Bolsa, mercados y cotizaciones

La teoría de juegos influye en las decisiones de los jefes... y en la bolsa

  • El 'dilema del prisionero' aplicado a la economía real explica que si todos los ejecutivos son optimistas, llegarán entonces buenos tiempos y sus predicciones se verán confirmadas

"Al mirar hacia 2016, los CEO muestran menos confianza en el crecimiento de la economía global que en 2015", concluye la encuesta mundial a directores ejecutivos de PwC publicada en enero. Concretamente, el estudio elaborado por la consultora internacional recoge cómo "el optimismo de los consejeros delegados acerca de la evolución de sus negocios ha caído del 37 por ciento en el que se situaba el año pasado, al 27 por ciento en el que lo hace de cara al presente ejercicio". No es el único indicador de este tipo que refleja un decaimiento generalizado en el ánimo de los actores que dirigen las grandes corporaciones mundiales. La encuesta que realiza mensualmente el IFO alemán y que mide la confianza de la clase empresarial del motor económico europeo ha retrocedido un 3 por ciento en los últimos tres meses y un 5 por ciento desde principios de 2014. En Estados Unidos, el descenso del optimismo según el índice de la Federación nacional de pequeños negocios (NFIB por sus siglas en inglés) es del 6 por ciento desde febrero de 2015.

"Muchos CEO siguen viendo oportunidades, pero buscan más seguridad", reflexiona Dennis M. Nally, presidente de PwC, con el que coinciden, entre otros, Takeshi Niinami, director de la japonesa Suntory, quien considera "moderado" el crecimiento en Estados Unidos, o John Chambers, presidente de la norteamericana Cisco Systems, quien se pregunta "si estamos ante un entorno en el que se producirán cambios a una velocidad tremenda", según recoge la encuesta de la consultora. Lo cierto es que en una economía global cuyo ritmo depende en gran medida de las grandes corporaciones, las decisiones de los ejecutivos son cruciales. De hecho, en los últimos años, la caída del optimismo empresarial ha precedido a los momentos más complicados para la economía mundial. Ocurrió en 2007, cuando, por ejemplo, el índice del NFIB llegó a desplomarse un 20 por ciento, y posteriormente en 2010, cuando la encuesta del IFO reflejó un deterioro del 12 por ciento.

"Si las grandes empresas invierten, los agentes más pequeños las imitan, lo que incrementa la demanda de dinero, el empleo y el consumo", introduce Yanis Varoufakis, catedrático de Teoría Económica en la Universidad de Atenas, en El Minotauro global, uno de los libros más vendidos del economista que irrumpió en la política europea de la mano de Syriza. "Cuando los CEO sopesan una inversión a gran escala en una nueva planta o en nueva línea de producto, pasan noches enteras sin dormir mientras tratan desesperadamente de ver el futuro. ¿Habrá demanda para el nuevo producto? Algo que depende en gran medida de si otros CEO invierten en el mismo momento", continúa el autor greco australiano.

Este planteamiento coincide con el de otro famoso economista, John Maynard Keynes (1883-1946), quien sostuvo que "las decisiones de inversión son un reino donde dedicamos nuestras inteligencias a anticipar qué opinión media espera la opinión media que se dé". En definitiva, ambos explican que si todos los consejeros delegados predicen buenos tiempos, llegarán entonces buenos tiempos y sus optimistas predicciones se verán confirmadas. Pero si profetizan malos tiempos, a continuación llegarán malos tiempos, validando así el pesimismo general.

Una propuesta que se puede entender como una versión en la economía real del dilema del prisionero que plantea la teoría de juegos y que se explica de forma sencilla en el gráfico de este página. Como les ocurre a los jugadores del gráfico, Yanis Varoufakis apunta que "los directores ejecutivos no pueden basar sus decisiones en ningún análisis del mercado, ni en ninguna línea de pensamiento racional". Según la teoría de juegos, en la decisión de los jugadores prevalecerá el optimismo o el pesimismo en que los tres inviertan o no, como en la de los ejecutivos un clima empresarial positivo o negativo.

Este "efecto manada", como lo define Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB, existe, según su opinión, "en sectores con pocos jugadores, en los que existe poca competencia". "Es habitual, efectivamente, que nadie mueva ficha hasta que no se mueven los demás", admite el experto, quien lo ejemplifica con sectores "como la banca española". "No hay nadie emprendiendo", dice. "Se proponen ampliaciones de capital, se decide reducir tamaño, pero no hay nadie ni liderando, ni innovando", continúa. Frente al inmovilismo, "al dejarse llevarse por la corriente", debe surgir "la necesidad de reinventarse", propone Miguel Ángel Bernal, quien concluye que el dilema del prisionero puede solucionarse "con la estrategia y la táctica para liderar" que se extrae de una obra como El arte de la guerra, de Sun Tzu.

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