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Tecnología y picaresca se enfrentan en detección fraude en sector asegurador

Andrés Dulanto

Madrid, 21 abr (EFECOM).- La picaresca y las artimañas que algunos clientes utilizan para defraudar a su aseguradora se enfrentan con un rival que cada año es más duro de batir, la tecnología y su aplicación en el análisis de siniestros que realizan los peritos y expertos de las compañías aseguradoras.

Así quedó de manifiesto esta semana durante la entrega de los premios del concurso anual de detención de fraudes en el sector, evento en el que se volvió a constatar que el ramo de Automóviles sigue siendo el que concentra más intentos de fraude, acaparando el pasado año ocho de cada diez intentos de estafa.

Las aseguradoras detectaron en España el pasado año unos 66.000 intentos de fraude por parte de sus clientes, cifra que hubiese supuesto el pago de más de 233 millones de euros de no haber sido descubiertos, según estadísticas de la sociedad de Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (ICEA).

De estos 233 millones de euros reclamados a las compañías participantes en la estadística, 62 millones resultaron "procedentes" tras analizarse concienzudamente los supuestos siniestros, utilizando, en algunos casos, técnicas innovadoras.

Según explicó el responsable de Programas de ICEA, José María Olazabal, al analizar los datos del pasado año se ha observado la aparición de "fraudes nuevos" y la "acentuación" de otros, especialmente los relacionados con la inmigración.

Ante estos intentos de estafa, los peritos y las aseguradoras cuentan con una arma que cada año juega más a su favor, la existencia de tecnologías cuya aplicación cada vez más generalizada permite utilizar pruebas de ADN o fotografías vía satélite para esclarecer un caso.

De hecho, la aplicación de una de estas técnicas permitió a los técnicos de AXA ganar el primer premio en el ramo de Autos al resolver un caso en el que la madre de un conductor fallecido en un accidente de tráfico pretendía demostrar que su hijo viajaba en el vehículo siniestrado, pero no lo conducía.

La reclamación de responsabilidad civil, en la que se incluyó declaraciones de testigos "coaccionados", acabó en los tribunales y fueron las pruebas de ADN realizadas en la sangre hallada en el airbag del conductor las que permitieron cerrar el proceso.

En otro caso, resuelto por MUNAT, el agua verdosa estancada en los faros de un vehículo en época de sequía permitió descubrir que el cliente estaba reclamando daños en un coche que realmente no era el que había mostrado a la compañía al asegurarlo.

Tras la intervención de un detective privado se lograron pruebas de que el "defraudador" había comprado, como "restos", un vehículo declarado siniestro total por otra aseguradora un año antes.

Ni corto ni perezoso, alquiló un vehículo idéntico al suyo, le cambió las matrículas y lo presentó para asegurarlo a todo riesgo.

Después reclamó a su aseguradora que había sufrido un golpe por parte de un vehículo desconocido cuando su coche estaba aparcado, motivo por el que presentaba una declaración de siniestro por daños.

Tras la investigación, la aseguradora esgrimió fotos tomadas una año antes al vehículo en las que presentaba los mismos daños reclamados ahora, salvo el agua verde acumulada en los faros, consecuencia de un largo periodo al aire libre.

En la entrega de premios también se recordaron otros casos como el del cliente que argumenta una invalidez permanente absoluta por padecer la enfermedad del sueño, dolencia ante la que se había cubierto en otras 5 entidades, o en la que un trabajador inmigrante se asegura en varias entidades, por cuantías no muy grandes, y después simula su fallecimiento por accidente en su país de origen.

Además de analizar los casos a posteriori, la sofisticación de los métodos utilizados por los peritos también permite determinar la ubicación y características de un determinado riesgo, como en el uso de fotografías vía satélite para lograr identificar un invernadero con cubierta plástica en un mar de invernaderos análogos.

Los cambios de conductor tras un siniestro, los robos simulados y las estafas de pequeña cuantía, en muchos casos de tipo doméstico -con falseamiento de facturas o la declaración de robos exagerados-, supondrían "una auténtica sangría" para el sector, que se ahorra 42 euros por cada euro que invierte en investigación de fraudes. EFECOM

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