
Hace 35 años, Antoine van Agtmael acuñó el término mercados emergentes cuando trabajaba en el banco mundial. En aquella época, ese grupo de países se veía como algo exótico y apenas interesaba a los inversores, muy centrados en los mercados más conocidos. Sin embargo, a finales de los 80 su inversión comenzó a ser más común y además muy rentable.
Desde entonces, los mercados emergentes han sido el rostro de alguna de las crisis más famosas, como la crisis de deuda en Latinoamérica, el impago de Rusia o las turbulencias de los Tigres Asiáticos. Tras la última crisis financiera desembocada por Lehman Brothers, muchos inversores dieron de lado a este grupo de países, sin embargo, podría ser momento de volver a ellos.
¿Qué ha cambiado en los emergentes?
Tres décadas dan para muchos cambios. Quizá el primer hito fue en 1988, cuando MSCI lanzó el primer índice de mercados emergentes, reconociéndolos como una posible estrategia de inversión. De primeras solo contaba con 10 países, que apenas representaban el 1% de la capitalización bursátil del mercado global. Hoy, ese mismo índice cuenta con 800 títulos que suponen ya cerca de un 11% del total mundial.
Antes del desarrollo de estos primeros índices, invertir en este tipo de lugares requería de una posición muy activa. Ahora, la situación es muy diferente: son países que se han abierto, con mercados cada vez más transparentes, pero al mismo tiempo más complicados y sofisticados. El universo de inversión ha crecido. Hace 10 años había unas 7.000 acciones en los mercados emergentes, una cifra que hoy supera las 18.000, según los datos de BlackRock.
Los países emergentes han tenido que luchar durante todo este tiempo para deshacerse de las connotaciones negativas de esa etiqueta (Grecia, por ejemplo, se convirtió en emergente tras su propia crisis de deuda, y no precisamente por su rentabilidad). La palabra "emergentes" se asociaba con gobiernos ineficientes, corrupción, inestabilidad, crisis financieras y volatilidad, pero en países que van desde Filipinas a Polonia pasando por Perú la situación ha cambiado radicalmente. Las cuentas públicas se mantienen estables, la inflación es moderada y la política monetaria más transparente.
Por ejemplo, el déficit medio de las economías emergentes se ha situado de media en el 2% del PIB desde el 2008, mientras que en las economías desarrolladas esa figura se ha disparado hasta el 5,25%. Además, entre1996 y 2015, los países emergentes han crecido de media un 5,5%, más del doble del 2,1% que aumentó el PIB de los países desarrollados. Y a pesar de las dudas sobre la renta variable de los últimos tiempos, el MSCI Emerging Markets, índice de referencia, se ha revalorizado un 8% anual en los últimos 15 años.
Las previsiones, además, son buenas. Se espera que los emergentes crezcan el año que viene a un ritmo medio del 4,7%, ritmo similar al previo a la crisis financiera. India es sin duda la estrella, pero la economía china está dando muestras de aguantar mejor de lo que muchos habían previsto.
Todo ello a pesar de que muchos países emergentes han sufrido más por el hundimiento de los precios de las materias primas, que en muchos casos se trasladó a un mercado de divisas que se ha mostrado muy volátil en los últimos años. Sin embargo parece que por fin la tendencia se está invirtiendo, muchas materias primas, empezando por el petróleo, están rebotando, lo que ofrece a los inversores una oportunidad en este grupo de países.
Atractivo en un entorno de tipos bajos
Además, la inversión en mercados emergentes está ganando atractivo en un entorno de tipos de interés muy bajos en los grandes países desarrollados (EEUU, Eurozona, Japón) y sin visos de que se vaya a revertir la situación a corto e incluso a medio plazo. Así, por ejemplo, la renta fija emergente aparece como uno de los pocos lugares donde encontrar rendimientos decentes mientras mientras el treasury americano rinde menos de un 2% y una gran cantidad de bonos europeos se mueven directamente en terreno negativo.
Esta situación ha hecho que inversores 'prudentes' como aseguradoras, fondos de pensiones o fondos soberanos hayan puestos sus ojos en la deuda de estos países en desarrollo para sustituir la enorme cantidad de bonos de países desarrollados que ofrecen rentabilidad negativa. Según una encuesta de Morningstar entre 96 fondos estadounidense, los inversores que tradicionalmente se centraban en países desarrollados han incrementado sus posiciones en países emergentes hasta representar el 16% de sus activos, frente al 14% de hace un año.
Este cambio de tendencia viene sintiéndose en los mercados desde principios de año, y aunque el Brexit la frenó, devolviendo la inestabilidad, los emergentes parecen aguantar. "Resulta interesante el buen comportamiento de los mercados emergentes desde el voto del Reino Unido", resalta Pablo Goldberg, de BlackRock. De hecho, ya desde febrero de este año BlackRock anunciaba el final del mercado bajista en renta fija emergente ya que los vientos en contra parecían suavizarse.
Por ejemplo, desde el día de la votación, 23 de junio, la renta variable emergente1 subió un 9,36% hasta finales de septiembre, mientras que el S&P 500, referencia en EEUU, lo hizo un 3,18%. La renta fija emergente1 subía un 4,08% en ese mismo periodo, unos números que apoyan la creencia de que la recuperación de los emergentes debería ser sostenible, añade Goldberg.
Otros datos apuntan a este creciente interés. Por ejemplo, en el tercer trimestre se registró un récord de 5.800 millones de dólares de inversión en ETFs de bonos emergentes, según recogía el diario Financial Times. En lo que va de año se han invertido 12.700 millones de dólares en este tipo de productos, ya por encima del récord anual de 8.300 millones de dólares de 2012.
¿Momento de volver?
Como apuntan desde la mayor gestora de fondos del mundo, "la historia de los mercados emergentes está lejos de haber terminado. Las razones para invertir siguen siendo las mismas que hace 30 años: su inmenso potencial de crecimiento, con niveles de renta de miles de millones de personas creciendo rápidamente en países como China, Rusia, Brasil o India". Además, con las últimas caídas hoy ofrecen una valoración más atractiva, si bien hay que tener en cuenta los riesgos propios de cada país, ya que algunos han superado esa etiqueta de emergentes mientras que otros no consiguen despegar.
Una de las grandes ventajas de los emergentes es el tamaño y el crecimiento de su población. Actualmente estos países son el hogar del 80% de la población mundial, por lo que son el impulso natural del crecimiento del consumo. Además, a diferencia de un mundo desarrollado cada vez más envejecido, sus poblaciones son jóvenes, con una gran mayoría en la banda de edad de 25-59 años, la más productiva.
Muchos de estos países están emitiendo grandes cantidades de deuda soberana, produciéndose algún retorno al mercado de capitales sonado como Argentina. En definitiva, hay cada vez más oferta de unos mercados emergentes que cada vez tienen un mayor atractivo y vuelven a ser el foco de los inversores ante un entorno global de tipos de interés ultrabajos.