
El mercado se había acostumbrado a la fuerza a convivir con una anomalía en los precios exigidos a la renta fija desde hace años. Los inversores habían estado pidiendo una mayor rentabilidad a ciertos activos de deuda con vencimientos a corto plazo que a los de largo plazo. ¿Por qué? Básicamente porque las subidas tan abruptas de tipos anticipaban un fuerte deterioro económico a corto plazo, lo que implicaba un mayor riesgo para el bonista más precoz que para el más paciente.
Esta anomalía se había estado dando en prácticamente todas las curvas de las grandes economías mundiales occidentales si atendemos a la relación de los rendimientos en el mercado secundario de los bonos a 2 y a 10 años, aunque también en duraciones distintas. Todo lo que no sea que la curva vaya de menos a más rentabilidad con duraciones más largas es algo ilógico en un mercado perfecto pues se entiende que a mayor plazo más incertidumbre sobre la recuperación de la inversión.
Así, en los últimos meses esto se ha venido revirtiendo a medida que crecían las expectativas en torno a los recortes de tipos (que ya han comenzado) en un entorno de aterrizaje suave de la economía. Al inicio de este mes se desinvirtió la curva en Reino Unido y Estados Unidos, quizás la mayor referencia económica a nivel mundial en este sentido. Y esta semana ha hecho lo mismo la alemana, que lo hizo por primera vez desde noviembre de 2022.
Los bancos centrales no solo han comenzado a realizar sus recortes de tipos después de dos años de contracción monetaria, sino que también están dibujando cómo será la senda en los próximos meses. El mercado espera entre 50 y 75 puntos menos antes de acabar el año por parte de la Fed y del BCE y que esta normalización continúe durante 2025, hasta dejarlos en niveles históricamente normales, en línea con cumplir los objetivos de devolver la inflación a su senda idea del 2%.
La deuda a corto plazo es la más sensible a los cambios en torno a las expectativas de tipos y la que se posiciona más rápido en función de lo que se espera de los bancos centrales. "La inclinación de la curva es un fenómeno global que podría ser incluso más pronunciado en EEUU", explican desde Andromeda Capital Management. Históricamente cuando la curva se ha invertido ha sido una señal anticipada de recesión, algo que en esta última etapa no ha sido así hasta el momento. "Lo que nos indica ahora la curva es la confianza en que los bancos centrales puedan sostener la expansión económica por más tiempo", apuntan en JP Morgan.
En teoría, el BCE tiene como único objetivo la estabilidad de precios mientras que la Fed sí contiene en su mandato la protección del mercado laboral y, por extensión, del crecimiento económico. Sin embargo, los últimos indicadores de actividad en el Viejo Continente han sido difíciles de ignorar y, aunque la inflación todavía no ha alcanzado su objetivo del 2%, el mercado prevé un recorte progresivo del precio del dinero en ambos lados del Atlántico, así como en Reino Unido. En Japón la visión es opuesta y, tras muchos años de tipos cero e inflación inexistente, ahora está empezando a repuntar y el BoJ ya ha realizado la primera subida de tipos en este caso, la cual conllevó el repunte del yen y la corrección bursátil a comienzos de agosto.
"La Fed está siendo muy agresiva a la hora de normalizar su política monetaria, hasta ahora restrictiva", apuntan en BlackRock. "Por eso los bonos pueden tienes un rol realmente bueno en una cartera a partir de ahora", agregan. Desde La Financière de l'Échiquier explican que "esta vuelta a la normalidad tiene una virtud, que es devolver a los inversores cierto margen de maniobra en términos de asignación de activos, ya que la renta fija puede volver a desempeñar su papel de colchón de seguridad en un momento en el que pueden aumentar las dudas sobre la fortaleza de la economía".
Solo queda Suiza
Dentro de las grandes economías mundiales se ven distintas historias. Frente a lo que han sido los incrementos repentinos de inflación y tipos de interés en potencias como EEUU, Reino Unido y la eurozona, hay otras áreas económicas que han tenido otras herramientas o contextos. Una de ellas es Suiza, la cual venía de tipos negativos al -0,75% y solo ha tenido que situar el precio del dinero en el 1,75% para controlar la inflación. De hecho, ya ha comenzado también sus particulares recortes, en 50 puntos, lo cual ha aplanado su curva pero todavía no la ha corregido del todo. El 2 y el 10 años, en este caso, ofrecen la misma rentabilidad.
En algunos de los grandes emergentes, como Brasil y México, el tipo de interés se sitúa en el 10,75% y sus curvas ni siquiera se han llegado a invertir. Por su parte, en China, donde el bono a 10 años apenas supera el 2% de rentabilidad, ha anunciado esta semana un nuevo plan de estímulo para recuperar el crecimiento de su economía y no caer en el estancamiento de precios que ha tenido Japón en la última década.