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La Comisión Europea afloja la presión para que crezca el número de fondos 'artículo 9'

  • Rechaza publicar una definición estricta de 'inversión sostenible'
  • Las gestoras han desarrollado un temor a etiquetarse como 'verde oscuro'
  • La industria acuña el término 'greenbleaching', u ocultar que eres verde
De izq. a dcha. y de arriba abajo, los participantes en el último encuentro mensual de 'elEconomista ESG': Í. Serrats (CFA Society), J. González (Tressis), P. Esteban (Spainsif), C. Antuña (Afi) y J. C. Méndez (EVO Banco).

¿Qué está pasando con los 'artículos 9'? Este tipo de fondos de inversión, que son los más puros en sostenibilidad según la clasificación de la UE, han dado mucho que hablar, y generado muchos titulares, en los últimos meses. Sólo en el último trimestre de 2022, el 40% de los productos que se habían clasificado como 'artículo 9' se evaporó: o, dicho de otro modo, rebajó su etiqueta a 'artículo 8', que se aplica a fondos que, pese a aplicar características ESG, son más laxos. Las rebajas han seguido produciéndose en los primeros meses de 2023. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Esta rebaja masiva Amundi llegó a degradar en bloque 45.000 millones de euros en activos– se produjo ante la entrada en vigor, en enero de 2023, del segundo nivel de la SFDR (la Sustainable Finance Disclosure Regulation, o Reglamento de Divulgación europeo). Para las gestoras, esta entrada en vigor se traducía en que debería empezar a divulgar en exhaustivas plantillas cómo y en qué invertían sus productos sostenibles. Paralelamente, la Comisión Europea había advertido que los fondos artículo 9 tenían que tener "un 100% de la cartera en inversiones sostenibles" (inicialmente no había facilitado un porcentaje) sin haber aclarado previamente qué son a su criterio las "inversiones sostenibles". El Reglamento de Divulgación sólo incluye un pequeño párrafo (el artículo 2.17) de apenas 10 líneas, que define "inversión sostenible" de forma etérea. Esa falta de precisión dio lugar a multitud de interpretaciones en unas y otras gestoras.

En este terreno de incertidumbre, y por temor a ser acusadas de greenwashing (al haber clasificado su fondo como muy verde sin que realmente lo fuese a ojos de la Comisión), muchas gestoras optaron por dar un paso atrás y rebajarse a artículo 8, un tipo de fondos que está sometido a menos exigencias que los 9 (de ahí que a los 8 se les denomine también verde claro,y a los 9 verde oscuro). 

¿Cuál ha sido el último movimiento de la Comisión Europea? La semana pasada, la institución publicó su respuesta a las consultas que le habían realizado la ESMA (Autoridad Europea de Valores y Mercados) y la EIOPA (la Autoridad Europea de Seguros ) sobre qué se considera inversión sostenible. La institución rehusó dar una definición estricta (en base, por ejemplo, a la taxonomía verde) y reiteró que su Reglamento de Divulgación es un reglamento "de transparencia", en el que la clave es la divulgación que hagan las gestoras de sus inversiones. Es decir, deja en manos de las gestoras el papel de determinar cuáles de sus inversiones son realmente responsables, y les da herramientas de reporte para divulgar.

Esta postura "otorga una clara responsabilidad a los actores financieros, que deben autoclasificarse, explicar sus objetivos y medidas de impacto", explicó en su cuenta de LinkedIn Philippe Zaouati, CEO de la gestora francesa Mirova (parte de Natixis IM). 

"Una definición estricta habría causado que casi todos los fondos existentes del artículo 9 fueran degradados. Esto habría tenido el mismo resultado que la supresión del artículo 9", afirmaba Zaouati. "Al negarse a transformar las finanzas sostenibles en un micro nicho, la Comisión Europea está haciendo que todos los actores financieros asuman sus responsabilidades. ¡Nadie podrá decir que se están alejando del artículo 9 porque las normas son demasiado restrictivas!", celebraba. 

Un trasvase a 'verde oscuro'

Tras la degradación masiva del último trimestre de 2022, a cierre del año pasado los  fondos artículo 9 representan sólo el 3,3% del patrimonio en fondos en la UE (antes eran el 5%. ¿Veremos ahora, con el panorama algo más claro, el movimiento inverso? ¿Veremos un trasvase en masa de fondos artículo 8 a artículo 9? Este tema fue abordado en el último encuentro mensual de elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Claudia Antuña, socia responsable de sostenibilidad en Afi, se mostró optimista: "Basándonos en la sensibilidad que intuimos a nivel inversor, y sin tener ningún dato o estimación exhaustiva, sí creo que va a producirse  un crecimiento en el número de fondos artículo 9". "Considero que poco a poco se va a ir perdiendo ese miedo, esa cautela  que han tenido muchas entidades gestoras  en los últimos meses  por ese temor a ser penalizados  por prácticas de greenwashing", y que el mercado "se va a volver a recolocar".

