
Hace años que las criptomonedas han resultado una de las grandes apuestas en las carteras de inversiones, hasta el punto de poner en duda el valor refugio que significa siempre el oro en momentos de crisis e incertidumbre económica.
Hace tan solo un semana el bitcoin marcaba récord de 52.000 dólares, cifra que no alcanzaba desde hace más de 2 años, en noviembre de 2021 cuando logró su máximo histórico, aunque a cierre de semana a descendido un 3%.
Aún basí, no solo 'la moneda reina' está redirigiendo su rumbo, el ETH ya roza los 2.800 puntos (inalcanzable desde mayo de 2022) y atisba un escenario de entusiasmo entre los inversores. Más aún cuando todas las miradas se encuentran puestas en la FED y en una posible próxima rebaja de los tipos de interés, lo que supondría un contexto idílico para las criptodivisas que fluctúan mejor a favor siempre en entornos económicos flexibles.
¿Qué sucede entonces con el oro? Desde luego que los niveles en la demanda de oro no han dejado lugar a dudas y las inversiones en el metal precioso por excelencia no ceden espacio a las realizadas en criptomonedas. Solo en 2022, según el informe anual del Consejo Mundial del Oro, las demandas del metal dorado superaron las 4.700 toneladas, un 18% más que en 2021, y especialmente en el sector de la joyería con más de 2.000 (42% del total, pero un 3% menos que el año anterior).
De otra parte, el 30% de las demandas de 2021 se destinaron a lingotes y monedas, un 10% como inversión de instituciones bancarias y bancos centrales y un 7% fueron demanda para la creación de dispositivos electrónicos.
Hasta este punto la balanza entre criptomonedas y oro parece estar equilibrada, pero solo por el espejismo que refleja el buen momento de las divisas virtuales, no hubiera sido tan igualitario hace tan solo unos años cuando la crisis del covid provocó la caída del bitcoin y compañía hasta mínimos históricos, mientras el oro se mantenía como una inversión segura.
El riesgo de las criptomonedas
No así, parece la opinión del cofundador de Oaktree Capital Management, Howard Marks, quien desliza la absoluta equivalencia entre invertir en oro o en criptomonedas. En declaraciones para el podcast Merryn Talks Money, Marks solo ha destacado el oro por ser 'más probado y verdadero', aunque también confirma que 'carece cualquier tipo de razón de ser analítica'. El inversor estadounidense también asume que ambos valores carecen de valor intrínseco y reconoce que para él no existe mucha diferencia entre invertir en oro o en criptodivisas.
Y es que, a pesar de las incomodidades sufridas, el sector de las criptomonedas ha logrado encadenar distintas alzas en los últimos tiempos, y más especialmente este pasado 2023 donde el Bitcoin ha conseguido alcanzar récords pasados pese al encarcelamiento del 'rey de las cripto', Sam Bankman-Fried, quien fue acusado el pasado mes de noviembre como culpable de un delito de fraude y blanqueo de dinero.
Pero las réplicas entre los más expertos viran más hacia los inconvenientes que hacia las ventajas al tratarse de una inversión intangible, de alto riesgo, alto rendimiento y con oscilaciones de precio demasiado amplias. Aunque quizá de su debilidad crezca más su fortaleza, puesto que la dureza de las criptomonedas pasa por ser una activo altamente rentable, si se tiene suerte claro, porque la caída también puede ser desde muy alto.
La seguridad del oro
Con todo, el factor que determina el peso de la balanza es la consideración del oro como valor refugio. Si también se puede considerar como tal el ladrillo, el metal precioso lo lleva siendo durante siglos, no en vano la resistencia de las naciones se recoge según su mayor o menor reserva de oro.
Entre 2021 y 2022 el oro se revalorizó un 11%, lo que concluyó con un aumento del 18% en la demanda mundial, pasando de poco más de 4.000 toneladas a más de 4.700. Un hecho más que significativo de cuán valorado está el oro como activo mundial estable, dentro de una cartera que desde luego debe ser diversificada y donde también tienen cabida las criptodivisas. Aunque el metal dorado cuenta con la venta de la resiliencia en momentos de incertidumbre económica e incluso en contextos de recesión.

No obstante, la volatilidad del bitcoin y demás criptomonedas favorece la fortaleza del oro en un mercado mucho más maduro que el de las nuevas monedas virtuales, cuyo escenario es mucho más reciente. En cambio, en realidad, la propiedad del oro, en comparación con la mayor de las criptodivisas, el bitcoin, está mucho más fragmentada.
Por ejemplo, la mayor reserva de oro en propiedad es la de Estados Unidos, pero que a penas esto significa un 4% del total, frente al 95% de los bitcoins que están en manos de tan solo un 2% de los propietarios. Y de ese 2%, el 80% eran entidades concretas de tan solo cinco países a nivel mundial.
Siguiendo con el oro, más del 50% de las existencias totales pertenecen a joyería repartida a lo largo y ancho del globo terrestre, mientras que otro 20% corresponde a inversores que acumulan el metal en forma de lingotes. De otro lado, el 31% de la extracción de oro se reparte en tan solo tres países, China, Rusia y Australia, aunque hasta otros 7 países mantienen un ritmo de extracción de entre 100 y 200 toneladas anualmente: Canadá, Estados Unidos, México, Kazajistán, Sudáfrica, Uzbekistán y Perú.