
Los mercados emergentes están de moda. Los flujos de dinero este año están entrando en casi todo tipo de activo de inversión pero lo están haciendo también con especial intensidad en este tipo de mercados ante el gran apetito por el riesgo que están mostrando los inversores en los últimos meses.
De hecho, la renta variable emergente también lo está haciendo mejor en 2025 que la bolsa mundial. El índice MSCI Emerging Markets se anota desde el 1 de enero un 15% frente al 10% del MSCI World. Este mejor comportamiento se apoya en la debilidad mostrada por el dólar. Estos países tienen a tener una parte importante de deuda financiada en dólares, con lo que su apalancamiento desciende, además de que sus exportaciones se hacen más atractivas al estar también normalmente referenciadas al billete verde. Desde el 1 de enero, el Bloomberg Dollar Index ha perdido más de un 7% de su valor, llegando a alcanzar mínimos no vistos desde 2022.
Pero no es el único activo emergente que está atrayendo a los inversores. La deuda también lo hace, tanto en divisa local como en dólares. Esta última, además, aprovecha la caída del billete verde para que los inversores internacionales hagan carry trade con bonos de estos países e incluso puedan lograr un pellizco extra si hay una próxima apreciación de la divisa estadounidense. Aun con la caída de esta moneda, el inversor gana casi un 6% en deuda emergente en dólares este año.
Esta rentabilidad es la misma que habría logrado alguien que hubiese invertido este año solo en deuda soberana de EEUU, considerado activo de renta fija de referencia a nivel global. De cara a lo que debe hacer ahora el inversor, la realidad es que la prima de rentabilidad que ofrecen los cupones emergentes sobre los activos libres de riesgo cada vez es menor. De hecho, ahora se encuentra en 200 puntos básicos, que es la menor desde el año 2007, con lo que el atractivo de este tipo de activo se ha reducido mucho para el inversor.
Para hacerse una idea de si esto es mucho o poco, hay que recordar que, de media, en la última década, el mercado le ha exigido una prima de rentabilidad a los bonos emergentes en dólares frente a los de EEUU de más de 310 puntos básicos. En las épocas de mayor tensión a nivel global, este diferencial se ha llegado a ampliar por encima de los 700 puntos, por ejemplo, tras el estallido de la pandemia en 2020.
Giorgio Semenzato, CEO de Finizens, apunta que "la reducción de la prima entre los bonos emergentes y el bono americano responde a una combinación de factores, como la mejoría de los fundamentales de muchos de estos países, con políticas fiscales y monetarias más prudentes y balances externos más sólidos, lo que ha reducido la percepción de riesgo asociada a estos mercados". "Por otro lado, la reciente volatilidad en los mercados estadounidenses y la incertidumbre sobre la política monetaria de la Fed han incrementado la percepción de riesgo en EEUU, estrechando así la diferencia de rentabilidad entre ambos activos", continúa el experto.
En concreto, de un bono emergente ahora el inversor puede esperar una rentabilidad del 6,2%, la mínima desde abril de 2022. Al otro lado, el Tesoro estadounidense ahora está remunerando al bonista en el mercado secundario al 4,2% ante la pausa que la Reserva Federal ha hecho en su ciclo de bajada de tipos.
"En cuanto al papel del dólar, su reciente debilidad ha favorecido los flujos hacia la deuda emergente ya que un dólar más bajo reduce la carga financiera de los países emergentes que emiten deuda en esta divisa y mejora la rentabilidad ajustada al riesgo para los inversores internacionales, lo que sumado a la búsqueda de diversificación y mayores rendimientos, ha impulsado la demanda de bonos emergentes, contribuyendo a la reducción de la prima frente al bono americano", concluye Semenzato.