
Hace ya meses que comparto con ustedes una idea que no me quito de la cabeza: construir una cartera de futuro para mis mellizos, Joan y Gerard, pensada no para el próximo trimestre, sino para las próximas dos décadas. Una cartera que no busque la inercia de lo conocido, sino el vértigo ilusionante de lo que está por venir. A esa selección la llamamos la Cartera Disruptiva, y en ella caben aquellas compañías que, si hacen bien su trabajo, podrían ser las Alphabet o las NVIDIA del mañana.
Hoy quiero hablarles de un sector que encarna mejor que ningún otro esa filosofía de largo plazo: la neurotecnología, o lo que es lo mismo, la intersección entre biología, electrónica e inteligencia artificial aplicada directamente al cerebro humano. Un terreno en el que ya no se especula con conectar máquinas a personas, sino que se está empezando a hacer. Literalmente.
Proyectos como Synchron, que ha conseguido implantar interfaces cerebrales sin necesidad de abrir el cráneo, están demostrando que el teclado y el ratón podrían ser en 20 años lo que hoy es una disquetera. Synchron aún no cotiza, pero si algún día lo hace, sería uno de esos estrenos que uno sueña con haber anticipado. Mientras tanto, ya hay varias compañías en el mercado trabajando desde distintos frentes en esta revolución silenciosa: desde chips que imitan el pensamiento humano, hasta implantes que modulan el sueño o la memoria.
Las miramos, como siempre, con cabeza fría desde el punto de vista técnico, pero sin olvidar que el verdadero potencial está en lo que pueden ser… cuando nuestros hijos o nietos tengan nuestra edad. Y créanme: si alguna de estas apuestas sale bien, ellos se acordarán de aquel padre -o de aquel abuelo- que un día creyó en el futuro.
BrainChip Holdings (BRCHF)
Esta empresa australiana cotiza en mercados OTC en EEUU, pero su ambición no entiende de fronteras. Desarrolla chips neuromórficos que replican el funcionamiento del cerebro, lo que permite un procesamiento eficiente directamente en el dispositivo sin depender de la nube. Su tecnología Akida puede revolucionar desde sensores médicos hasta coches autónomos. Técnicamente, es un valor muy volátil y especulativo, ideal solo para quienes aceptan curvas bruscas en busca de una autopista futura.
Desde el punto de vista técnico, lo más llamativo es comprobar cómo el título lleva un año y medio consolidando posiciones dentro de una figura triangular que, por ahora, se mantiene activa. Este tipo de patrones suelen resolverse en la dirección de la tendencia previa, en este caso bajista, aunque no es raro que actúen como figuras de vuelta al alza. Las primeras pistas que apuntarían hacia ese giro vendrían con la superación de los 0,24 dólares, y sobre todo si logra batir la resistencia clave de los 0,29. En ese escenario, o si volviera a aproximarse a la base del triángulo en los 0,1720 dólares, me plantearía seriamente incorporar este valor a la cartera disruptiva que construyo para mis hijos.

Inspire Medical Systems (INSP)
A diferencia de otros nombres del sector, Inspire ya comercializa con éxito un dispositivo implantable que trata la apnea del sueño mediante estimulación nerviosa. Es neurotecnología aplicada, rentable y escalable. Su cotización, tras una fuerte corrección, empieza a formar una zona de soporte interesante desde la que podría reconstruir su tendencia alcista de largo plazo. Un candidato con más músculo fundamental y menos ciencia ficción que otros nombres.
Técnicamente, Inspire Medical presenta una evolución gráfica que me gusta bastante, ya que durante los últimos años ha corregido entre el 61,80 y el 66% de toda la anterior alza, tras alcanzar la zona de los 127,70-140 dólares. Desde este entorno, o en el peor de los casos desde la zona de soporte de los 100-90 dólares (soporte decreciente y ajuste del 78,60% de Fibonacci), considero que el título podría retomar su tendencia alcista y desarrollar un nuevo segmento de subida que lo lleve a marcar máximos históricos por encima de los 330 dólares. Si eso sucede, la compra realizada en niveles actuales estaría siendo refrendada por el propio mercado, que reconocería y valoraría el negocio de esta compañía.

Abbott Laboratories (ABT)
Dentro de su amplio imperio sanitario, Abbott mantiene una sólida división de neurociencia, con dispositivos de estimulación cerebral profunda para tratar el Parkinson o trastornos depresivos resistentes. No es una compañía pequeña ni especulativa, pero sí una vía sólida para exponerse a esta temática desde una gran estructura global.
Técnicamente, se encuentra en un amplio lateral con techo en los 141 dólares, nivel que está atacando a corto plazo y que podría estar actuando como una plataforma de acumulación de largo plazo. Es una opción más defensiva, pero no por ello menos estratégica, especialmente si en los próximos meses el título se dirigiera hacia la base del canal lateral, situada en la zona de los 100 dólares. Ahí la espero. Y si no llega, pues buen viaje.

MindMed (MNMD)
Más atrevida que todas las anteriores, MindMed apuesta por psicodélicos como el LSD modificado para tratar trastornos de ansiedad, TDAH y depresiones graves. Su enfoque combina neurociencia y biotecnología disruptiva, con ensayos clínicos en marcha y una fuerte base de investigación.
Técnicamente, me encanta el patrón de bandera que viene acotando la consolidación del título durante el último año y medio. Este tipo de pautas suelen ser de continuidad de la tendencia previa, que en este caso es claramente alcista, por lo que me parece una opción interesante para compras parciales ahora que cotiza en la parte media de ese canal. El escenario que busco es que logre superar la resistencia de los 10 dólares y se dirija de nuevo hacia sus altos del año 2022, en la zona de los 14 dólares.
Para finalizar, insistir en que uno invierte en estos valores sabiendo que no busca el confort de lo probado, sino la posibilidad, remota pero real, de estar comprando el embrión de algo enorme. No se trata de adivinar qué empresa lo conseguirá, sino de construir una cesta bien pensada que, con tiempo, talento ajeno y paciencia propia, pueda acompañar la evolución de tecnologías que transformarán el mundo en el que vivirán nuestros hijos.
Yo, personalmente, no compro MindMed ni BrainChip pensando en los próximos resultados trimestrales. Lo hago porque, si algún día Joan o Gerard trabajan con su mente conectada a un sistema, quiero que puedan decir que su padre invirtió en estas compañías cuando aún parecían ciencia ficción. Porque a veces, la mejor forma de anticipar el futuro no es adivinarlo… sino financiarlo.
