
Tras un primer semestre de 2021 estratosférico, Virgin Galactic entró en barrena y en 2022 no parece que sea capaz de remontar el vuelo. La compañía creada por Richard Branson cerró la semana en los 8,61 dólares, por debajo de su debut bursátil en 2019, en lo que supone un retroceso del 86,51% con respecto a sus máximos históricos en los 62,8 dólares.
La empresa salió a bolsa en octubre de 2019 gracias a su fusión con una SPAC (compañía de propósito especial de adquisición, por sus siglas en inglés) cerrando en su debut en los 11,75 dólares por acción. Menos de un mes después marcaría mínimos históricos intradía en los 6,90 y mínimo al cierre en 7,22 dólares, pero hasta esta semana no había vuelto a concluir una sesión tan abajo como para perder los 9 dólares por título.
La compañía se encuentra actualmente en lo que parece una huida hacia adelante, tras anunciar hace unos días la emisión de hasta 500 millones de dólares en bonos convertibles con vencimiento en 2027 para "acelerar el desarrollo de su flota espacial". Los inversores, que ya venían desencantados desde hace meses, volvieron a castigar a la firma, que pierde más de un 30% en lo que va de año.
Tampoco ayuda el problema de relaciones públicas que ha originado quien ayudase a la firma a salir a bolsa y que ejerce actualmente como portavoz de la junta de la compañía, Chamath Palihapitiya. El empresario señaló en un podcast que co-dirige que no le importa la persecución de los uigures en China, por lo que Virgin Galactic se ha visto obligada a señalar que Palihapitiya no habla en nombre de la compañía, donde defienden los derechos humanos.
En este marco, además, desde Bank of America han rebajado el precio objetivo de la acción a doce meses hasta los 10 dólares, la mitad de los 20 dólares que estimaban previamente. Entre las 9 firmas de análisis que han valorado a Virgin Galactic en el último trimestre, la media del precio objetivo asciende a 23,29 dólares.
Tras el gran éxito de su primer vuelo suborbital, con el que abrió la era del turismo espacial el pasado mes de julio, las cosas solo han ido a peor. En octubre retrasaron el inicio de los vuelos comerciales hasta el último trimestre de este 2022 para examinar los resultados de las pruebas y mejorar los elementos de seguridad en los materiales de la aeronave.
Pocas semanas después, Virgin Galactic presentó los resultados del tercer trimestre, con una pérdida de 0,32 dólares por acción, peor que los 0,28 estimados, pese a que los ingresos de 2,5 millones superaron de largo los 1,4 millones que esperaban los analistas. La firma anunció además que un centenar de personas ya había entregado un depósito de 150.000 dólares para reservar su asiento en los primeros vuelos comerciales, cuyo precio asciende a 450.000 dólares.
Mientras tanto, la competencia no se ha quedado de brazos cruzados. Pocos días después del primer viaje suborbital del propio Branson, fue Jeff Bezos con Blue Origin quien surcó los cielos. Al contrario que Virgin Galactic, la empresa del cofundador de Amazon repitió dos veces más antes de que acabase 2021, con el último vuelo en diciembre llevando a seis astronautas. Además, en octubre se informó de que Blue Origin estaba en proceso de desarrollar una estación espacial comercial junto con Sierra Space que se espera para "la segunda mitad de esta década".
Lo que parece claro es que se trata de un mercado en auge. De hecho, según un informe de Space Capital, las compañías espaciales de infraestructuras recibieron el pasado año un total de 14.500 millones de dólares en inversión privada, un 50% más que en el 2020.