
La economía mundial atraviesa un momento de gran incertidumbre, con múltiples factores que podrían alterar el equilibrio financiero global. Las tensiones geopolíticas, la persistencia de la inflación y los elevados niveles de deuda privada y pública configuran un panorama en el que los mercados financieros y el sector bancario podrían verse sometidos a una nueva prueba de resistencia. En este contexto, los riesgos no solo provienen del sistema bancario tradicional, sino también de un creciente sector financiero en la sombra, menos regulado y aún no sometido a una crisis crediticia de gran calado. Esto es un gran reto para los banqueros centrales y los gobiernos, puesto que si llega una recesión, el 'estallido' de estos gigantes en la sombra puede tener un impacto difícil de calcular en la actualidad. Sobre estos desafíos y las perspectivas para el sistema financiero, Jérémie Boudinet, responsable de deuda financiera y subordinada de Crédit Mutuel Asset Management, analiza en esta entrevista para elEconomista.es las amenazas que acechan a los mercados y el papel que jugarán los bancos en los próximos meses.
¿Cree que existe el riesgo de una crisis financiera similar a la de 2008 si EEUU entra en recesión? ¿Cuáles podrían ser los principales desencadenantes de un acontecimiento de este tipo?
Ninguna crisis se parece a otra, aunque sí vemos algunas señales preocupantes que podrían tener consecuencias desalentadoras. La crisis bancaria regional que provocó la quiebra de varios bancos a principios de 2023 (Silicon Valley Bank, Signature Bank...) debería haber impulsado un fortalecimiento de la supervisión financiera. Sin embargo, hasta ahora no se han aplicado medidas significativas y la nueva Administración estadounidense parece inclinarse por la desregulación. Todavía existen más de 4.000 entidades de crédito, la mayoría escasamente capitalizadas y sujetas a escasa regulación.
Por si fuera poco, se está produciendo un enorme aumento del crédito privado y de los CLO por sus siglas en inglés (obligaciones garantizadas por préstamos), a medida que los bancos reducen algunas de sus actividades habituales de financiación a empresas. Desde la crisis financiera mundial no se han visto sometidos a una verdadera recesión y crisis crediticia. Estamos viendo un deterioro de los préstamos para automóviles y tarjetas de crédito, que podría empeorar en un escenario de recesión. Los grandes bancos deberían estar bien posicionados, ya que están adecuadamente capitalizados y bien gestionados, pero seguimos desconfiando de las instituciones bancarias más pequeñas.
¿Cuál cree que es el mayor riesgo para los mercados financieros en los próximos meses y años? ¿Podrían convertirse en amenazas importantes las tensiones geopolíticas, las presiones inflacionistas o la deuda de las empresas?
No hemos experimentado una verdadera recesión económica acompañada de una crisis crediticia en los últimos diez años, ya que la deuda pública y privada han servido, en cierta medida, como escudo a la economía. Con el auge del crédito privado y su titulización a través de las CLOs, vemos algunas amenazas procedentes del "sector bancario en la sombra", un sector mucho menos regulado que el sistema bancario y muy opaco. Muchos compradores institucionales, como compañías de seguros y gestores de activos, invierten ahora en este mercado, que aún no ha sufrido una verdadera crisis crediticia. Las crisis de la Covid-19 y la inflación de 2022 fueron demasiado efímeras para desencadenar una verdadera crisis crediticia. Esto significa que, si llegara una recesión profunda y duradera, podríamos adentrarnos en territorio desconocido.
¿Qué explica la resistencia de los bancos españoles a pesar del ciclo de relajación del BCE?
Las tendencias macroeconómicas se mantienen mucho mejor en España que en otros países de la eurozona, lo que permite a los bancos locales seguir aumentando sus préstamos. Los ingresos por intereses han empezado a ralentizarse, pero siguen siendo muy satisfactorios, sobre todo en los bancos españoles que también operan fuera de España. Las provisiones para insolvencias también son muy bajas, gracias al saneamiento de los balances, y, además, la eficiencia de costes ha mejorado en las redes de banca minorista. Los bancos españoles están cosechando los beneficios de haber acumulado enormes reservas a lo largo de los últimos diez años para reforzar sus ratios prudenciales de solvencia y liquidez, además de haber hecho frente a sus préstamos morosos, que tanto les costó eliminar.
¿Cree que es factible que la OPA del BBVA sobre el Banco Sabadell acabe materializándose?
Es muy posible, sí, ya que en España hay menos interferencia política en el sistema bancario que en otros países, aunque sigue existiendo, especialmente en Cataluña. Los reguladores también consideran que los bancos más grandes están en una posición sólida y pueden prestar más, gracias a una mayor eficiencia de costes. España ha tenido una amplia experiencia de fusiones y adquisiciones bancarias con éxito en los últimos 15 años, y esto ha desempeñado un papel importante en la reestructuración del sector, lo que significa que ni los reguladores y ni los gobiernos tienen una visión negativa de las transacciones futuras. El caso de BBVA y Sabadell es, por supuesto, más complejo, teniendo en cuenta el tamaño y el solapamiento de ambas entidades, pero sigue habiendo muchas posibilidades de que se llegue a un acuerdo.
Vemos una tendencia en el sector bancario hacia la creación de grandes entidades. ¿Seguiremos viendo este tipo de movimientos corporativos en los próximos años?
