
El mercado norteamericano ha activado en las últimas sesiones una de las señales técnicas bajistas más conocidas por los analistas: el temido cruce de la muerte. Esta señal se produce cuando la media móvil simple de 50 sesiones (MM50) cae por debajo de la media móvil de 200 sesiones (MM200), y suele ser interpretada como un síntoma claro de deterioro estructural en la tendencia de fondo del mercado.
Este cruce no es infalible, pero sí tiene una poderosa carga simbólica y estadística. Su aparición en el S&P 500, el principal índice de referencia mundial, se convierte en otra evidencia técnica de que los máximos marcados recientemente -tras el hito tecnológico de DeepSeek, y que he denominado como el techo de DeepSeek- podrían haber sido el techo definitivo de la gran tendencia alcista iniciada en octubre de 2022.
Desde esos mínimos de 2022 hasta los máximos de 2025, el S&P 500 llegó a revalorizarse más de un 75%, impulsado por el entusiasmo inversor ante el boom de la inteligencia artificial generativa, la recuperación económica y la política monetaria cada vez más acomodaticia. Sin embargo, ese impulso parece haberse agotado, y el reciente cruce bajista de medias móviles es una advertencia clara de que el mercado podría estar cambiando de ciclo.

Este actual rebote que estamos viendo en Wall Street, por tanto, debe ser considerado con cautela. Podría tratarse simplemente de un pullback o reacción técnica dentro de un contexto más amplio de deterioro. No debemos descartar la posibilidad de que en próximos meses el mercado estadounidense desande parte importante del rally previo, e incluso corrija hasta el 61,8% de Fibonacci de toda la subida desde octubre de 2022, lo que llevaría al S&P 500 hacia niveles cercanos a los 4.500 puntos.
El alcance de los 4.500 puntos supondría imitar a la perfección la caída vista durante el 2022. En el peor de los casos, podríamos caer a los 4.000 enteros, lo cual supondría replicar la caída vista durante el Covid crash del 2020.