
La industria de gestión de patrimonios se enfrenta a constantes tendencias que están redefiniendo las necesidades de inversores y remodelando la industria en un momento de incertidumbre económica y geopolítica; innovación tecnológica, mayor regulación, competencia intensificada y cambios demográficos. La carrera por la ventaja competitiva en la gestión de patrimonios está siendo cada vez más motivada por los avances en Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence) y aprendizaje automático (Machine Learning).
Estas tecnologías tendrán un papel muy importante a medida que las firmas buscan crear servicios de gestión de patrimonios híper personalizados. Con una automatización extrema que agiliza las tareas rutinarias y la analítica predictiva anticipando tendencias del mercado, el banquero privado podrá usar estos avances para liberar más tiempo y centrarse en las relaciones personales con los clientes. Y la cuestión ya no es personas versus asesoramiento digital: la respuesta es que los inversores necesitan y esperan ambos.
Aún no hemos descubierto todas las formas en que la IA cambiará la gestión de patrimonios. Una posibilidad es usarla para aumentar el nivel de conocimiento de los nuevos asesores, para iniciarlos con el conocimiento que los más experimentados podrían tener y la formación que anteriormente sólo se podría adquirir con el tiempo. En medio del entusiasmo en torno a este tema, la industria enfrenta una necesidad crítica de distinguir lo genuinamente beneficioso de lo excesivamente promocionado, navegando por un laberinto de información a menudo engañoso.
Esto subraya la importancia de la supervisión y la gobernanza para salvaguardar los intereses de los clientes de gestión de patrimonios y sobre todo, mantener la confianza. En este panorama cambiante, las apuestas son más altas que nunca, enfatizando que la tecnología, aunque prometedora, debe ser empleada de manera efectiva y ética. En la era de la IA en el asesoramiento financiero, la importancia de las relaciones humanas sigue siendo primordial. Si bien la tecnología puede mejorar la eficiencia y recalibrar estrategias, no puede proporcionar el apoyo emocional y la comprensión holística de los eventos únicos en la vida de los clientes y su bienestar financiero. La confianza y el valor derivados de las interacciones humanas auténticas con asesores financieros son insustituibles, haciéndolos indispensables en un panorama cada vez más influenciado por la tecnología.
Un estudio de McKinsey asegura que para 2030, hasta el 80% de los nuevos clientes de gestión de patrimonios (la llamada Generación X y los Millennials) van a requerir un asesoramiento basado en datos e hiperpersonalizado que pueda ofrecerse de forma fluida, continua y eficaz; después de todo, se han acostumbrado al streaming a la carta (por ejemplo, con Netflix) y a la compra con un solo clic (el caso de Amazon). Satisfacer estas expectativas de los clientes requiere algo más que automatización. Los gestores de patrimonios que puedan aprovechar los datos y el análisis en la prestación de los servicios, reduciendo costes y tiempo de análisis en inversiones y centrándose en la captación de clientes, seguirán prosperando. Entender cómo aprovechar la IA y herramientas como ChatGPT va a ser esencial.
Pero la gestión del patrimonio es cosa personal. La confianza es una piedra angular de cualquier relación de banca privada. La IA puede procesar información, pero carece de la inteligencia emocional necesaria para generar confianza y empatía con el cliente. El asesor puede establecer una conexión, infundir confianza y navegar sobre discusiones financieras delicadas con empatía. Sin embargo, es evidente que para la gestión de patrimonios, la IA ofrece claras ventajas, siendo la más destacada el análisis de datos. Con la capacidad de procesar vastas cantidades de datos financieros en tiempo real, los algoritmos pueden identificar tendencias, evaluar riesgos y descubrir oportunidades que pueden escaparse del ojo humano.
Este nivel de precisión nos va a permitir carteras más personalizadas y diversificadas, maximizando finalmente los rendimientos para los clientes mientras se gestionan los riesgos de manera prudente. También facilita una experiencia más personalizada para el cliente. Al analizar el comportamiento del cliente, sus preferencias y metas financieras, el banquero privado o asesor financiero pueden usar la IA para personalizar sus recomendaciones. Esto no solo fomenta relaciones más fuertes entre el cliente y el asesor, sino que también asegura que los planes financieros se alineen estrechamente con las necesidades de cada familia.