Bolsa, mercados y cotizaciones

Los puntos en contra de la renta fija: qué puede seguir impulsando la rentabilidad de los bonos

  • La inflación y cómo afecte a la política de la Reserva Federal es la clave
  • Las políticas fiscales expansivas siguen siendo una piedra en el zapato de la deuda
  • Si la situación geopolítica mejora puede caer la demanda de bonos como refugio
El mercado de renta fija amenaza con mayores pérdidas por precio. Foto: Agencias
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2024 no está saliendo como esperaban los inversores en renta fija. Después de un 2023 en el que las ganancias fueron generalizadas, y se consiguió ganar un 5,7% por precio, de media, con la deuda mundial, según los índices de Bloomberg, este año las caídas por precio han vuelto a ser la tónica general en el mercado de deuda, y esto es algo que no estaba en el guion. En las últimas semanas han reaparecido las dudas en torno a la inflación, y hay inversores que, ante las últimas lecturas de IPC en EEUU, no tienen nada claro que la Fed vaya a poder recortar tipos este año, ni tampoco que los bonos vayan a dejar ganancias por precio en los próximos meses. El consenso de analistas sigue pensando que las compras llegarán, y que la rentabilidad a vencimiento de los títulos de deuda debería volver a bajar, pero hay varios factores que están generando dudas, y tienen potencial de continuar aumentando la rentabilidad a vencimiento de los bonos.

El gran motor de la renta fija es la política monetaria, y como tal, las decisiones de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo, entre otros, son clave para determinar qué van a hacer los bonos en los próximos meses. Teniendo en cuenta que la inflación es lo que determina qué hace la Fed y el BCE, esta es ahora la principal clave que puede mover a los bonos. El último dato publicado en Estados Unidos ha dado un susto a los mercados, al aumentar de forma inesperada hasta el 3,5% en marzo.

Esto ha dado un giro a las expectativas de muchos inversores, y la última encuesta a gestores de fondos que elabora Bank of America lo demuestra: según la encuesta que se realizó a principios de abril la salida de los gestores en activos de renta fija en el mes previo ha sido la más fuerte que se ha visto en 21 años, desde 2003. Y los bonos, como es lógico, están descontando en su cotización esta huida generalizada: el bono estadounidense llegó a tocar la semana pasada el 4,66% de rentabilidad, nuevos máximos de este año, y ya hay algunos analistas que avisan del peligro de que el título siga escalando hasta alcanzar el 5%. El bono americano deja pérdidas del 5,68% por precio en el año, mientras el índice de deuda mundial de Bloomberg desafía las previsiones que se han lanzado al comienzo de 2024 y cae un 4,26% desde el primer día del ejercicio.

El impacto de la geopolítica en la renta fija

Un elemento que también está afectando en el corto plazo a la renta fija es la situación geopolítica. Este mismo lunes, los mercados de deuda amanecían con ventas generalizadas de bonos, que posteriormente fueron eclipsadas por nuevas compras, pero el argumento que destacaban muchos expertos en un comienzo para explicar las ventas iniciales tenía que ver con la guerra en Oriente Medio. Con la situación entre Israel e Irán tranquilizándose, los analistas explicaban cómo la demanda de bonos como activo refugio estaba cayendo con fuerza, algo que estaba presionando al alza a la rentabilidad de los títulos de renta fija.

La condición de activo refugio que mantienen los bonos, en general, explica esta relación entre la evolución de los conflictos bélicos y su cotización. Muchos inversores cubren sus carteras con renta fija cuando la incertidumbre geopolítica aumenta, y viceversa, cuando las tensiones se suavizan. De este modo, si la situación en Oriente Medio empeora y se produce una escalada en el conflicto, una posibilidad que, para muchos expertos, no se puede descartar, la renta fija podría recibir un apoyo por parte de los inversores. El problema es que, a la inversa, el efecto sería el contrario.

Una política fiscal ultraexpansiva

El gasto de los gobiernos también tiene un papel importante en el mercado de renta fija. En economías como la estadounidense o la del bloque de la zona euro, el crecimiento se está financiando en buena parte con la deuda, y esto está generando un aumento de las nuevas emisiones por parte de estos dos bloques, lo que pesa en la ecuación oferta/demanda de renta fija. No hay que olvidar que, a igual demanda, los aumentos de oferta de deuda (nuevas emisiones) pesan negativamente en los precios de los bonos, e incrementan la rentabilidad a vencimiento de los mismos.

Teniendo esto en cuenta, las emisiones que está llevando a cabo Estados Unidos, la primera economía del mundo, no son buenas noticias para los inversores alcistas en deuda pública americana. En los primeros 3 meses de 2024 el Tesoro estadounidense ha disparado las nuevas emisiones hasta los 7,2 billones de dólares, un nuevo récord que ha superado incluso las titánicas emisiones que se lanzaron durante la pandemia, en el año 2020. Y la tendencia continúa: para esta misma semana se esperan emisiones de deuda pública, con bono a 2, 5 y 7 años de vencimiento, que superarán los 183.000 millones de dólares en nueva deuda.

Este fenómeno, además, también está ocurriendo en Europa, donde, sólo en el primer mes del año se emitieron 200.000 millones de euros entre los miembros de la Unión, una cifra que supera en un 20% la que se emitió en el mismo periodo del año pasado, según los cálculos de Barclays.

Cuidado con el Banco de Japón

Otro elemento que puede contribuir a presionar al alza las rentabilidades de los bonos es la política monetaria en Japón. El banco central del país ha cobrado protagonismo en los últimos meses en el mercado de renta fija por ser el último bastión de los tipos de interés negativos en el mundo, pero, sobre todo, por haberlos retirado después de siete años con ellos en vigor. Lo hizo hace un mes, y el próximo jueves el organismo vuelve a reunirse, con la posibilidad de que vuelva a aumentar los tipos.

Que un banco central vaya a contracorriente con los tipos de interés, a priori, no debería ser un motivo de excesiva preocupación para los inversores, pero es cierto que el Banco de Japón tiene una importancia especial: además de marcar el suelo mundial de los tipos, el organismo afecta a un mercado lleno de inversores con un fuerte apetito por la deuda. Los fondos de pensiones japoneses, por ejemplo, son grandes compradores de títulos estadounidenses, y buena parte de esta demanda tiene que ver con la escasez de rentabilidad que había en su mercado doméstico, Japón. De este modo, si el banco central termina incrementando la rentabilidad de los bonos del país con sus decisiones, existe la posibilidad de que parte del dinero japonés en deuda americana vuelva a su país de origen, con el daño que esto puede generar en los precios de los bonos americanos, y el consiguiente aumento de las rentabilidades a vencimiento.

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