La inversión en chiringuitos financieros que operaban con sellos es cosa del pasado. El presente son las inversiones en criptomonedas respaldadas por sí mismas y que ofrecen intereses del 20% anual. O al menos eso es lo que ofrecía Terra, una criptomoneda que ha estallado en las últimas horas y que es una de las principales causas del hundimiento del precio del bitcoin en los últimos días.
El mecanismo financiero diseñado por su creador, Do Kwon, es bastante complejo, pero se puede resumir en una máquina de movimiento perpetuo con dos patas que, en teoría, deberían retroalimentar el precio de la una a la otra, creando un valor millonario de la nada. Una pata era la criptomoneda Terra Luna. La otra, una 'stablecoin' -atada al dólar-, USD Terra, con el que se puede comprar Luna u otras 'stablecoins' como ella.
La teoría era perfecta. Cuando Luna sube de valor, se crearán 'terradólares' reflejando el valor extra. Si el precio de los 'terradólares' superaba el dólar, los inversores podrían convertir sus 'lunas' en 'terradólares' y venderlos en las casas de cambio (¡vendo 10 terradólares y me llevo 11 dólares!), ganando el valor extra en forma de dinero gratis hasta que el precio baje y vuelva al dólar. Y si los terradólares valen menos de un dólar, habría un incentivo para comprarlos (¡dólares a 98 centavos!) y convertirlos en 'lunas', llevándose la diferencia entre el valor facial del 'terradólar' y lo que hayan pagado por él, hasta que el precio se equilibre. Una idea perfecta, respaldada por arbitrajistas en busca de dinero gratis.
La clave para que todo esto tenga sentido, por supuesto, es que el valor de Luna siga creciendo. Y para ello su creador ofreció un jugosísimo incentivo: un 20% de interés anual, un porcentaje digno del mejor esquema de Ponzi, para todo aquel que compre lunas y deposite sus 'terradólares' en una cuenta especial. El riesgo es, por supuesto, que las criptomonedas depositadas por los inversores pierdan valor y dejen de ser suficientes para pagar los intereses, o incluso el capital inicial.
Y el giro llegó esta semana. Con la caída de las criptomonedas provocada por la subida de tipos de la Fed, que reduce el dinero disponible de los inversores y que también ha afectado a los mercados bursátiles, el círculo mágico se rompió. Desde hace unos días, el truco mágico dejó de sostener la paridad entre los 'terradólares' y el dólar, hasta que este lunes su precio se desplomó por completo: su valor cayó por debajo de los 69 centavos por 'terradólar', hasta el punto que Binance, una de las principales casa de cambio de criptomonedas, prohibió vender 'terradólares' por debajo de 70 centavos en un intento de sostener su precio. Mientras, Luna ha perdido dos tercios de su valor desde el viernes.

Hasta tal punto ha llegado el pánico bancario en este 'chiringuito' que su creador, Kwon, ha tenido que vender todos los bitcoins que depositaron los inversores a cambio de 'terradólares', para conseguir 1.500 millones de liquidez. Pero el resultado ha sido hundir aún más el precio del bitcoin, que se ha desplomado a un ritmo muy similar al de Luna en los últimos días.

El problema a estas alturas es que Luna ya solo vale 10.000 millones de dólares, según CoinMarketCap, pero los inversores han depositado el equivalente de 17.800 millones de 'terradólares', por lo que muchas personas van a perder un enorme porcentaje de lo invertido, incluso si sus precios no caen más. La venta de los bitcoins para conseguir algo de liquidez ha logrado restaurar el precio de los 'terradólares' a 90 centavos, pero ya no quedan más fondos de reserva, y la confirmación de que esta criptomoneda no está respaldada no hará más que empujar a los inversores que puedan a las salidas.
Este desastre puede tener efectos más amplios en el mundo de las 'finanzas descentralizadas', un salvaje oeste de operaciones financieras usando numerosas criptomonedas, que incluye más de un chiringuito financiero como estos. Y el bitcoin, el rey del entorno, puede ser el primero en notar la presión.