
Tras un 2022 en el que el elevado apalancamiento y la sombra de una ampliación de capital pesaron sobre la cotización de Grifols, la compañía ha recuperado el pulso desde los mínimos de 2012 a los que se hundió en octubre. Desde este suelo, los títulos del fabricante de hemoderivados rebotan un 63%, máximos de seis meses.
Este jueves, con una subida del 9%, la compañía firmó su mejor sesión diaria desde mayo y fue la mejor del Ibex 35, seguida de Fluidra, con un 8%. Ambos valores (con negocios muy expuestos a Estados Unidos) fueron muy castigados el año pasado por las subidas de tipos de la Fed el año pasado y han celebrado en el parqué las expectativas de que el banco central estadounidense esté cerca de poner fin a su senda.
Asimismo, los inversores han comprado el mensaje que Grifols transmitió en el Inverstors Day de enero. Según el informe de JP Morgan elaborado tras reunirse con la firma, el fabricante admitió la posibilidad de "acelerar su desapalancamiento mediante la desinversión de una parte o la totalidad de la participación en Shanghai RAAS".
A falta de que la empresa comunique sus resultados el próximo 28 de febrero, FactSet prevé que la deuda neta/ebitda se sitúe en 2022 en 7,7 veces, y que esta ratio se reduzca hasta las 5,7 veces en 2023 y hasta las 4,6 veces en 2024.
La entidad estadounidense también se hace eco de las palabras de Grifols sobre la mejora de la recogida de plasma y el potencial de aumento significativo de los márgenes. "Gracias a la reducción de los costes de obtención de plasma a corto plazo (impacto en las pérdidas y ganancias a partir del segundo semestre de 2023), a la cartera de productos a largo plazo (segundo semestre de 2023) y por el pipeline a largo plazo (a partir de 2025)", explica el banco.
En este contexto, Grifols se revaloriza un 23% en el año. Con un consejo de compra para el consenso, la farmacéutica recibe un potencial del 29,8%, con una valoración en los 17,12 euros, un precio al que no cotiza desde julio del año pasado.