Hace unas semanas, Warren Buffett estuvo de visita en Japón en busca de nuevas oportunidades de inversión. Durante el viaje, el presidente y director ejecutivo de Berkshire Hathaway aprovechó para reiterar su apuesta por las principales sogo shosas japonesas -caracterizadas por una elevada diversificación sectorial y por sus profundas raíces en la economía del país, pero sumamente infravaloradas-, incrementando su participación del 5% de 2020 al 7,4%. Este movimiento que, combinado con la subida del 20,22% que han experimentado las acciones del Nikkei 225 desde principios de año y el debilitamiento del yen respecto, han disparado el interés por estos títulos. Sin embargo, Bank of America (BofA) advierte de que la euforia es "prematura".
Los analistas de la entidad se refieren al término "Buy Japan" (Comprar Japón), el llamamiento a comprar tanto acciones japonesas como la divisa oficial del país del sol naciente. En su opinión, es demasiado pronto para apostar por Japón, con la economía nipona en una posición totalmente opuesta a sus pares internacionales, con su banco central optando por mantener intacta su estrategia de estímulos, que incluye tipos de interés negativos y el control de la curva de rendimientos. Esto no significa que no vea potencial en futuro. En concreto, BofA cree que puede ser una "operación potencial para 2024".
No obstante, dicha operación está "condicionada a la confirmación de un ciclo inflacionista virtuoso en Japón y a la política del gobierno de promover las inversiones de capital doméstico y la inversión extranjera directa entrante", explica los estrategas de la entidad en un comunicado de prensa esta semana. Esto último no se está consiguiendo, como demuestra la caída de 2,4 billones de yenes en el valor de las acciones japonesas adquiridas por parte de inversores internacionales entre el 14 y el 20 de mayo, frente a las compras realizadas durante la primera semana de abril, según datos del Ministerio de Finanzas de Japón. Además, la cantidad de dinero que entra es inferior a la que sale.
Por otro lado, comprar acciones japonesas aún razonablemente valoradas, financiadas por el yen a tipos de interés muy bajos, "puede ser una atractiva operación de carry trade" -aquellas estrategias en las que se pide prestado dinero cuando está barato para reinvertirlo en un activo con una tasa de rentabilidad más alta-, pero BofA añade: "si este carry trade se acelera, puede surgir una correlación negativa entre la moneda oficial y la renta variable japonesa, dado que obligará a los inversores extranjeros a ajustar la cobertura de divisas a la fluctuación del mercado bursátil".
Como resultado, el yen se verá aún más debilitado, sentencia la entidad. En la actualidad, un dólar se cambia por más de 140 yenes, su nivel más bajo en seis meses, pero en el tercer trimestre del año podría cambiarse por 143 dólares, según los cálculos de la entidad que recoge CNBC.
Existe la posibilidad de que el yen se vea impulsado durante el año debido a la caída de los precios del petróleo y la reapertura de Japón al turismo extranjero, las cuales podrían favorecer la recuperación del superávit por cuenta corriente del país asiático. Sin embargo, esto no serviría para corregir la infravaloración de la divisa, "ya que el déficit de inversión extranjera directa de Japón sigue siendo amplio y el banco central no parece dispuesto a subir los tipos de interés a corto plazo", explica BofA.
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