
La cierta calma que atraviesa el petróleo desde que hace un mes marcara mínimos anuales no solo está impulsando en bolsa a las petroleras, también está beneficiando al mercado de bonos de alto rendimiento. El fuerte peso que tiene el sector energético en este mercado y los atractivos cupones que ofrece, de más del 6 por ciento, explica que los inversores los vuelvan a incluir en cartera
Hace justo un mes el petróleo marcaba su mínimo anual al situarse en las inmediaciones de los 20 dólares que ya hace meses venían pronosticando los grandes bancos de inversión como Goldman Sachs. Desde entonces el petróleo ha subido un 36 por ciento en el caso del West Texas y un 34 por ciento en lo que respecta al Brent. El principio de acuerdo entre los países de la OPEP para, si no recortar la producción, al menos sí congelarla y la previsión de que EEUU reduzca su oferta ante la complicada situación financiera que experimentan las compañías de shale gas han sido las excusas que han utilizado los inversores para decidir que esos 20 dólares pueden ser el suelo en el precio del crudo. Una capitulación de esta materia prima -la Agencia Internacional de la Energía también lo ha defendido así en su último informe- que se ha dejado sentir en las cotizaciones de las grandes petroleras americanas -desde el 11 de febrero rebotan en bolsa un 22 por ciento de media- pero también en la renta fija high yield.
El porqué de este sufrimiento se explica mirando qué incluye el sector global de high yield. En primer lugar, el 60 por ciento del mercado de high yield se encuentra en EEUU y en segundo lugar, el 11 por ciento de toda la industria high yield americana está en el sector de la energía por lo que el impacto del precio del crudo en la misma es inevitable. "Un rebote del petróleo se debería trasladar a un rebote del high yield por la sobreventa y cierre de posiciones cortas de los últimos meses", apunta Jaime Albella, director de ventas senior de Axa IM España. Y eso se ha visto en la extraordinaria correlación que ofrecen el precio del West Texas con el índice Bloomberg Global High Yield y también en que los inversores han vuelto a incluir fondos de high yield en sus carteras. Lo avalan los datos de Lipper, que muestran que en la primera semana de marzo los fondos de high yield registraron entradas netas por valor de casi 5.000 millones de dólares, récord histórico. Además, estas entradas de dinero han ido acompañadas de un aumento de las rentabilidades ante la caída de los diferenciales que han registrado estas emisiones ya que, según datos de Morningstar, los fondos de high yield americano y global fueron dentro del mercado de renta fija dos de las cinco categorías más rentables del último mes con ganancias del 5 y 4 por ciento respectivamente.
Quizá por ello en las últimas semanas no han sido pocas las gestoras que se han lanzado a defender que la inversión en este tipo de productos de alto riesgo tiene mucho sentido, ya que en un contexto de rentabilidades incluso negativas en bonos gubernamentales como es el caso de varios europeos, lograr cupones superiores al 6 por ciento como los que dan de media los fondos que invierten en bonos basura americanos no es algo para ignorar.
"La rentabilidad media de los cupones de las empresas de energía con ratings especulativos está cerca del 19 por ciento lo que consideramos que es suficientemente atractivo para compensar el riesgo de quiebra", afirma Markus Allenspach, responsable de renta fija de Julius Baer. Un riesgo que, de hecho, no hace más que aumentar ya que según ha afirmado Moody?s se espera que la tasa de impago del sector de los bonos high yield de EEUU supere incluso el 4 por ciento. Una cifra que concuerda con las que manejaba hace ahora un año JPMorgan, uno de los grandes bancos americanos que ha decidido realizar provisiones para poder cubrirse ante un quiebra masiva de las empresas energéticas de EEUU.
Las oportunidades que deja la crisis
Estas preocupantes previsiones son las que explican los altos diferenciales que pagan los bonos high yield en comparación con la deuda gubernamental. Unos spreads que alcanzan los 800 puntos en muchas emisiones lo que para muchos expertos no está justificado. "Las ventas masivas que hemos visto en el mercado han creado muchas diferencias entre precios que ofrecen grandes oportunidades para el inversor. Los mercados están incorporando un armaggedon para el sector de la energía con la que nosotros no estamos de acuerdo", apunta Mónica Defend, responsable de asignación de activos global de Pioneer Investments. "Es un buen momento para invertir ya que las tasas implícitas de impagos que se están descontando son el triple de las esperadas", afirma Albella.
De hecho, es tal la desconfianza hacia este sector que para James Tomlins, de M&G Investments, recuerda a lo que sucedió con estas mismas emisiones de bonos basura en 2001, en plena burbuja de las puntocom. "Lo interesante es que haber comprado deuda high yield cuando los diferenciales tocaron por primera vez los 900 puntos básicos no hubiera sido necesariamente una mala decisión. Entrar en el mercado el 1 de enero de 2001 se hubiera traducido en una rentabilidad a 4 años del 45 por ciento", apunta en el blog Bondvigilantes.com, y continúa: "Si ese mismo inversor hubiera comprado el mercado sin exposición alguna al sector de telecomunicaciones, no solo habría registrado subidas consistentes, sino también una rentabilidad cercana al 60 por ciento a 4 años, un 15 por ciento más que el mercado".
La clave vuelve a estar, por tanto, en saber diferenciar a los buenos de los malos emisores y esa labor es la que intentan los fondos de inversión que invierten en deuda high yield. De momento, muchos productos como Loomis Sayles High Income o Franklin Global High Income ya han conseguido sumar más de 2 puntos de rentabilidad al índice Bloomberg Global High Yield solo en el último mes.