Las divisiones dentro de la Reserva Federal son cada día más evidentes. Mientras que hoy James Bullard, de la Fed de San Luis, ha asegurado que se podrían reducir los estímulos en 100.000 millones, Eric Rosengren, de Boston, y Charles Evans, de Chicago, apuntan a que la economía todavía tiene que mejorar.
Rosengren, que como Bullard no tiene derecho de voto en el Comité que decide los movimientos de la Fed este año, dijo ayer en una conferencia que el alto desempleo y la baja inflación subyacente hacen que sea necesario mantener los estímulos récord.
Evans, por su parte, explicó hoy a los periodistas que cree que los datos que sugieren una recuperación más sostenible no son suficientes como para alterar el programa actual, justo el argumento contrario de Bullard.
"Podría ser que 600.000 millones es justamente el número correcto", señaló Evans, que sí que tiene derecho de voto este año. "No me sorprendería si de hecho esa es la decisión". El presidente de la Fed de Chicago añadía que a pesar de los claros signos de mejora, "no estoy todavía satisfecho con el ritmo de mejora", ya que "el desempleo permanecerá incómodamente alto durante mucho tiempo en relación a nuestros objetivos".
"Ahora mismo la economía está demasiado floja", aseguró por su parte Rosengren. "Tenemos mucha capacidad de maniobra todavía" antes de acabar con los programas de estímulo.
Hasta marzo de 2010, la Reserva Federal ha comprador 1,7 billones de activos para impulsar la economía. La segunda ronda de estas compras, el quantitative easing II, ha sido objeto de duras críticas por parte de los republicanos en el Congreso por el riesgo de inflación.
En principio, la segunda parte del programa asciende a 600.000 millones y expira el 30 de junio de este año. El presidente de la Fed, Ben Bernanke, no ha dado pistas sobre un posible cambio de planes.