
Trump prometió hacer "América grande de nuevo" bajo el paraguas de una prosperidad económica sin igual, aunque ahora empieza a medir sus palabras mientras el sistema se resquebraja. En una entrevista hace unas semanas con Fox News, el presidente de Estados Unidos respondió de esta manera cuando lo preguntaron por los indicadores económicos que apuntan hacia una posible recesión en 2025: "Odio predecir cosas como esa. Hay un periodo de transición, porque lo que estamos haciendo es muy grande, estamos trayendo la riqueza a EEUU de nuevo", afirmó.
Y es que a pesar de que la administración republicana haya minimizado en gran medida el malestar entre los estadounidenses, argumentando que no refleja necesariamente la situación económica real del país, la objetividad de los datos no da lugar a confusión: la presión inflacionista sigue siendo persistente sobre la economía estadounidense y su impacto en el consumo ya se hace notar en las grandes cadenas minoristas. Algunos de los grandes almacenes de mayor tamaño de EEUU están contando una historia diferente al relato de las autoridades políticas.
Walmart, que ha aguantado los envites de la inflación creciente en los últimos años trasladando el incremento de costes a precios, a finales de febrero recortó de una forma drástica su pronóstico de ganancias para 2025 con previsiones de venta que más allá de ser conservadoras, no incluían el posible impacto que los aranceles de Trump a la Unión Europea (UE), México y Canadá, por lo que las consecuencias en las cuentas podría ser incluso mayor. La mayor cadena de supermercados de Estados Unidos pronosticó un beneficio por acción ajustado para todo el año de entre 2,5 y 2,6 dólares, por debajo de los 2,76 dólares que esperaba el mercado encontrar.
A nivel global y tomando como referencia las expectativas de beneficios para el sector en 2025 de principios de año, el sentimiento del mercado ha cambiado al revisar sus proyecciones de ganancias netas a la baja en más de un 5%, mientras que han mejorado en algo más del 1% para el conjunto del S&P 500.

Dollar General, Macy's o Deckers Outdoor -el valor más bajista en lo que va de año de Wall Street- también han mostrado cautela sobre la evolución del negocio a lo largo de los próximos doce meses citando una elevada "incertidumbre económica".
Y todo en un momento en el que la mayoría de las compañías han recabado una reducción de las estimaciones de beneficios netos para 2025 desde que empezara el año con caídas significativas en el caso de Macy's (-21,53%) y Dollar General (-10,63%), lo que refleja un entorno desafiante para algunos segmentos del comercio minorista como, en este caso, todo lo que tiene que ver con la indumentaria y otros productos no relacionados con la alimentación.
Así, Walmart y Dollar Tree han sido las empresas con un menor ajuste negativo, con variaciones de entre el -1,82% y del -0,28%, respectivamente, en vistas de una mayor resiliencia económica por parte de estos nombres propios.
Respecto al potencial en bolsa, las expectativas, sin embargo, no reflejan un pesimismo por parte de los expertos del mercado. Para Deckers Outdoor -que se deja en el año más de un 40% de valor- el potencial otorgado por el consenso de los analistas es superior al 81%, seguido de Target (26,6%) y Walmart (29,8%), lo que da a entender una posible oportunidad de inversión en estos títulos. No obstante, Macy's (3,1%) y Dollar General (2,6%) presentan un potencial más limitado.
En este sentido, el sentimiento mayoritario es el de 'mantener' los títulos de la industria, salvo en tres casos: Home Depot, Walmart y Deckers Outdoor, que reciben una recomendación de 'comprar'.
Los consumidores, hundidos...
Por el momento, los datos muestran una realidad pesimista en las calles de la mayor economía del mundo. La confianza del consumidor estadounidense está en su nivel más bajo de los últimos doce años -las expectativas a futuro superan el nivel asociado a una crisis económica- a medida que se va extendiendo la idea entre la población de que una desaceleración aguda podría ser inevitable y habrá una mayor inflación debido a la ofensiva arancelaria lanzada por la Casa Blanca contra el resto del mundo.
El índice de confianza del consumidor de The Conference Board retrocedió en marzo 7,2 puntos, hasta los 92,9 enteros, su nivel más bajo desde enero de 2021, por debajo de las estimaciones del consenso del mercado.
Esta marcha atrás es la cuarta caída mensual consecutiva de la confianza reflejando un deterioro similar en el indicador de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, que también ha borrado todas las ganancias obtenidas tras la victoria electoral de Trump en noviembre.
... y la administración hace oídos sordos
Pero desde la Casa Blanca dicen que nada del pesimismo que trasmiten los datos se hace notar en las calles. El presidente del Consejo de Asesores Económicos, Stephen Miran, aseguraba en las últimas horas que "no cree" que haya una correlación "muy fuerte" entre los datos de confianza del consumidor y los de gasto real de los consumidores. "Sales a la calle y la gente sigue con su vida: cobran y gastan sus sueldos. La economía avanza a buen ritmo", comentaba en la CNBC.
Sin embargo, la empresa advierte de una "gran incertidumbre económica" que se hace notar desde hace semanas en los hábitos de consumo de los estadounidenses centrados en sobrevivir antes que en hacerse con un nuevo coche o pensar en la compra de una vivienda.
Un dato subyacente a la encuesta de The Conference Board muestra una tendencia, cuanto menos, sorprendente: los ciudadanos de EEUU han aumentado su intención de hacer compras 'caras' como los electrodomésticos. "Esto podría reflejar el deseo de compra antes de que entren en vigor los aranceles -está previsto que suceda el próximo 2 de abril-, lo que conllevará un aumento de precios", comenta la institución en el informe.
El verdadero golpe a Trump
Estos pronósticos tan poco halagüeños que ofrece la economía de EEUU amenazan con gripar el motor del sistema: el consumo doméstico. En los últimos años, el consumo privado ha sido la variable que más ha impulsado el crecimiento de la nación, representando aproximadamente el 70% de su PIB.
Ahora, esta 'x' en la ecuación podría alterar la eterna promesa electoral de Trump -una bajada masiva de impuestos- de la que casi 100 días después de recuperar el Despacho Oval de la Casa Blanca el republicano apenas ha hablado. Y es que una política de laxitud fiscal aumentará, previsiblemente, los ingresos disponibles -con exenciones de tasas sobre las horas extra, los beneficios de la Seguridad Social o las propinas- y estimulará el crecimiento económico general, pero también podrían limitar el efecto positivo sobre el consumo total.
Se suma a todo ello un más que previsto aumento del déficit fiscal reduciendo los ingresos federales, acorde a las proyecciones más recientes, en casi 8 billones de dólares en una década. Esto limitará el efecto positivo sobre el consumo total, ya que los hogares de menores ingresos tenderán a gastar una mayor parte de sus ingresos adicionales en servicios básicos disminuyendo su capacidad de consumo.
La Fed se une al pesimismo
Todo ello se está dando en un contexto de avisos. La Reserva Federal (Fed) advertía hace unas semanas -sumándose a las alertas previas del Fondo Monetario Internacional (FMI)- del aumento de la incertidumbre sobre la economía estadounidense al rebajar en la última reunión del Comité de Mercado Abierto (FCOM, por sus siglas en inglés) las previsiones de crecimiento y elevar las de inflación para este año.
Aún con todo, proyecta dos recortes de cuarto de punto a lo largo de los próximos meses hasta dejar los tipos de interés en la horquilla del 3,75%-4% a finales de 2025 aunque "no hay prisa", decía el presidente Jerome Powell, por acometer esta política monetaria acomodaticia.