A comienzos de 2023 teníamos en la cabeza que las primeras bajadas de tipos se producirían a finales de año. Era la segunda derivada de una primera que hacíamos consistente en que la subida del precio del dinero no sería tan abrupta y alcanzaríamos la meseta de la política monetaria antes. Pues todo va con retraso, quizás por aquello de que en tiempos de guerra la verdad es tan preciosa que va escondida entre mentiras.
La meseta de la subida de tipos se alcanzará en otoño y no en primavera, y lo que ahora queda por dilucidar son los kilómetros en estaciones de año por las que deambular por la altiplanicie de la política monetaria. Seguramente más de lo que pensamos si tenemos en cuenta que los bancos centrales dan la inflación por controlada y la recesión no es inminente. La Reserva Federal ha subido esta semana su previsión de crecimiento del 1,1% al 1,5% para el año que viene, mientras el BCE la rebaja 5 décimas, al 1%.
Para la banca, en su proceso de reconstrucción, alcanzar la meseta de los tipos altos supone la maduración de su cuenta de resultados y que lleguen las mejores cosechas que se puedan esperar. Como el agua de este verano que ha perfeccionado la cosecha de vino. La constatación de este hecho está en que ya sólo se estiman crecimientos del beneficio para los próximos años en el caso de Santander y Unicaja, y en el resto ya se esperan recortes.
La sensación de que la banca ha alcanzado la velocidad de crucero cómoda -aunque comiencen los recortes de beneficio serán muchos los trimestres en los que la rentabilidad no tenga grandes deterioros- se ve refrendada por un reciente informe de JP Morgan en el que eleva el porcentaje del beneficio que destinarán al accionista. El banco estadounidense cree que Caixabank y Sabadell llevarán el payout por encima del 75%, mientras en el entorno del 60% se quedaría BBVA, por encima de Bankinter, que se situará en el 50%.
Puede parecer una sorpresa que Santander no lleve su porcentaje de retribución directa al menos hasta la mitad de las ganancias, pero es que es el banco en el que hay una clara percepción de que el mercado no ha sido capaz de reconocer el valor de la entidad. Con un beneficio anualizado por encima de los 10.000 millones para el actual trienio, el banco cántabro se va a decantar por seguir abonando la recompra de acciones, que no pagan un dividendo en metálico al accionista, pero deberían servir para elevar el precio de la acción.
El banco presidido por Ana Botín será el único que remunere en la banca española por encima del 4% con la recompra de acciones. Uno de los porcentajes de buybacks más altos de la banca europea, aunque es la mitad del banco fetiche por este concepto, Unicredit, del que se espera un 8%, uno de los motivos por los que forma parte de la Cartera Eco30.