
En las últimas semanas se han visto dos casos de compañías que han tenido que cancelar su dividendo: Abengoa y Glencore. Y ambas tenían algo en común: con los desplomes vividos en el parqué, la rentabilidad de sus pagos para los próximos años se había disparado hasta el entorno del 10 por ciento y poder afrontarlos se había vuelto inasumible.
En el caso de la primera la cancelación ha venido de la mano de la ampliación de capital por valor de 650 millones de euros. "Las empresas que van a hacer una ampliación de capital importante tienen todas las papeletas para reducir el dividendo, ya que tras la misma hay más acciones y es complicado poder mantener el importe por acción", explica Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank.
Mientras, la caída de Glencore en el parqué se ha producido por el brutal hundimiento de los precios de las materias primas, que ha mermado sensiblemente sus previsiones de ganancias para los próximos ejercicios. De este modo, Cristina Llau, analista de Morabanc, explica que "el desplome del precio de la acción suele ser la consecuencia de unas perspectivas de beneficio y negocio inferiores a las esperadas. Si las compañías deciden mantener el dividendo, va a llegar un momento en que puede que no sea sostenible".
Otro caso reciente en España ha sido el de Telefónica. Cuando en 2012 canceló su dividendo para fortalecer su balance y evitar posibles riesgos, la rentabilidad esperada para éste era del entorno del 12 por ciento. "Con el desplome de los mercados financieros, muchas empresas no redujeron retribución al accionista, mientras el precio de su acción se desplomó", señala Llau. Y es que, históricamente, cuando la rentabilidad de los pagos de una cotizada se ha disparado, ha sido una señal de riesgo que en muchas ocasiones ha acabado en una cancelación o una reducción del mismo (ver gráfico).
Además, en la situación actual, parece que es aún más peligroso confiar en aquellas compañías cuyos pagos rentan muy por encima de lo que ha sido su media histórica. "Con los tipos de interés tan bajos tener una rentabilidad tan alta no tiene mucha lógica, si bien hay que tener en cuenta si históricamente su retribución ha rentado en estos niveles, como puede pasar con una eléctrica", indica Víctor Peiró, director de análisis de Beka Finance.
Fijarse en los sectores
De este modo, es importante fijarse en la historia de la empresa y a qué sector pertenece, ya que esto puede dar pistas sobre cuál es el riesgo de un recorte en los pagos. "Hay compañías eléctricas o de telecomunicaciones que cotizan con rentabilidades por dividendo elevadas cuya retribución al accionista no corre peligro", explica López Gálvez. Por contra, señala a las tecnológicas como un segmento en el que " un pago elevado puede ser síntoma de una rebaja inminente", ya que "este tipo de compañías son menos propensas a repartir dividendos".
Otra señal que actúa como advertencia de una retribución en riesgo es la deuda que acumula la empresa, ya que, si esta es muy elevada, "terminarán por quitar los dividendos", apunta Peiró. En este mismo sentido, López-Gálvez destaca que la calificación que las agencias de rating otorgan a la empresa también puede ser una pista importante. "Casi todas las cancelaciones o reducciones de dividendos se llevan a cabo con el objetivo de evitar una salida de efectivo de la empresa, que pasa a destinarse a la reducción de deuda", señala. No obstante, Peiró advierte que "las reguladas pueden tirar de caja, ya que tienen mucha visibilidad". Y es que para este analista también es importante tener en cuenta si el resultado de la firma es muy volátil, ya que "muchas se empeñan en tener un dividendo fijo (en vez de fijarlo al payout) y hay años en los que sale muy forzado".