
Es la demografía, estúpido. Eso podrían decir, emulando al estratega de Bill Clinton, los inversores estadounidenses en los próximos años. Así lo ven al menos desde Fundstrat, quien prevé que el paso a una madurez más avanzada de la generación millennial disparará al S&P 500 antes de que acabe la década.
Así, Tom Lee, cofundador de la firma de análisis, ha advertido a sus clientes de la oportunidad que puede suponer la bolsa estadounidense en el medio y largo plazo, asumiendo que nos encontramos ante una década tan alcista que puede llevar al índice de referencia de la bolsa americana a una subida de más del 300%, hasta los 19.349 puntos, para el año 2029.
Una subida de ese calibre supondría una revalorización anual compuesta del 20%, lo que le situaría muy por encima de la media histórica, ubicada entre el 7 y el 10% de crecimiento anual medio.
Los motivos de la confianza de Lee vienen dados por la generación que se va a convertir en la más numerosa del país y cuyo poder adquisitivo prevé que vaya en aumento: los millennials.
Estos ya han superado al número de baby boomers en suelo estadounidense lo que, según Fundstrat, es sinónimo de innovación empresarial puesto que muchos de los gigantes corporativos son fundados por personas en la década de los 30 años.
Lee recuerda que es hacia esa época cuando los consumidores están empezando a crear sus familias y a tener un mayor nivel de ingresos. "La demografía de EEUU está girando hacia un viento de cola actualmente, así que tenemos una ventana de 14 años ante nosotros donde tendremos un viento de cola demográfico. Si esto se cumple, aún tendremos un muy fuerte mercado alcista por delante", señala Lee.
En el mismo sentido, recuerda que el número de adultos comprendidos entre los 30 y los 50 años cayó paulatinamente hasta 2008, cuando se produjo la Gran Recesión. Por el contrario, ese grupo de edad será cada vez más numeroso en los próximos años.
En lo que se refiere a las perspectivas para 2022, Lee prevé un crecimiento del 11% del S&P 500, hasta los 5.100 puntos, aunque avisa de una gran volatilidad en el primer semestre. Su optimismo deriva de la confianza en una bajada de la inflación al normalizarse la cadena de suministros, los bajos o nulos intereses de otras formas de inversión más seguras y unas elecciones legislativas en noviembre que no se espera que tengan repercusión negativa en el índice.