En diez años, la fotografía prácticamente no ha cambiado. Sólo el 24% de la riqueza de los españoles se encuentra en activos financieros, dos puntos más que hace una década. El ladrillo sigue siendo el pilar fundamental. El cambio cuesta. Según los últimos datos disponibles en el Banco de España, del primer trimestre del año, la riqueza inmobiliaria de los españoles alcanza los 6,28 billones de euros, frente a los 2 billones de la financiera.
La peregrinación es lenta, y puede que siga siéndolo cuando una de las principales motivaciones para ahorrar de las generaciones más jóvenes, como la de los nativos digitales y los millenials, es la inversión en vivienda, según el último Observatorio del Ahorro Familiar promovido por Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE. Esta misma investigación refleja, también, que la falta de conocimientos financieros es la barrera principal esgrimida por un mayor porcentaje de encuestados como freno a la inversión (más de un cuarto de nativos digitales y millennials la seleccionan). También en los adultos mayores de 40 años.
Según la encuesta de Competencias Financieras realizada por el Banco de España, el 46% de los españoles considera que sus conocimientos financieros son bajos o muy bajos; otro 46% entiende que son medios, y solo el 8 por ciento declara poseerlos altos o muy altos. "La evidencia empírica muestra que las decisiones de los hogares, tanto de ahorro, como de inversión, están motivadas por el nivel de conocimientos financieros que tienen y que los individuos con conocimientos financieros participan más en los mercados de valores invirtiendo sus ahorros, tanto a través de la tenencia directa de acciones, como de la adquisición de participaciones en fondos de inversión", explican los autores del Observatorio impulsado por las Fundaciones de Mutualidad Abogacía y del IE.
Los fondos ganan peso
Esa falta de conocimientos financieros se refleja en que durante años el depósito fue el rey en la estructura del ahorro financiero de los hogares españoles. Es el producto más simple dentro de todo el abanico de activos financieros. Durante años, además, los depósitos ofrecieron altas rentabilidades sin necesidad de asumir riesgo. El resultado es que llegaron a pesar un 44% en la estructura del ahorro financiero de las familias.
Pero sus rendimientos empezaron a bajar entre 2012 y 2013 y la banca centró sus esfuerzos en canalizar parte de ese ahorro, huérfano de rentabilidad, hacia los fondos de inversión. Y tuvo éxito, aunque la cantidad de ahorro en plazos fijos siempre se ha mantenido elevada aunque eso implicase no tener ningún rendimiento o incluso perder poder adquisitivo frente a la inflación cuando ésta volvió con fuerza.
Hoy, el peso de los depósitos y del efectivo es del 38,4%, mientras que el de los fondos es del 14,8% frente al 9,2% hace una década. Es el producto que más ha crecido en estos años. En el último informe anual de Inverco, de 2022, se reflejaba ya que los fondos de inversión españoles han conseguido suscripciones netas por valor de 173.000 millones de euros en estos diez últimos años. Este importe sería aún mayor si se incluyera el dinero que se ha trasladado también hacia los fondos de gestoras extranjeras. Durante este periodo, la tenencia de fondos de inversión por parte de los hogares españoles se ha triplicado, siendo este el mayor incremento de todos los países de la zona euro. Y este año la tendencia continúa.
Según los últimos datos publicados por el Banco de España, los hogares españoles han retirado 22.000 millones de euros de los depósitos este ejercicio, a pesar de que una minoría de entidades ofrecen rentabilidades de hasta el 4%. En cambio, los fondos atraen 16.500 millones.
Dentro del universo de los fondos también se palpa esa reticencia de los españoles a asumir riesgo. Las vocaciones más conservadoras son las que más han crecido en estos diez años, con los fondos puros de renta fija y también con los mixtos que construyen la mayoría de su cartera con bonos.
Más compra directa
En estos diez años, la compra directa de bonos y acciones también ha ganado peso en la estructura del ahorro financiero de los españoles, al pasar del 29,2% al 31,4% (ver gráfico). Esta cifra recoge parcialmente la euforia de las familias españolas por compras Letras ante el resurgir de sus rentabilidades. En la última subasta, el Tesoro pagó un tipo de interés medio del 3,67% por el papel a un año.

Otros cambios que se han producido en la década es que la porción que representan los planes de pensiones sobre el total del ahorro financiero ha disminuido, junto a la de los seguros (ver gráfico). Por el camino se han producido cambios en la fiscalidad de los planes del sistema individual, en manos de unos 8 millones de españoles. El Gobierno ha reducido la cantidad de aportaciones deducibles en la Declaración de la Renta, con el objetivo de impulsar los de empleo.
Una pérdida de poder adquisitivo del 17%
La vuelta de la inflación impacta directamente en el ahorro de los españoles. El poder adquisitivo de alguien con 5.000 euros hace diez años, que no haya invertido, ha disminuido un 17,3% en la última década. El impacto es aún mayor en dos décadas. En ese periodo la merma roza el 30%. En España, la inflación general se situó en el 3,5% en septiembre. Los inversores más conservadores ya tienen depósitos con rentabilidades superiores, del 4%, que permiten obtener un rendimiento real positivo, del 0,5% y al menos no perder la carrera contra la inflación. La inflación subyacente, que incluye el precio de la energía y de los alimentos no elaborados, aún está en el 5,8%. Solo el inversor más agresivo puede batirla.