negativos se alcanzó en junio, cuando representaban 12,2 billones de dólares. A día de hoy, el grueso de los intereses negativos se concentra en la deuda soberana y no en la corporativa, a pesar de la correlación de ambos segmentos, ya que las referencias con tasas negativas alcanzan los 7 billones.