
Del entusiasmo a la decepción de la inteligencia artificial. DeepSeek, la IA low cost de China ha traído de cabeza en los últimos días a los mercados mundiales pendientes, más que de otra cosa, de los fundamentales de unas compañías -la mayoría de ellas estadounidenses- que, tras rascar un poco, se ha visto que podría no ser la tierra prometida.
En este sentido, podría parecer que se resquebraja el futuro, pero igual entornando algo más los ojos se vislumbre un escenario en el que las empresas de semiconductores no lo son todo y que hay vida más allá: en la computación cuántica que, por cierto, también está presente ya en los mercados de capitales.
En un primer momento, se podría pensar que se está ante algo enorme, especialmente con su novedosa visión de la entropía en el espacio. Sin embargo, al evaluar su historial y el estado del espacio cuántico en general, hay muchos motivos para, al menos, mostrar algo de escepticismo sobre estas empresas. De momento son pocos los actores que juegan el partido, aunque el sector podría decirse que está en llamas, a pesar de que a día de hoy los fundamentes sean una quimera para quienes no conocen la industria a fondo.
Las acciones de computación cuántica han disparado su valoración media un 844%, pero para muchos todavía son toda una incógnita aunque, en resumen, lo que ofrecen es una manera mucho más rápida y sencilla de trasladar informaciones muy complejas, esto es, el próximo paso a la inteligencia artificial generativa del chatGPT o DeepSeek con aplicaciones que van desde esa IA hasta el descubrimiento de nuevos fármacos. En el caso concreto de la industria farmacéutica, la computación cuántica podría simular interacciones moleculares de una forma más precisa, agilizando los plazos y, por supuesto, el coste de los medicamentos.
En esta dirección, las últimas estimaciones de Fortune Business Insights contemplan que el valor de mercado del sector de la computación cuántica aumente desde los 1.160 millones de dólares actuales hasta los 12.620 millones de dólares en 2032, agregando un 1.000 millones a la economía global durante los próximos 10 años. Otro informe de SkyQuest, sin embargo, vaticina que el valor de esta industria pasará desde los 2.330 millones en 2024 hasta los 75.570 millones en 2032.
IBM y Google, las pioneras
En la última década, la computación cuántica ha vivido su particular explosión, en concreto, desde que en 2016 IBM presentara la Quantum Experience que ofrecía acceso desde la nube a procesadores cuánticos. Aun con todo, la popularización de esta tecnología vino en 2019 cuando Google reivindicó su "supremacía cuántica" al presentar Sycamore, un sistema capaz de realizar en 200 segundos -poco más de tres minutos- una tarea específica que a las mejores supercomputadoras del mundo les llevaría 10.000 años completar, según advirtió la propia compañía.
Desde 2020, las cosas han cambiado. Nuevas empresas han entrado a jugar en el partido con Rigetti, IonQ y Quantum Computing como máximos exponentes; junto a D-Wave son las empresas del sector que cotizan en bolsas totalizando algo más de 14.500 millones de dólares de capitalización de mercado, una ínfima parte del valor total de la tecnología estadounidense del Nasdaq 100.

Menos Quantum Computing, la acción primigenia del sector en Wall Street, que es la única que recibe una recomendación de 'comprar' por parte de los analistas, el resto de títulos se consideran por los expertos un lastre en cartera y por ello entienden que habría que 'vender'. Aun con todo, a pesar de que el potencial medio en bolsa de las acciones del sector es del -0,42%, existe cierto optimismo sobre títulos como D-Wave (27,7%) y IonQ (17,6%), a pesar de contar con una capitalización de mercado de apenas de unos miles de millones de dólares.
Mención aparte merece Rigetti, participación presente en La Cartera Agresiva de elEconomista.es, con una subida acumulada en los últimos seis meses de más del 1,187%, pero que desde principios de año ha corregido más de un 34%.
En todo caso, esta industria se encuentra todavía ante una realidad "muy limitada" ya que solo es posible encontrarla en máquinas "muy concretas" en propiedad de gigantes del sector. "Tardará bastante en ser accesible al público en general", comenta el catedrático de lenguajes y sistemas informáticos de la Universidad de Sevilla, José Cristóbal Riquelme, quien calcula, aunque advierte de que podría ser antes, que hasta la década de 2030 la computación cuántica "no estará lo suficientemente extendida como para verse afectada por las herramientas de IA actuales".
Riesgos cuánticos
De hecho, entre los riesgos que se esgrimen en torno a estas empresas siempre son los mismos y muy similares a los que planean sobre la inteligencia artificial: no se conocen bien y no se entiende mucho lo que hacen. Quantum Computing, fundada en 2018, admite estar todavía es una fase temprana de desarrollo. D-Wave, ahora entendida como la líder del sector, comenzó a cotizar en 2022 y a día de hoy los balances muestran unos ingresos mínimos y que siguen perdiendo dinero.
Todavía es complicado, por lo tanto aplicar las métricas de valoración tradicionales a acciones como estas al igual que se hacen sobre otros títulos más grandes y asentados en el mercado como Nvidia o Alphabet. Mientras las acciones tecnológicas suelen cotizar a un PER de entre 10 y 20 veces, estos títulos cuentan una ratio negativa.