
Brasil ha sido durante años una de las 'promesas' del petróleo ajeno a la OPEP. El importante desarrollo de la industria petrolera en este país se veía como un halo de luz para los países consumidores que se ven forzados a pagar las políticas oligopolísticas del cártel del petróleo. Por desgracia, para Europa, China o EEUU, Brasil se ha pasado al lado oscuro. Por supuesto, no lo ha hecho gratis, a cambio la industria brasileña recibirá la inversión directa y el know-how del mayor exportador de petróleo del mundo: Arabia Saudí y Aramco.
Brasil ha caído en la tentación. La OPEP+, el cártel que aglutina a la OPEP más Rusia y sus aliados, ha convencido al país sudamericano para entrar en el grupo de los países exportadores de petróleo. ¿Cómo se ha fraguado esta adhesión? Las piezas de este puzle han ido encajando poco a poco.
Primero, Brasil ha pasado de ser un actor secundario en el mercado de crudo a formar parte del elenco de actores principales. Si en el año 2000 producía poco más de un millón de barriles de crudo, ahora supera con creces los 3 millones y aspira a llegar a cuatro millones por día muy pronto. Salvo honorables excepciones como EEUU o Canadá, los países que lograr producir grandes cantidades de crudo buscan alinearse con otros productores para distorsionar los precios y maximizar así sus beneficios.
Segundo, Petrobras llevaba meses negociando un acuerdo con el gigante saudí Aramco (la petrolera estatal del país) para desarrollar negocios conjuntos en América Latina, según confirmó hace unas semanas el presidente de la mayor empresa de Brasil, Jean Paul Prates. Ahí ya se podía ver que algo se estaba cociendo. Arabia Saudí, líder de facto de la OPEP, no suele ayudar a países que compiten directamente con el cártel en los mercados.
No obstante, la gran pieza encajó hace unas semanas cuando se anunció que Arabia Saudí iba a invertir 9.000 millones de dólares (8.179 millones de euros) en Brasil en los próximos siete años, según reveló el Gobierno brasileño al cabo de la reunión que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, mantuvo este martes en Riad con el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.
Brasil quiere ser una potencia energética
No solo el petróleo. Brasil quiere ser una potencia energética. Así titulaba el Financial Times un reportaje reciente en el que analizaba la transformación energética que pretende realizar Petrobras. Seguro que parte de los acuerdos firmados con Aramco y con Arabia Saudí en general están relacionados. El abanico de posibilidades de inversión saudí en Brasil incluye proyectos en las áreas de energía limpia, también hidrógeno verde, defensa, ciencia y tecnología, agricultura e infraestructuras, según un comunicado de la Presidencia de Brasil.
Volviendo al petróleo, que es lo que compete a esta información, Brasil y sus millones de barriles diarios de crudo pasarán a formar parte del 'conglomerado' OPEP+. Brasil se ha convertido en una potencia petrolera gracias a la extracción de crudo en aguas ultra profundas. El uso de plataformas flotantes y de barcos de anclaje está permitiendo rentabilizar un petróleo que antes parecía casi inaccesible.
Brasil pone a Irak en el punto de mira
Las inversiones de Petrobras y los planes del Gobierno de Brasil deberían permitir que el país siga ascendiendo posiciones en la escala global del petróleo. Durante 2022, Brasil ocupó el noveno puesto a nivel mundial por producción de petróleo, por delante de Emiratos Árabes Unidos y detrás de Irak (no obstante, Irak también está dando pasos para producir más petróleo en el futuro), bombeando de media poco más de 3 millones de barriles por día. Aunque parece que Brasil está lejos de los puestos de cabeza, lo cierto es que hasta llegar a Arabia Saudí (tercer máximo productor), el resto de países están muy igualadas. Si Brasil lograr producir más de 4,5 millones de barriles de petróleo crudo por día superaría a Canadá, que actualmente ocupa el cuarto puesto a nivel mundial.
¿Cuáles son las previsiones de Brasil? El Ministerio de Energía de Brasil espera que el país bombee 5,4 millones de barriles diarios para 2029, lo que representa un enorme 80% más respecto a los 3 millones de barriles de petróleo extraídos diariamente durante 2022. El crecimiento constante año tras año en la producción de hidrocarburos indica que Brasil, efectivamente, posee el potencial para ampliar la producción y convertirse en el cuarto productor de petróleo del mundo. El problema es que ahora este potencial estará en manos de la OPEP+. No obstante, se mantiene la esperanza de que Brasil, aunque dentro de la OPEP+, no imponga cuotas o límites a su producción. Al menos, eso es lo que ha prometido Prates, asegurando que no participará en "esas políticas".
Este incremento tan masivo en la producción de petróleo será impulsado por la expansión de la producción de petróleo del presal (un neologismo adecuado para referirse a la capa geológica que está debajo de una masa de sal en profundidad, a los yacimientos que se encuentran en esa zona y al petróleo que se extrae de estos), que según el Ministerio de Energía de Brasil eventualmente será responsable del 80% de la producción de hidrocarburos del país, en comparación el 77% en este momento.
Para que eso ocurra, debe haber un aumento significativo en la producción, lo que solo puede ocurrir si la inversión en energía y la perforación se expanden sustancialmente. El Ministerio de Energía espera estimular esto a través de un plan llamado Programa Potencializa E&P, cuyos principios principales son fomentar la inversión en cuencas petroleras maduras. También se espera que se incremente el gasto y la actividad en perforación terrestre en Brasil. La agencia de noticias Reuters aseguraba recientemente que las pequeñas y medianas empresas energéticas planean invertir 7.700 millones de dólares en operaciones terrestres de aquí a 2029.
Aunque la petrolera nacional de Brasil, Petrobras, será el impulsor clave de tal expansión de la producción, comprometiéndose a invertir 78.000 millones de dólares en cinco años, se necesitarán considerables inversiones e inyecciones de tecnología por parte de las grandes empresas energéticas extranjeras para lograr ese objetivo. Las razones de esto son simples: una expansión tan significativa de la producción de hidrocarburos debe estar respaldada por un aumento sólido de las reservas explotables y el despliegue de técnicas de extracción de petróleo mejoradas.
A principios de este año, la Agencia Internacional de la Energía señalaba en uno de sus informes mensuales que "13 de los 18 buques flotantes de almacenamiento y descarga de producción (FPSO, unos mastodontes flotantes que extraen y almacenan petróleo) en el último plan de negocios de Petrobras ya han logrado la aprobación y se ha tomado ya la decisión final de inversión", aseguran desde la AIE.
Con todo, en su último plan de negocios, Petrobras anunció 64.000 millones durante los próximos cinco años para poner en línea esos 18 FPSO (Floating Production, Storage and Offloading ). Aunque el petróleo en tierra va a ser también una parte del plan, Brasil y Petrobras seguirán apostando casi todo por el crudo en aguas profundas que tan buenos resultados está dando a países como Guyana, que extraen todo su petróleo de las reservas que tienen bajo el mar. Si los planes de Brasil y Petrobras se cumplen, Brasil será un productor de petróleo cada vez más importante en el mundo. El problema para los países que son importadores netos, es que ahora estará al otro lado, en el lado oscuro.