
El cierre del jueves no dejó equívoco ninguno. La pérdida del soporte del S&P, que además ponía al principal índice de la bolsa estadounidense en negativo en año preelectoral cuando tradicionalmente este siempre es alcista en Wall Street, evidenciaba que había que tocar la corneta de retirada. Lo que llamaremos el crash chino de 2015 se había extendido sin paliativos al resto de mercados mundiales.
A las pocas horas escribía en Twitter que el mercado está como un tiburón coralino: arquea el lomo y agita las aletas pectorales, mejor no acercarse. Dicho y hecho, habrá muchos que se han quedado sin un pie por el mordisco del escualo, y no sabemos cuánto más perderán de no haber tomado una decisión. Llevábamos algunos días la semana pasada hablando de que las medidas de la segunda economía del mundo exportarían deflación al resto. Incluso poníamos el ejemplo de que el piloto del avión chino sabía que iba a tener que tomar suelo con el tren de aterrizaje roto, y las consecuencias para la economía mundial de un reajuste de todos los intercambios comerciales tras la devaluación del yuan eran incalculables. El mensaje de una tercera recesión en Europa y una segunda en EEUU desde Lehman comenzaba a ronronear entre los bancos de inversión.
Desde Ecotrader, el portal de estrategias de elEconomista, se decidió claudicar a finales de la semana pasada y reducir su exposición al porcentaje más bajo del año. El sábado, en Ecobolsa, el suplemento de inversión de elEconomista, se marcaban los stops de todos los valores del Ibex que no se debían perder, con el nada tibio titular de dónde decapitar todos los títulos por si China hacía correr más sangre. Huir no es de cobardes en bolsa, y ante la evidencia de un crash que te quita el sueño es el único remedio que se le puede dar al inversor. De ahí el dicho que el nivel de tolerancia máximo que tiene todo ahorrador es aquella preocupación que le deja conciliar el sueño.
El dinero puede volver al mercado
Los estrategas de la sociología moderna hablan de que el soldado que huye vale para otra batalla, aunque en realidad se trata de una afirmación que vale más para el mercado. Los soldados que huyen volverán a hacerlo en siguientes enfrentamientos y serán derrotados en todas las guerras. El dinero que huye, aunque sea con graves heridas, sigue siendo bueno para volver a ponerlo en mercado. Y aunque sea la decisión más difícil de tomar es la que, de verdad, licencia al inversor en mercado porque le presupone el valor para tomar decisiones en los momentos más convulsos.
Lo difícil, que también lo es, no es saber comprar, es saber vender. Quien tuvo el coraje de deshacer posiciones el jueves cuando cedieron los soportes en el mercado Europeo ha sido capaz de enjugar pérdidas y, seguramente, evitar los números rojos. La bolsa española borró el viernes las ganancias anuales. Ayer se comió un 5%, y bien podría perder casi otro 5% para testar en los mínimos del año pasado el punto de inflexión para el crash chino. Desde mi experiencia en los medios de comunicación he asistido al permanente mensaje de compre esto, aquello y lo de más allá. Y cuando ya se lo haya comprado todo, todavía le quedará dinero para seguir haciendo de su cartera un pozo sin fondo solo equiparable al holding de inversión de Warren Buffett.
En elEconomista nacimos con la idea de auditar nuestras recomendaciones, nuestras estrategias de inversión, y casi lo más importante, preservar el capital para sobrevivir hasta a las hecatombes. El propio Monitor, la herramienta de inversión que busca los mejores valores por fundamentales del mercado, tuvo que claudicar en siete de sus 19 estrategias. En algunas de ellas como Airbus para proteger un beneficio superior al 100%, y en otras como Daimler para no incurrir en pérdidas desde la apertura superiores al 15%. El objetivo es recomprar casi todos los títulos que cayeron en precios más bajos de donde se han cerrado. Recoger ganancias o minimizar las pérdidas, y poder recuperar estos títulos a precios más atractivos cuando el cuchillo cayendo que hoy es la bolsa dé señales claras de haber tocado suelo. Cogerlo al vuelo suele ocasionar siempre heridas.
La ecuación rentabilidad riesgo de la bolsa española comienza a ser mucho más alcista que bajista, pero a corto plazo el riesgo de caídas es mucho mayor que el que puedan ofrecer puntuales rebotes, que serán de gato muerto, hasta que se recupere la tendencia alcista del mercado de largo plazo. Para que esto suceda será crítico corroborar que no hay deterioro en las expectativas de beneficio de las compañías por una guerra de divisas que a diferencia de hace unas semanas ha pegado cañonazos y ya no son simples escarceos.