
El 16 de agosto de 2012, Apple admitió lo inevitable. Los años del crecimiento desmesurado habían llegado a su fin. Aquel día, la mayor tecnológica del planeta pagó su primer dividendo. Hoy, Alphabet disputa su trono por capitalización y el Nasdaq 100, al que había batido año tras año, sube 8 veces más desde entonces.
La historia no es nueva. El golpe de timón practicado por Apple es el mismo que allá por 2003 llevó a Microsoft a adoptar una política de retribución clásica, basada en el pago de dividendo y la recompra de acciones, frente a la que es más habitual en el sector tecnológico, que se fundamenta en el crecimiento puro.
De 2008 a 2012, Apple fue un ejemplo de manual de este último tipo de modelo conocido como growth. Sus beneficios crecían a un ritmo medio anual del 80%. En el ejercicio en el que estalló la crisis ganó 4.834 millones de dólares, una cifra que incrementó hasta los 41.700 millones en 2012. Pese a ello, la compañía cotizaba a un PER -multiplicador de beneficios- elevado, que llegó a alcanzar las 100 veces en 2009. Y es que, en esos años, sus acciones adelantaban con creces la fabulosa trayectoria que asombraba al mundo, con el iPhone y el iPod como máximos exponentes del éxito. Apple se revalorizó en bolsa un 220% de 2008 al 16 de agosto de 2012, un periodo en el que el Nasdaq 100, el índice tecnológico de referencia en Wall Street, subió un 33%.
Manos fuertes y reconocidas con posiciones importantes en la compañía, entendieron ya a principios de la década actual que el crecimiento de Apple estaba llegando a su fin. El multimillonario Carl Icahn fue y es una de las voces con más eco entre las que han exigido una política de retribución más generosa. Pero hubo más, como la firma de inversión Bernstein, que en 2010 publicó un informe titulado 'Carta abierta a Steve Jobs y el consejo de administración de Apple', en el que estimaba que la firma podría entregar un dividendo del 4% y recomprar acciones por valor de 30.000 millones de dólares.
Tim Cook ostenta el dudoso honor de ser la persona que finalmente cedió a este tipo de presiones en 2012. El actual presidente ejecutivo de la compañía asumió el cargo en 2011 y tan solo un año después decidió renunciar al crecimiento feroz y recompensar a sus accionistas con una retribución regular en forma de dividendo y con multimillonarias recompras de títulos propios.
"Locura"
"Tim Cook está haciendo exactamente lo que Albert Einstein definió como locura: repetir la misma acción una y otra vez y esperar resultados diferentes", reflexiona Trip Chowdhry, analista de Global Equities Research, quien calcula que, desde 2012, "Apple ha gastado 110.000 millones de dólares en la recompra de acciones y 43.000 millones de dólares en dividendos". "Una política que, obviamente, no está funcionando", advierte Trip Chowdhry.
Lo cierto es que tras conocerse los decepcionantes resultados de Apple en el primer trimestre de su ejercicio fiscal -que pusieron en duda la demanda del iPhone, del que depende el 60% de su cifra de negocio total-, el director financiero de la compañía, Luca Maestri, insistió en que Apple se va a mostrar "muy activa en el mercado internacional de deuda con el fin de financiar las actividades de retorno de capital", al tiempo que adelantaba que preveía que 2016 va a ser el primer año en que los ingresos no crecerán respecto al ejercicio anterior. "Es una locura que Maestri y Cook comentan el mismo error", concluye el analista de Global Equities Research.
Este mismo martes, Apple anunció una oferta de deuda valorada en unos 12.000 millones de dólares cuyos fondos serán utilizados para financiar las recompras de acciones. Otra contradicción, pues el gigante opta por emitir deuda pese a contar con 150.000 millones de dólares de caja neta, según las estimaciones. Una operación que los analistas admiten que responde a que el 93% de sus reservas de efectivo está en el extranjero, por lo que su repatriación obligaría a la empresa al pago de impuestos.
Contradicción
Entre contradicción y contradicción, Apple corrige cerca de un 25% desde los 133 dólares por encima de los que llegó a cotizar en febrero de 2015, su zona de máximos históricos, y puede sentir en la nuca el aliento de Alphabet -cuya apuesta sigue siendo la del crecimiento- en la competición por ser la compañía más capitalizada del mundo. Mientras, tiburones de Wall Street, como el propio Carl Icahn o David Einhorn, han reducido sensiblemente su participación en Apple en las últimas semanas. En su caso concreto, Greenlight Capital, el fondo de David Einhorn, optó por reducir su exposición en el fabricante del iPhone en un 44% entre los meses de octubre y diciembre, con respecto el trimestre precedente. Ahora posee cerca de 6,3 millones de acciones de la compañía de la manzana.