
El papel esencial del litio, el cobre y las tierras raras, entre otros metales, en la transición energética ha disparado la demanda de estos minerales, así como su precio. Conscientes de ello, los principales países exportadores de estas materias primas se están planteando formar una estructura de gobierno similar a la de la OPEP, con el objetivo de fijar los precios a nivel mundial.
El último en poner sobre la mesa esta idea ha sido el ministro de inversiones de Indonesia, Bahlil Lahadalia, quien aseguró que el país -el mayor productor de níquel del mundo- "está estudiando la posibilidad de formar una estructura de gobernanza similar (a la OPEP) con respecto a los minerales que tenemos", entre los que se encuentra este mineral, el cobalto y el manganeso. No será hasta que tengan formulando el sistema de esta organización cuando compartirán la idea con el resto de países exportadores, añade Lahadalia.
Por otro lado, el mes pasado la agencia de noticias argentina Telam informó de que los ministros de Asuntos Exteriores de Argentina, Bolivia y Chile -países que albergan el 85% de las reservas mundiales de litio- se encuentran en "conversaciones avanzadas" para crear un mecanismo similar al que tienen los exportadores de petróleo. Algo a lo que poco después restó importancia la ministra chilena de Minería, Marcela Hernando, declarando al Financial Times que su interés por trabajar con las naciones vecinas "tiene que ver con la gestión del conocimiento para ayudarnos a colaborar en las competencias".
No es la primera vez que las naciones ricas en minerales esenciales se plantean crear este mecanismo. En 1974, Chile, Perú, Zaire y Zambia formaron un cártel del cobre llamado el Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre (CIPEC). Dos años después, el economista C. Fred Bergsten escribió sobre "una nueva OPEP de la bauxita", el mineral utilizado para fabricar aluminio.
Por el momento, se desconocen los detalles del posible funcionamiento de este cartel. Sin embargo, se sabe que no va a ser fácil crear este organismo.
El principal problema es que los países interesados en esta OPEP no son independientes. En el caso del níquel, es cierto que Indonesia genera el 38% de la oferta refinada mundial, pero Rusia suministra una quinta parte de las reservas de este metal y Canadá y Australia también juegan un papel importante en este mercado. Además, la nación asiática depende de empresas extranjeras y de la inversión china -que este año ha alcanzado los 3.600 millones de dólares, según datos del Gobierno de Pekín- para extraer esta materia prima, así como el cobalto.
Con el litio pasa algo muy parecido. Aunque Chile, Bolivia y Argentina albergan casi todos los depósitos de este metal, China cuenta con el 58% de la capacidad mundial de procesamiento de este mineral y es el mayor productor mundial de vehículos eléctricos. Con semejante poder en sus manos y por mucho que se forme el cártel, éste seguirá dependiendo del país asiático, al menos en el corto plazo, señala Daisy Jennings-Gray, analista de la consultora Benchmark Mineral Intelligence.
Cambios geopolíticos
No obstante, las cosas podrían cambiar en el largo plazo. Como apunta Jennings-Gray, hay varias regiones que están desarrollando sus propios centros de baterías, lo que quiere decir que parte de la demanda "se está alejando de China".
Prueba de esta reordenación geopolítica es la orden de desinversión aprobada recientemente por el Gobierno de Canadá por cuestiones de seguridad nacional. En concreto, el Ejecutivo de Justin Trudeau ha exigido a tres empresas chinas que se desprendan de Ultra Lithium, Lithium Chile y Power Metals. Las dos primeras tienen proyectos en Sudamérica, mientras que la última está desarrollando otro en territorio canadiense, según publica Quartz.