
Un mercado que ya estaba muy movido durante los primeros dos meses del año ha entrado en una nueva fase marcada por la alta volatilidad a medida que se suceden las noticias en torno a los aranceles de Estados Unidos, la guerra en Ucrania, la economía estadounidense, el proceso de rearme en Europa y la decisión del nuevo gobierno alemán de retirar el límite de déficit para poner en marcha un programa de estímulo.
Todo esto ha provocado fuertes turbulencias en los mercados durante los últimos días. En Estados Unidos las bolsas se han desplomado ante las primeras evidencias de un posible deterioro económico en un contexto en el que la inflación sigue por encima del objetivo, lo que deja a la Fed en una posición complicada para actuar en próximas reuniones.
Mientras, en Europa se discute cómo responder a los aranceles de Trump y al nuevo escenario geopolítico en el que la soberanía militar jugará un papel clave para el que los países deberán incrementar su gasto en defensa. Alemania ha ido más allá y ha aprovechado la coyuntura tras las elecciones para retirar el límite de déficit fiscal y anunciar un paquete de estímulos de medio billón de euros para reflotar una economía estancada a través de las infraestructuras.
La reacción del mercado fue clara y los bonos alemanes cotizaron esta decisión con una fuerte caída de sus precios al descontar un mayor endeudamiento de la principal economía europea y, en consecuencia, un nuevo riesgo inflacionista que podría frenar al BCE en su camino por alcanzar de nuevo la normalidad en los tipos de interés.
Esto llevó al Bund alemán pasó de ofrecer una rentabilidad de menos del 2,5% a superar el 2,9% actual en apenas unos días, arrastrando a su vez al resto de sus homólogos del Viejo Continente, aunque manteniendo las primas de riesgo periféricas en zona de mínimos de 4 años. Así, diferencia que había entre la renta fija soberana europea y estadounidense se ha recortado drásticamente en la última semana. Entre el Bund alemán y el T-Note apenas hay ahora 1,3 puntos porcentuales de distancia, la menor desde julio de 2023, cuando el BCE llegó a su techo en el ciclo de subidas de tipos y la Fed recortó en 50 puntos, por primera vez, su respectiva referencia.
Por tanto, de cara al inversor europeo, lo que ahora cabe preguntarse es si merece la pena asumir el riesgo divisa de cruzar el charco para invertir en este tipo de activos por ese extra de rentabilidad. Pero es que sin salir del Viejo Continente y de la zona euro las diferencias con respecto a los otros grandes bonos son aún más estrechas. De los 27 puntos básicos que hay frente al italiano a los 70 sobre el francés, los 76 con respecto al español o los 90 contra el bono portugués a 10 años.
Rafael Valera, consejero delegado y gestor de renta fija de Buy & Hold, considera que "el riesgo divisa es un factor a evitar en la inversión en renta fija y nunca creemos que merece la pena tomarlo incluso cuando el cambio pudiera beneficiarnos puntualmente". "Las circunstancias que afectan al mercado cambiario son tantas y tan impredecibles que preferimos evitar siempre su impacto en nuestra inversión en bonos", sigue el experto. "Siempre preferimos emisiones en euros aunque tengamos compañías radicadas fuera de la eurozona y, en el caso de hacerlo en alguna moneda extranjera, establecemos coberturas", concluye Valera.
Y es que es cierto que el mercado de divisas tampoco ha estado ni estará exento de volatilidad, y más viendo lo que ha sucedido en las últimas semanas. El par euro/dólar ha pasado en solo unos días de cotizar por debajo de los 1,04 dólares a superar los 1,09. O lo que es lo mismo, se ha llevado un 5% de la rentabilidad que se hubiese obtenido en dólares.