
FTX, la que hasta ahora era la mayor plataforma de compraventa de criptomonedas del mundo, anunció la semana pasada su quiebra con un agujero de 8.000 millones de dólares. La gran pregunta es ¿cómo pudo llegar a esa situación? Las filtraciones de la hoja de balance de la firma revelan el principal problema, que tiene nombre propio: Serum y FTX, dos criptomonedas creadas por el propio CEO de la firma, Sam Bankman-Fried, y con las que intentaba imitar a un banco central.
En la filtración publicada por el Financial Times, la hoja de balance de FTX revela una larga lista de desastres contables que harían llorar a cualquier auditor. Por ejemplo, hay una línea titulada "cuenta oculta, mal etiquetada internamente como 'fiat@'" con un valor de -8.000 millones de dólares, o un misterioso activo ilíquido de 7 millones llamado "TRUMPLOSE". Por contra, apenas tenía 200 millones de dólares en efectivo para enfrentarse a deudas de 5.135 millones, y 0 bitcoins para enfrentarse a una deuda de 1.4000 millones de dólares en este criptoactivo, que les habían entregado sus clientes y que habían desaparecido de sus cuentas.
Pero lo más sorprendente es que sus dos principales activos eran criptos propias. Una de ellas era FTT, la criptomoneda emitida por la propia FTX, valorada en 553 millones (5.900 millones antes de la quiebra). La otra es Serum, una 'cripto' creada por el propio Bankman-Fried, que aparece en el balance con un valor de 2.187 millones de dólares (y 5.400 millones de dólares la semana anterior a la quiebra).
La clave de la crisis es que las dos criptomonedas actuaban, en la práctica, como una especie de acciones de FTX. La firma utilizaba sus beneficios para recomprar 'tokens' FTT, como lo haría una firma con sus propias acciones. Y el fundador de la firma vendía un porcentaje de ambos activos cada poco tiempo para obtener liquidez cuando la firma la necesitaba.
El resultado es que los dos principales activos en el balance de FTX eran criptomonedas que la propia empresa había creado y se había entregado a sí misma, con unos costes de fabricación muy inferiores al que tenían en el mercado, y que sacaba a la venta cuando necesitaba financiar sus deudas. En la práctica, actuaba como un 'criptobanco central', que imprimía dinero nuevo cuando su 'gobierno' necesitaba ayuda para cuadrar sus cuentas.
Como con muchas otras plataformas, cuando los precios del mercado 'cripto' no dejaban de crecer, la marea cubría todos los agujeros posibles. Pero cuando el nivel del agua bajó, parafraseando a Warren Buffett, se reveló que FTX había estado nadando desnuda. La clave es que más de 10.000 millones de su balance correspondían a activos que se había inventado el propio Bankman-Fried. Es algo similar a una empresa que colocara sus propias acciones como activos en su balance: un ejemplo fue Enron, que utilizaba sus propios valores como garantía para cubrir sus deudas, lo que provocó un círculo vicioso que acabó llevándose por delante al que fuera un gigante energético en cuanto sus acciones empezaron a perder valor.
La gran duda que levanta esta situación es qué hizo con los casi 8.800 millones, entre dólares y 'criptos', que recibió de sus clientes y que habían desaparecido de sus cuentas. Lo lógico sería imaginar que los usó para comprar los activos de los que disponía, pero descontando todo los demás activos de sus cuentas, aún quedaría un agujero de 2.700 millones de dólares. La repuesta no puede ser que los gastó en comprar FTT y Serum, que valoraba en 11.400 millones, porque esas criptomonedas las había creado la propia firma. Y ese valor era a precios de mercado, no real: en la actualidad solo hay el equivalente de 77 millones de dólares de Serum en circulación. Si hubiera intentado vender los miles de millones de esta 'cripto' que atesoraba de golpe, su precio se habría hundido hasta la nada. Precisamente, FTT se hundió poco después de que Binance anunciara su desinversión en él.
Todas estas preguntas se las harán los jueces que tendrán que resolver la suspensión de pagos declarada por la firma, y que afectará a más de un millón de proveedores y clientes. Pero el daño que puede hacer este estallido al ecosistema 'cripto', y las prácticas más que sospechosas que está revelando, puede acabar siendo tan grande como el que hizo Enron a los mercados estadounidenses con su estallido en el año 2001.