Bolsa, mercados y cotizaciones

Las subidas de 'ratings' superan a las bajadas en Europa pese al alza de tipos

  • En EEUU la ratio baja hasta las 0,61 subidas por cada bajada
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Uno de los principales problemas que se han encontrado las compañías durante los últimos años ha sido el incremento de los costes. Todo tipo de costes. Primero las materias primas, incluyendo la energía, luego la mano de obra, presionada por la inflación y posteriormente los financieros. La aceleración de las subidas de tipos ha disparado los costes de financiación de las compañías en sus nuevas emisiones, encarecido el crédito y dificultado en muchas ocasiones el acceso.

Y esto, después de un periodo pandémico en el que el tejido empresarial tuvo que endeudarse para mantener la actividad, con el respectivo coste que tuvo en las calificaciones crediticias. De hecho, en 2020 S&P redujo las calificaciones de 4 empresas por cada una que mejoró en Estados Unidos mientras que en Europa la ratio fue de 0,15 subidas por cada bajada.

Ahora el panorama es distinto y en plena recuperación de los balances ha llegado una subida de tipos que ha vuelto a tensar la cuerda del crédito corporativo. Y es que la rentabilidad exigida a la deuda empresarial se ha disparado desde el comienzo del año pasado, pasando del 1% al 4,8% en Europa y del 2% al 6,2% en EEUU, las máximas desde hace más de 10 años.

Esta tensión en el mercado de renta fija deteriora a su vez la calidad de los emisores. Sin embargo, en este caso hay grandes diferencias entre ambas orillas del Atlántico porque mientras en Estados Unidos en lo que va de año S&P ha elevado el rating de 0,61 compañías por cada bajada, en el Viejo Continente ha habido 1,6 subidas.

"La débil confianza empresarial en Europa ha provocado un rápido empeoramiento de las previsiones de crecimiento, ya que las compañías se enfrentan a unos costes salariales y de endeudamiento más elevados", explican desde Scope Ratings. Y, si bien la desinflación proporciona cierto alivio, la realidad es que las empresas aún tienen que adaptarse plenamente a unos tipos reales más altos", agregan. "Hasta ahora, los mercados crediticios se han tomado estas tendencias estanflacionarias con calma, con unos diferenciales elevados por estables y una actividad emisora enérgica en comparación con 2022", continúan desde la agencia. "Mientras que muchos se habían asegurado unos bajos costes de financiación mediante bonos a tipo fijo y préstamos hipotecarios, el coste de la financiación bancaria a tipo variable, la fuente de financiación dominante para las empresas europeas, ya se había más que duplicado a mediados de 2023 y está previsto que siga subiendo a medida que se transmitan las subidas de tipos de interés restantes y se agoten las coberturas".

Es cierto que el contexto en Europa y Estados Unidos presenta importantes diferencias aunque parezca lo contrario. Más allá de la pequeña distancia entre los tipos de interés de referencia que mantienen los dos grandes bancos centrales en este momento, la recuperación posterior a la pandemia ha sido también diversa. En Estados Unidos el deterioro entonces fue ligermente menor y la recuperación al año siguiente muy superior, por lo que este año todavía colea este decalaje en la recuperación tras la caída en Europa, también retrasada por el impacto de la guerra en Ucrania comenzada el año pasado.

Europa, más apalancada

Con la pandemia, el apalancamiento de las compañías se elevó tanto por el aumento de la deuda neta como por el descenso de los beneficios. En los siguientes años las empresas volvieron a tender hacia una normalización de los balances que ha permitido llegar a este nuevo momento de tensión en más o menos una buena situación.

Si bien, es cierto que hay diferencias también en este caso entre los americanos y los europeos. Si atendemos a las previsiones del consenso de analistas que recoge Bloomberg, prevé que este año el Stoxx 600 cierre con una deuda neta sobre el ebitda de 2,4 veces frente a las 1,4 veces que roza el S&P 500, históricamente menos apalancado que su homólogo continental.

Desde la propia S&P explican que "las economías han evitado el mayor obstáculo desde la pandemia, ayudando a los acreedores a compensar parcialmente, o al menos posponer, el mayor viendo de cara causado por la subida de tipos". "Las quiebras se han incrementado este año y van a seguir aumentando el año que viene ante una mayor debilidad de los emisores, donde habrá grandes diferencias entre los que reciben el grado de inversión y los que no", agregan. No obstante, desde la agencia recuerdan que todos los riesgos para el crédito siguen altos. "Si viene una ralentización severa del crecimiento económico, un mayor periodo de tipos altos o eventos geopolíticos, puede ponernos en un problema de liquidez en 2025", concluyen.

La situación en España aleja cualquier riesgo crediticio

Pasados ya los primeros tres trimestres del año, S&P ha mejorado los ratings de hasta 19 compañías dentro del mercado español. La última de ellas ha sido precisamente esta semana, cuando le ha devuelto el grado de inversión a IAG después de más de tres años con el cartel de bono especulativo. Por contra, se ha empeorado hasta en nueve ocasiones la calificación crediticia a una empresa española. Por tanto, la ratio deja más del doble de subidas que bajadas en España, alejando, de momento, cualquier contrato de riesgo crediticio. Ya el año pasado fue muy bueno en este sentido, con una ratio que también superó las 2 subidas por cada bajada de rating. Si bien, los dos años anteriores fueron duros en este sentido, con ratios de 0,83 en 2021 y 0,12 en el año de la pandemia. Hay que recordar que dentro del Ibex, tras la mejora de IAG, todavía quedan dos compañías calificadas como bono basura. Estas son Cellnex, a un paso de salir del mismo, y Grifols, cuatro escalones por debajo.

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