
La debilidad del 'billete verde' trae buenas noticias a países emergentes, con abultadas deudas en dicha divisa y muy dependientes del petróleo.
Las commodities están atadas al dólar. Cuando éste se aprecia frente a otras monedas importantes, los precios de los productos básicos suelen caer. Y a la inversa, cuando el billete verde se debilita, la cotización de estos recursos se mueve generalmente al alza. La principal razón por la que un dólar débil les afecta es que se negocian en la divisa estadounidense. Así, cuando su valor cae, los inversores pueden comprar más materias primas. Pero también anima la inversión, con lo que éstas suben en el mercado.
El círculo vicioso engloba, también, a los países emergentes, cuyas economías están muy ligadas a estos recursos -los principales exportadores de petróleo a nivel mundial son emergentes-. Precisamente, la debilidad del billete verde ha provocado un rally durante las últimas semanas del que se han beneficiado las commodities, por lo que un inversor europeo que compre ahora petróleo tendrá que sumar, al rendimiento obtenido por la evolución de la materia prima, una ganancia adicional: la del tipo de cambio, que le favorece.
Deudas que 'adelgazan'
Daniel Pingarrón, analista de IG, añade un motivo adicional por el que los emergentes se están beneficiando de la debilidad de la divisa estadounidense: "Muchos de estos países están muy endeudados en dólares. De este modo, si el billete verde se aprecia, el valor de sus deudas se incrementa; y si cae, esas deudas adelgazan". No se puede poner a todos los emergentes en la misma cesta, advierte este experto. "Nada tiene que ver Perú con Tailandia, por ejemplo, y al mismo tiempo también hay países no emergentes exportadores de materias primas que se benefician de la caída del dólar, como Noruega o Canadá", añade.
Por su parte, Miguel Ángel Bernal, del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), advierte que la inversión en emergentes siempre debe tomarse con cautela: "Mercados como Brasil o Rusia deben entrar en una cartera de valores bien diversificada, porque un año pueden proporcionarte más de un 20 por ciento de rentabilidad y al siguiente generarte cuantiosas pérdidas".
En lo que llevamos de 2016, hemos visto cómo los índices europeos acumulaban pérdidas. Mientras los principales selectivos estadounidenses -el S&P 500 y el Dow Jones- lograban girar la situación y ponerse en verde, sus homólogos del Viejo Continente no han sido capaces. Así, el Stoxx 600 pierde un 9 por ciento; el EuroStoxx, un 11 por ciento y el Ibex cae cerca de un 9 por ciento en 2016.
En este escenario, llama la atención que la Bolsa de Brasil se anote un 28 por ciento en euros, que en moneda local se sitúa en el 21 por ciento en el año, o que la rusa avance un 14 por ciento en euros y un 20 por ciento en rublos. Por su parte, Turquía consigue una revalorización superior al 4 por ciento en euros y del 9 por ciento en liras.
Son mercados que implican más riesgo, como señala Miguel Ángel Bernal, y por tanto, baratos: mientras el Ibex cotiza con un PER de 15 veces (es decir, quien compre bolsa española tardará 15 años en recuperar su inversión vía beneficios) y Europa a unas 16 veces, Rusia lo hace con un PER de 9 veces y Brasil, de 12,4 veces.
El buen hacer de los emergentes ya se ve reflejado en los fondos de inversión que tienen exposición a sus economías. Los de renta variable del país que preside Dilma Rousseff acumulan una rentabilidad media del 21 por ciento en el año. También la bolsa de Rusia riega de ganancias las carteras, si bien algo inferiores a las de Brasil, ya que alcanzan el 12 por ciento en lo que va de ejercicio.
Mientras tanto, otros emergentes están ya pisando el pedal de freno: la bolsa de China -motor de este grupo de países durante años- pierde ya cerca un 20 por ciento en el año, mientras que otros mercados, como por ejemplo el sudafricano, se dejan algo más de un 1 por ciento.