Creo que sí, y esto es así en toda Europa. Tras la gran crisis financiera, las normas de Basilea III obligaron a los bancos a reducir significativamente su apalancamiento, al tiempo que reforzaban sus ratios de solvencia y mantenían sus balances saneados. Junto con unos tipos mucho más bajos y unos costes elevados, debidos a unas redes minoristas sobredimensionadas, los bancos no tuvieron más remedio que hacerse más grandes para sobrevivir. En nuestra opinión, los bancos se han vuelto comparables a las compañías de seguros, que están fuertemente sobrecapitalizadas y adoptan un enfoque prudente a la hora de mantener o invertir en activos que tienen muchas posibilidades de perder valor o causar inestabilidad financiera. Por lo tanto, el tamaño se ha convertido en el principal mecanismo para lograr una rentabilidad razonable, manteniendo al mismo tiempo las actividades diversificadas para capear las recesiones.
¿Es este un riesgo que los inversores de bancos deben tener en cuenta? ¿No hemos aprendido nada del 'demasiado grande para caer'? ¿Dónde está el límite de estos movimientos corporativos?
La narrativa del «demasiado grande para quebrar» ha cambiado completamente respecto a su planteamiento original. Antes, los reguladores y gobiernos pensaban que los bancos más pequeños serían más fáciles de liquidar, pero no es cierto. Por ejemplo, en Estados Unidos, en 2023, el contagio se extendió rápidamente debido a la falta de confianza y desencadenó una retirada masiva de depósitos ("bank run"). Los bancos más grandes se consideran más seguros, ya que están más capitalizados que las entidades más pequeñas y sujetos a una mayor supervisión prudencial.
El problema no radica en el tamaño de un banco, sino en sus controles de riesgo y sus ratios prudenciales. Credit Suisse era un banco sistémico mundial, pero ha desaparecido sin provocar ningún problema sistémico, gracias a la solidez de UBS y de otros grandes bancos europeos comparables. Existe un límite natural al tamaño de los bancos, que viene determinado por la normativa antimonopolio, pero también por las normas reguladoras, que obligan a los bancos más grandes a poseer más capital. Por ello, a partir de cierto punto, el crecimiento de los grandes bancos ofrece beneficios cada vez más limitados.
¿Cómo espera que financien las fusiones y adquisiciones (emisión de deuda, recortes de dividendos, venta de negocios...)?
Las fusiones y adquisiciones funcionan de forma bastante diferente para los bancos que para las empresas no financieras. Deben financiarse con excedentes de capital, potencialmente junto con ampliaciones de capital, ya que los reguladores no aprobarían una operación que debilitara la solidez de ambas entidades. Las ventas de negocios son bastantes poco comunes hoy en día, pero los bancos suelen contar con sinergias de costes, a través de sistemas informáticos y sus redes minoristas.
¿Dónde reside el riesgo de que las fusiones y adquisiciones afecten a la rentabilidad del negocio de los bancos europeos?
Cada vez veo con más recelo las recientes operaciones de fusiones y adquisiciones, especialmente en Italia, donde los bancos parecen tener prisa por anunciar este tipo de movimientos antes de convertirse en objetivo de compra. Como se espera que los tipos bajen en Europa en un futuro cercano, cabe esperar que la rentabilidad de los bancos disminuya en cierta medida. En consecuencia, algunos consejeros delegados están ansiosos por ofrecer una nueva narrativa a sus accionistas, tratando de hacerse más grandes. Así pues, el riesgo para la rentabilidad reside en unos objetivos de sinergia y crecimiento poco realistas, ya que los bancos siguen siendo un sector cíclico que opera en mercados maduros de Europa.
¿Ve factibles los movimientos corporativos transfronterizos, entre bancos de distintos países de la UE o incluso entre bancos de la zona euro y de fuera de ella?
El principal obstáculo para las fusiones y adquisiciones transfronterizas es la política. Los gobiernos y los políticos están abiertos a la idea de que sus bancos locales adquieran otros extranjeros, pero no a la inversa. La oposición de los políticos alemanes a que el banco italiano UniCredit se acercara a Commerzbank fue un claro ejemplo de ello. Las fusiones y adquisiciones transfronterizas son más complicadas de llevar a cabo, ya que requieren reservas de financiación y solvencia independientes en cada país, pero definitivamente no son imposibles... siempre que los poderes locales no lo impidan.
Dentro de Europa, ¿qué país será probablemente el más propenso a las fusiones y adquisiciones de bancos nacionales, y por qué?
En nuestra opinión, Italia debería ser el país más activo en fusiones y adquisiciones durante los próximos años, ya que cuenta aún con más de un centenar de entidades de crédito. Alemania también cuenta con varios centenares de bancos, pero una gran parte de ellos son de titularidad pública, lo que impide cualquier movimiento significativo de este tipo de operaciones.
También vemos fusiones y adquisiciones en el sector de la gestión de activos. ¿Ve más factibles las operaciones transatlánticas en este ámbito?
La industria de la gestión de activos también está sometida a varios vientos en contra -la feroz competencia de las inversiones pasivas y los elevados costes regulatorios- que están obligando a los agentes a consolidarse. Los bancos también están desempeñando un papel importante, ya que BNP Paribas está comprando AXA IM1 a través de su división de seguros Cardif, al igual que el banco italiano Banco BPM está comprando Anima, mientras que Natixis IM y Generali se están uniendo. Los bancos están comprando gestores de activos a través de su rama de seguros, ya que es menos costoso desde el punto de vista de la solvencia prudencial, y eso pone en desventaja a las aseguradoras «puras», que no pueden hacer lo mismo. La consolidación es más fácil de hacer a escala transfronteriza aquí, ya que los impedimentos políticos suelen ser menos importantes, pero no debería implicar a los gestores de activos de fuera de Europa, debido a las diferencias de regulación y a la inestabilidad política