
El optimismo generado por la Reserva Federal Estadounidense, al adelantar la semana pasada una subida de menor calibre (de 50 puntos básicos) en la próxima reunión de diciembre le duró poco al oro. El primer día de este mes el metal dorado volvió a tocar los 1.800 dólares por onza, niveles en los que no cotizaba desde julio y con los que lograba rebotar alrededor de un 11% desde los mínimos del año marcados el pasado 26 de septiembre, en los 1.622 dólares.
Sin embargo, los datos de empleo de Estados Unidos publicados a finales de la semana anterior, más fuertes de lo esperado, pusieron en sobreaviso a los inversores y ante el temor de volver a una subida de los tipos más dura, las ventas se impusieron sobre la materia prima.
El aumento de las protestas en China por la política Covid-zero tampoco sentó nada bien al oro que, sumado a las demás presiones, se deja cerca de un 2% de su valor en las últimas dos sesiones. "El oro cayó a medida que los rendimientos del Tesoro y el dólar subieron, y los operadores esperan más datos económicos de EEUU para conocer la política de tasas de la Reserva Federal y evaluar la relajación de China en sus políticas Covid-zero, apuntaban desde Bloomberg.