Ibercaja ha decidido, finalmente, retrasar su salida a bolsa por las condiciones de volatilidad del mercado hasta la próxima ventana de abril. Es la única opción que ahora mismo está sobre la mesa a la espera de que mejoren las condiciones que le han llevado a cancelarla en este momento principalmente por tres motivos: no habría logrado alcanzar la valoración deseada si se hubiera presentado el folleto, ni el volumen esperado, ni tampoco el perfil de inversor de largo plazo con el que, a priori, contaban antes de que la volatilidad regresara a los mercados.
La entidad zaragozana tenía prisa por salir al mercado. Su objetivo era "aprovechar la primera ventana de oportunidad del año", según se subrayó durante todo el mes de enero por parte del banco, y estaba prácticamente todo hecho teniendo en cuenta que llevan dos años retrasando su debut en bolsa, gracias a la bula del Gobierno con una pandemia de por medio que, desde luego, no animaba a cotizar. El comunicado emitido esta mañana por la entidad habla de "esperar a que los mercados de capitales internacionales vuelvan a una situación de mayor normalidad antes de continuar con la oferta pública inicial de acciones" y el trasfondo está ahí, aunque tras varios años de retrasar esta decisión lo cierto es que estaba buena parte del trabajo ya hecho de manera informal.
Fuentes conocedoras de la situación aseguran que seguían contando "con un gran compromiso" de los grandes inversores hasta pasado el día 20 de enero -jornada en la que publicaron en la Comisión Nacional del Mercado de Valores el ITF (o Intención de cotizar, según sus siglas en inglés), momento en el que ese respaldo flaqueó y empezó a poner en tela de juicio la colocación. Todavía ni siquiera se había abierto el libro, de hecho se estaba a la espera de conocer el folleto de colocación, pero los feedback informales que estaba recibiendo la compañía hacían pensar en un inversor que no era el esperado, en menores volúmenes de demanda y, por tanto, en un precio inferior al que estaban dispuestos a colocar a la firma en bolsa. Al parecer, con el compromiso debilitado de los doce grandes grupos estadounidenses y europeos que están presentes en el accionariado del resto de bancos, los más interesados en la colocación pasaron a ser hedge funds y fondos de inversión que se han adentrado en el panorama inmobiliario nacional y de carácter oportunista.
Aun sin haber abierto los libros, esos primeros contactos antes de comenzar el proceso oficial habrían alcanzado una horquilla de valoración mínima de 1.080 millones de euros y máxima de 1.200 millones. Es llamativo porque semanas antes de que Ibercaja anunciara su intención de cotizar, los analistas de Bloomberg lanzaban una valoración próxima a los 1.000 millones de euros, a todas luces muy baja para las aspiraciones del consejo de administración, que ha decidido frenar a tiempo para evitarlo.
También quedaba por debajo de la horquilla que se había barajado en los medios -entre 1.600 y 2.100 millones- la valoración que arrojaban los multiplicadores de sus comparables, y en este caso sería Unicaja y CaixaBank, en gran medida, y quizás Banco Sabadell, aunque Ibercaja, dado su perfil siempre aspiró a cotizar a múltiplos superiores que la entidad catalana. Según estas cifras, Ibercaja hubiera alcanzado una capitalización aproximada de 1.400 millones de euros, sin exigirle un descuento por colocación (que, tradicionalmente, puede rondar el 10% o 20%, aunque ya de por sí se trata de un sector muy castigado por los inversores). Esta valoración parte de un descuento del 57% sobre el valor de los fondos propios al que, en la actualidad, cotizan de media Unicaja, CaixaBank y en la ecuación también se ha incluido a Sabadell. Ahora bien, si el rango de valoración del que se habla, máximo de unos 1.200 millones de euros hubiera salido adelante, esto hubiera implicado valorar a Ibercaja con un descuento de casi el 64% sobre sus fondos propios (valorados en 3.303 millones de euros, a cierre del tercer trimestre del año), similar al que cotiza Sabadell en la actualidad.
Ahora las opciones que maneja Ibercaja pasan por esperar al mes de abril, cuando se abrirá una nueva ventana de oportunidad para salir al mercado y retomar el proceso desde donde estaba. No está sobre la mesa ninguna otra opción de las existentes, según fuentes de la entidad, como volver a retrasar la salida pidiendo ampliar el plazo al Gobierno -todavía es muy pronto para recurrir a ello-, o recurrir a la vía del fondo de reserva. No se barajan actualmente porque la prioridad sigue siendo salir a bolsa y convertirse en la séptima entidad cotizada de España.