Bolsa, mercados y cotizaciones

Washington y Riad se juegan el trono con Moscú y Teherán

Arabia Saudí y EEUU siguen controlando el cetro de 'oro negro' tras los vaivenes en los precios del crudo. Tienen la mano ganadora mientras la producción mundial trata de ajustarse a la demanda

"O ganas o mueres". La frase más representativa de la célebre saga de ficción Juego de Tronos se puede aplicar a lo que está ocurriendo hoy día en el mercado del crudo, aunque quizá es más apropiado matizar: "En el juego de tronos del petróleo, o ganas o te arruinas". El reino de Arabia Saudí es quien se sienta en el trono de oro negro en este momento, y así ha sido durante los últimos 80 años. Sin embargo, en los últimos años han aparecido serias amenazas para la hegemonía del país árabe: la más importante de ellas, el incremento en la producción de crudo por parte de Estados Unidos, que gracias a la técnica del fracking llegó incluso a robarle la corona a los saudíes como el mayor productor del mundo, en varios meses de 2015. Ahora bien ¿sólo hay motivos económicos detrás de la guerra de precios del petróleo? Los acontecimientos de los últimos años llevan a muchos expertos a pensar que no.

Arabia Saudí se negó a recortar producción ante la caída de los precios derivada de la sobreoferta que generó el fracking -el barril Brent cayó un 75 por ciento desde verano de 2014 hasta enero de 2016-, con la intención de no perder su preciada cuota. Al ser uno de los países a los que más barato le sale extraer crudo, su postura es clara: que sean los productores menos rentables quienes se encarguen de cerrar el grifo y equilibrar este mercado. Así lo explica Gonzalo Escribano, director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, quien destaca que "la lógica económica apunta a que el que tenga los costes marginales más altos será expulsado del mercado, y Arabia cuenta con uno de los más bajos del mundo. Tiene mucho interés en que salgan otros productores del mercado".

El conflicto geopolítico

"Ahora bien", añade el experto, "el mundo no es tan sencillo como para moverse únicamente por una lógica económica". Y es que, otras fuentes del mercado avisan que el motivo principal detrás de la negativa saudí a recortar producción es geopolítico, más que económico. La guerra en Siria y la histórica enemistad entre Arabia Saudí e Irán son un elemento que no se puede dejar de lado en este juego de tronos. Riad, centro históricamente suní, observa cómo se está desarrollando el conflicto en Siria, donde Rusia apoya a un gobierno chií -que representa a una minoría en el país- en el frentamiento que mantiene con los rebeldes suníes, encabezados en este momento por el llamado Estado Islámico. Los bajos precios del petróleo son un duro quebradero de cabeza para Rusia, un país muy dependiente de los ingresos que recibe por esta vía. Además, las sanciones impuestas -e impulsadas por EEUU- tras su intervención en Ucrania, no están siendo de gran ayuda.

De esta forma, Arabia estaría usando su negativa a recortar la producción de crudo para presionar a Rusia y tratar de que ceda en su intervención en este país. El daño a los productores estadounidenses sería algo colateral; no hay que olvidar que Arabia Saudí y EEUU son dos países aliados -tras Canadá, es el mayor exportador de crudo al gigante norteamericano, y Riad tiene participación en la mayor refinería de Estados Unidos, a través de Aramco-. La última excusa que utiliza para no limitar su extracción no puede ser más oportuna: si Irán no lo hace, Arabia tampoco, y lo dicen a sabiendas de que el país chií no está dispuesto a recortar la producción, tras levantarse las sanciones comerciales que se le han impuesto durante tres años. Mientras tanto, Rusia apoya a Irán -con quien tiene una alianza para pelear contra el Estado Islámico-, al destacar Alexander Novak, ministro de energía del país, que "la postura de Irán es comprensible".

Escribano explica sobre el desacuerdo, que se hizó patente tras la reunión de productores de la OPEP y otros, como Rusia, el pasado 17 de abril, que "siempre ha habido tensiones geopolíticas entre Arabia e Irán, y también una competencia entre la OPEP y los productores de fuera, que básicamente están representados por Rusia".

Con todo, el conflicto no le está saliendo barato a Arabia, algo que ha quedado patente al conocerse la intención de vender una parte de la joya de su corona, la petrolera estatal Aramco, además de la caída de sus reservas de divisas, utilizadas para pagar subsidios y salarios a los trabajadores del Estado. Tomás García-Purriños, gestor de Morabanc, explica: "Es dudoso que hasta ahora Arabia haya cumplido sus objetivos con la guerra de precios, ya que no ha aumentado su cuota significativamente y el daño generado a su economía está siendo importante".

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