
La Reserva Federal (Fed) toma la rampa de salida para bajar tipos, pero fue deliberadamente ambigua en su reunión para no desvelar si recortará una o dos veces las tasas. Pero en el 'dot plot', la hoja de ruta de la institución sobre los tipos, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) se decantaron por una. El mercado y los analistas siguen apostando por dos. El mercado laboral sigue guardando la llave de cuántos descensos habrá este año.
La mayor subida de tipos en cuarenta años ha chocado con el mercado laboral más duro de la historia de EEUU. Desde la pandemia, las economías han comenzado a funcionar de manera extraña, sorprendiendo a economistas y analistas. Parte del misterio se encuentra en el mercado laboral, con una falta de mano de obra constante y una punzante necesidad de aumento de salarios, que ha terminado por apuntalar las dinámicas inflacionistas.
"La evolución de los mercados laborales tras la pandemia se asemeja a las condiciones de tiempos de guerra, con grandes aumentos en la ratio de vacantes por desempleo", indica Adam Slater, economista jefe de Oxford Economics. Pero para algunos analistas la fase de mercado de trabajo caliente en EEUU está muy cerca de terminar. "La fortaleza actual de la demanda laboral no está clara, ya que las nóminas no agrícolas contrastan con el aumento inicial y continuo de las solicitudes de subsidio por desempleo en las últimas semanas", comenta el economista jefe de Goldman Sachs, Jan Hatzius.
Para Goldman, el mercado laboral ha entrado en un claro punto de inflexión. Y esta afirmación, en este momento, es mucho decir. Durante mucho tiempo, la fortaleza del empleo ha traído de cabeza a la Fed. No terminaba de entender cómo la economía seguía creando empleo con la subida de tipos que había ejecutado. Powell lo calificaba de milagro.
"En última instancia, el principal impulsor de la demanda de mano de obra es la actividad económica, y el crecimiento del PIB se ha desacelerado significativamente", indica Hatzius. La economía estadounidense se frenó considerablemente en el primer trimestre de año. El PIB pasó de crecer a final de año un 3,4% a un 1,3% en el primer trimestre del año, en una clara señal de agotamiento. Goldman cree el panorama económico deja espacio para dos recortes uno en septiembre y otro en diciembre.
El problema es que muchos de los datos del mercado laboral todavía no juegan a favor del inicio de los recortes. "Es importante observar no solo un punto de datos, sino la tendencia y los promedios móviles de tres y seis meses de nuevos empleos volvieron a subir en mayo. Esto preocupará a la Fed, ya que un mercado laboral demasiado ajustado ejerce presión sobre los salarios y, por lo tanto, también sobre los precios", subraya Felix Schmidt, economista de Berenberg.
Tampoco ayuda la evolución de los salarios. El crecimiento promedio de los ingresos por hora se mantuvo en el 4% interanual, y el aumento mensual del 0,4 % en mayo fue significativamente mayor que el aumento del 0,2 % en abril. ""sta es una buena noticia para los consumidores, pero una mala noticia para la Fed", apunta el analista y recuerda que el empleo siguió mostrando una tendencia al alza en varias industrias, lideradas por la atención médica, empleo público y restauración.
La teoría del economista es que los incrementos salariales responden a movimientos rezagados como respuesta al impacto inflacionario, para recuperar poder adquisitivo. "Las autoridades corren el riesgo de ser demasiado cautelosas al centrarse demasiado en el crecimiento salarial retrasado", indica.
Pero el mercado laboral funciona como un indicador retrasado cuando se trata de calibrar la inflación. "Los bancos centrales han puesto mucho énfasis en esto en los últimos meses, temiendo una posible repercusión de los aumentos salariales en la inflación, pero hay pruebas considerables que sugieren que su atención al crecimiento de los salarios puede ser exagerada", destaca desde Oxford.
En este ciclo monetario viene siendo habitual que no cuadren las expectativas de recortes de tipos del mercado con los planes de la Fed o que los datos macroeconómicos sean mixtos y tampoco ayuden a descifrar la ecuación. Ya sea porque hay un exceso de celo por parte del banco central o porque no se da crédito a los tonos duros de los banqueros.
La tasa de fondos federales se mantiene en el 5,25-5,5% desde julio. Cuando se confirmó que ese sería el techo de los tipos de interés, el mercado se anticipó a descontar recortes y dio por hecho que el descenso sería igual de rápido y pronunciado que el ascenso. Pero ese exceso de optimismo que llegó a presupuestar siete bajadas de 25 puntos básicos ha tenido que dar marcha atrás.
La euforia se ha ido aplacando con el mensaje de que el último tramo de la inflación sería persistente y, tras una larga digestión, se han moderado considerablemente las expectativas del mercado. Ahora la brecha que separa a los inversores y al banco central es mucho más pequeña, aunque sigue existiendo, ambas partes están más alineadas.
En los momentos de excesivo optimismo, el tiempo ha acabado dando la razón de alguna forma a Jerome Powell, ya que, hasta la fecha, el FOMC no ha tenido motivos de peso para efectuar tal flexibilización. Es decir, ni el paro ha subido a niveles peligrosos, ni ha habido una recesión. Las perspectivas de recortes de tipos eran exageradas.
Sin embargo, las tornas han cambiado y parece que ahora quien exagera es la Fed. El organismo solo descuenta por completo un recorte de 25 puntos básicos, pero el 'dot plot' tiene matices. El documento no dejaba el círculo cerrado, ya que este reflejaba un recorte y un cuarto de recorte, en vez de decantarse directamente por uno o por dos, se quedaba entre dos aguas. De hecho, algunos analistas tacharon a la Fed de ambigüedad, ya que el diagrama de puntos sirve para que el organismo actualice trimestralmente sus previsiones económicas y de política monetaria (el 'dot plot'), pero, esta última vez, no sirvió para despejar las dudas o decantar la balanza.
Los mercados, que han hecho sus propios cálculos, teniendo en cuenta también los datos macroeconómicos, no están comprando el tono duro de Powell y del resto de funcionarios, que ven pasado de rosca. Los inversores que pronostican dos descensos para este año acaparan el 45,7% de las posiciones y son el grupo mayoritario, según la herramienta FedWatch de CME. El porcentaje restante se divide en otros cuatro grupos con apuestas distintas, pero el consenso son 50 puntos de flexibilización.
Por otra parte, las rentabilidades de los bonos estadounidenses están corrigiendo desde la última reunión del banco central y han tocado, recientemente, mínimos de tres meses. Es decir, la tendencia es restar restricción del horizonte. En todo caso, la deuda tampoco ha cantado victoria, pero ya refleja al menos un recorte, cuando queda medio año para que haya más. El título a seis meses renta un 5,15%. Mientras, los retornos a mayor vencimiento, entre dos y diez años, se están enfriando considerablemente. Este movimiento no casa con el que ha presupuestado el banco central, por lo que la renta fija no se termina de fiar de la Fed más hawkish.