"Lo que no sabría decir es si va a ser un trasvase simétrico al que vimos [respecto a los flujos que fueron degradados], si esos mismos fondos serán los que se reclasifiquen al alza. Pero seguro que un porcentaje de ellos lo hará en el corto-medio plazo", aunque también veremos "estrategias nuevas". Antuña matiza que la aclaración realizada por la Comisión hace sólo unos días ha sido "un plus" para facilitar que las entidades se animen de nuevo a etiquetar sus fondos como verde oscuro, ya que han necesitado un tiempo "para coger el ritmo que exigía la regulación". Entre las entidades españolas son sólo 17 los fondos etiquetados como verde oscuro, y ninguno se ha revisado a la baja.

Con su tsunami regulatorio, la Comisión Europea podría haberse pasado de frenada y está empezando a relajar, tímidamente, sus medidas. Sobre esto da su visión Jorge González, director de análisis de Tressis: "Sí, creo que sí ha sido excesivamente agresiva y ahora  pues le toca, en cierta medida, dar marcha atrás". Quizá, añade González, la institución "quería ser muy purista desde  el punto de vista de la  protección al partícipe,  porque proliferaban los rumores de greenwashing. Hasta el año pasado lo que vivimos fue un auténtico  boom [de fondos sostenibles], entró muchísimo dinero en este tipo de productos y quizá sí tocaba un toque de atención para hacer un poco de limpieza". Ahora, una vez realizada esa limpia, "toca apoyar a los que sí han estado haciendo las cosas bien desde el principio". Y es hora también, "por parte de Europa, de establecer una mayor coordinación con las gestoras que se queden", reivindica.  

"Sí, considero que se ha producido un reconocimiento" de toda la complejidad que entraña la regulación europea sobre finanzas sostenibles, apunta Pablo Esteban, experto en finanzas sostenibles de Spainsif. De hecho, destaca Esteban, la última parte que se ha desarrollado de la taxonomía (los cuatro objetivos verdes que quedaban pendientes, sobre los que la Comisión acaba de publicar un borrador) se han abordado de forma más "ligera", con una documentación más "asequible". 

El experto añade que "evidentemente, en Europa hemos tenido una carga regulatoria  que no ha existido en otras jurisdicciones, como puede ser la estadounidense". 

Por su parte, Íñigo Serrats -miembro del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain y cofundador de Impact Bridge, boutique especializada en inversión de impacto- explica: "Nosotros tenemos inversión en todas las regiones y muchos fondos americanos no cumplen con los requisitos de la regulación europea, básicamente porque incluso la desconocen, aunque estén muy enfocados a ese impacto real. No es desinterés, es que no les ha hecho falta". Serrats también lamenta esa "obsesión" por ser artículo 8 o 9. "Creo que hay que ir a la esencia y la esencia es encontrar fondos que sean sostenibles de verdad". Lo que ha hecho la UE con su clasificación ha sido "fijar una vara de medir" un poco más alta para determinado tipo de productos, lo que ha provocado "que haya funambulistas" en la cuerda floja. "Creo que lo que se está viendo es muchísimo funambulismo, pero en el fondo las estrategias se están gestionando exactamente igual" que antes, enfatiza.  

En palabras de José Carlos Méndez, dircom de EVO Banco: "Muchas veces  la transición  regulatoria se realiza sin  acompasar los tiempos del regulador con los de la comercialización o los de los mercados". "Nosotros estamos en la siguiente parte  de la cadena de valor, que es precisamente la de trasladar a los minoristas toda esta complejidad  técnica y jurídica" y hacerles llegar de forma sencilla lo que es "un auténtico  galimatías todavía".

Ha nacido el 'greenbleaching'

Toda la presión regulatoria ha provocado que la industria de fondos acuñe un nuevo término en contraposición al greenwashing o fraude verde. Se trata del greenbleaching, que podríamos traducir como fraude marrón. Consiste en ocultar o disimular las características verdes o socialmente responsables de un producto, no etiquetándolo como sostenible para escapar de los requisitos legales y así no exponerse a futuras acusaciones de greenwashing. 

Esto afecta a las entidades que ofrecen fondos de fondos. Lo explica Jorge González: "En algunos casos te encuentras con productos en los que presuponías que el 100% o el 80% de las inversiones eran sostenibles", pero que se han fijado (en las plantillas que tienen que divulgar desde enero) porcentajes del 10%. "Esto a nosotros no nos permite alcanzar el porcentaje ponderado de inversión sostenible que queríamos para nuestros productos". Estos problemas son consecuencia "de ese exceso regulatorio que en algunos momentos ha asustado mucho a las gestoras", pone de relieve el director de análisis de Tressis.

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