
Que EEUU crezca más que Europa, vaya a subir tipos antes, y que Draghi gaste artillería, no impide que el euro se aprecie un 5% frente al dólar en 2016... ¿Qué debilita el 'billete verde'?
"Nos abstendremos de acometer una devaluación competitiva y no vamos a usar los tipos cambiarios con fines competitivos", rezan reiteradamente los asépticos comunicados del Grupo de los 20, el club de las economías más importantes del planeta. Una plegaria de rutina que intenta disipar cualquier tipo de sospecha que implique movimientos unilaterales o concertados en las divisas. A fin de cuentas, acuerdos como el del Plaza o el del Louvre, que permitieron una orquestada intervención para devaluar el dólar, pueden resultar demodé.
Sin embargo, tras el truculento arranque del año, que llegó a borrar hasta un 12 por ciento del MSCI All-Country World Index y desató el pavor entre los inversores, la rumorología y los bisbiseos se apoderaron de las mesas de inversión así como de la confianza de consumidores y empresas. La economía de China, la segunda más grande del mundo y pilar que apoya las relaciones comerciales de otros emergentes, parecía descarrilar a cámara lenta.
Mientras el desangre de sus reservas de divisas servían como enclenque torniquete a la fuga de capitales y los operadores elucubraban con una continuada devaluación del yuan, el dólar mantenía su ascenso, uno de los más veloces de las últimas cuatro décadas, tras la resaca dejada por la primera subida de tipos a este lado del Atlántico desde mediados de 2006. A medida que el billete verde sacaba pecho, el resto de las divisas mundiales se contagió de una devaluación generalizada el año pasado, que borró más de un 4 por ciento en el valor del yuan, hasta un 14 por ciento en el precio del euro y hasta más de un 30 por ciento en el coste del real brasileño.
El crudo sufría su particular descenso a los infiernos. El 20 de enero de 2016, el barril de petróleo caía más de un 5 por ciento y en las semanas posteriores cumplía las profecías de los más agoreros al perder la barrera psicológica de los 30 dólares por barril. Al contrario de lo que asumían los teóricos, el abaratamiento de la energía no terminaba de impulsar el consumo, al menos en EEUU, donde los productores de esquisto sufrían las consecuencias de su apalancamiento y la fortaleza del dólar también arañaba el margen de beneficios de sus multinacionales.
Con un macerado elixir para el desastre, la reunión de los ministros de Economía y Finanzas así como gobernadores de bancos centrales del G-20 celebrada el 26 y 27 de febrero en Shangai añadió algo más de leña a la retahíla de teorías conspiradoras que inundan el mercado. Presuntamente, y entre bambalinas, EEUU, la eurozona, Japón, China y el FMI acordaron en secreto frenar el avance del dólar, lo que respaldaría las medidas de Pekín para estabilizar su economía, impulsaría el crudo ayudando a países exportadores y daría un respiro a las firmas estadounidenses.
"Esta idea me parece descabellada, no se por dónde empezar", confiesa Ethan Harris, economista jefe de Bank of America Merrill Lynch, quien justifica la consistente caída del dólar por "la política acomodaticia de los bancos centrales tras shocks colectivos, como el lento crecimiento mundial y el endurecimiento de las condiciones en los mercados de capital". Una posición que también comparte la propia directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que en abril aseguraba a la CNBC que si tal acuerdo se hubiera materializado, todo se hizo a sus espaldas.
Con o sin Acuerdo de Shanghai de por medio, es cierto que el dólar se ha devaluado más de un 4 por ciento en lo que llevamos de año, "de ahí que las multinacionales estadounidenses sobrepasen a las compañías orientadas domésticas en un 6 por ciento", apunta Bhupinder Singh, analista de J.P. Morgan. El billete verde tocaba esta semana mínimos en 18 meses en su cruce con el yen mientras el euro sobrepasaba la cota de los 1,16 dólares, algo que no ocurría desde el trágico verano de 2015, cuando China vapuleó a los mercados globales con una primera devaluación por sorpresa de su divisa. Coincidencia, o no, el barril de crudo sobrepasaba los 46 dólares el pasado 21 de abril y sólo en EEUU, el West Texas acumuló subidas del 20 por ciento el pasado mes. "Producto de este rally, algunos de los valores petroleros más importantes han superado en un 33 por ciento el comportamiento de compañías energéticas menos ligadas al oro negro", aclara Singh.
Premeditación y alevosía
Si observamos los mensajes telegrafiados por la Fed en 2016 se puede notar cierta premeditación y alevosía, especialmente tras la comparecencia de Janet Yellen el 29 de marzo en el Club Económico de Nueva York, donde confesó que las perspectivas de inflación "eran algo más inciertas". En BNP Paribas, sus estrategas de divisas advertían en un informe que existen razones de peso para que el dólar no recobre su poderío."?Un repunte del dólar tendría un efecto a la baja en los precios de las materias primas y reavivaría los temores sobre la divisa china, factores que descarrilaron los mercados financieros a comienzos de año", dijeron.
Como pone de manifiesto Shahab Jalinoos, estratega de divisas de Credit Suisse, la debilidad del dólar tiene una explicación: la recuperación en los precios del crudo y el consecuente repunte de las divisas de países exportadores. "Las divisas de países exportadores de petróleo son la causa principal de la debilidad del dólar?, indica. ?Divisas como el peso mexicano o el dólar canadiense han contribuído mucho más a la debilidad del dólar estadoundiense que la divergencia politica en Japón y la eurozona", aclara.
Dicho esto, desde la consultora IHS Global Insight, su economista jefe, Nariman Behravesh, enfatiza que el dólar no se devaluará más de lo que lo ha hecho hasta ahora y comenzará a ganar fuerza frente al yen y el euro a medida que la Fed vuelva a subir tipos. "Este tipo de movimientos son un arma de doble filo ya que Europa y especialmente Japón, no están en condiciones de enfrentar este tipo de apreciación en sus divisas", incide. Una proyección que también comparte John Shin, estratega de BofAML, quien estima que "el dólar cogerá fuerza, alcanzando la paridad con el euro a finales de año".
Pese a que el mercado no descuente ni por asomo una subida de 25 puntos básicos en la próxima reunión del 15 de junio (sólo un 16,9 por ciento lo prevé), tanto IHS como BofAML esperan una vuelta de tuerca monetaria. Desde Goldman Sachs, el equipo liderado por Jay Hatzius, considera que Yellen y sus chicos subirán tipos en tres ocasiones este año, un hecho que, de materializarse, tirará por tierra la entente cordial que a día de hoy rige el mercado de divisas, de renta variable y de materias primas.