
La probabilidad de que alguien lanzando dardos sobre las páginas de un periódico, como si fuese una diana, para seleccionar títulos con los que batir a los mejores del mercado a largo plazo es la misma que pensar que un huracán arrasase una chatarrería y con todo lo cogido ensamblase en el aire un Boeing 747 dispuesto para despegar.
En la excepcionalidad de un periodo corto como un año puede suceder que el azar se imponga a la selección de calidad. En el libro Un paseo aleatorio por Wall Street, Burton Gordon Malkiel escribió que cualquier mono con los ojos vendados y lanzando dardos a las páginas financieras de la lista de acciones The Wall Street Journal podría escoger una cartera que diera retornos parecidos a los escogidos minuciosamente por los mejores analistas de mercado. The Wall Street Journal recogió el testigo de esta afirmación y creó la Cartera del Mono. En el primer envite, el comportamiento de la cartera de valores elegida al azar por el mono batió al 85% de los fondos de inversión referenciados al mercado estadounidense, además de haber superado al comportamiento de los principales índices del país. Años después el experimento fue fallido y el mono y su cartera desaparecieron.
La selección de compañías de calidad responde en gran medida a qué se está dispuesto a pagar por el beneficio de ellas. Motivo por el que price to earnings ratio (PER), o veces que el precio está recogido en el precio de la acción, se convierte en el primer motivo para tomar una decisión de inversión. El mono nunca se fijaría en la generación de las ganancias y, mucho menos, en que la aproximación a estas no es estanca y se suceden situaciones por las que crecen o decrecen.
Por eso nuestro primate selector de acciones no percibiría como un peligro que el principal índice la bolsa estadounidense arranca el año, por la expectativa de bajada de impuestos y la mejora de ganancias, con una prima del 25% sobre el multiplicador histórico de beneficios, 22,2 veces frente a 17,7. La bolsa americana se ha pagado en precios de burbuja –considerada como cotizar con una prima del 20% sobre la reversión a la media–, poco más del 11% del tiempo. En el lado contrario, el S&P 500 se ha pagado en precios de chollo –considerados como cotizar con un descuento del 20% sobre la reversión a la media–, el 9,9% del tiempo.
En la siempre castigada Europa, lejos de burbuja hablamos de abaratamiento. Es un clásico porque es el mercado castigado por una irresoluble burocratización, su dependencia energética y, este año, desistimiento hasta por el value que es. Pero no hay que claudicar. Las bolsas solo cotizan en los extremos de las oportunidades máximas, en las zonas de compra y venta perfectas, poco más del 20% del tiempo. ¡Y este no es el caso de Europa! Otro motivo más para concluir que hay que estar siempre en mercado.