En la última semana, la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra han revelado estrategias divergentes pero con un nexo común: la creciente inflación. Una presión que ha llevado a Andrew Bailey a convertirse en el primer capitán de un banco central del G7 en implementar una primera subida de tasas desde el azote de la pandemia. No muy de lejos le sigue Jerome Powell, quien avalado por los altos funcionarios del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) aceleró la retirada de los estímulos y adelantó al mercado que la institución podría elevar el precio del dinero hasta en tres ocasiones en 2022.
Por su parte, Christine Lagarde anunció el fin del programa de compras contra la pandemia (PEPP) en marzo. Dicho esto, una subida de tipos en el Viejo Continente todavía tardará años en materializarse. "No creo que lo que ocurra en la Fed esté destinado a pasar en Europa", reconoció en su rueda de prensa la presidenta del BCE. Una disyuntiva que se produce después de que este organismo haya enfrentado la pandemia con un estímulo monetario por valor aproximado de 4,9 billones de dólares. La Fed no se queda lejos con 4,7 billones de dólares mientras el Banco de Inglaterra ha hecho lo propio, con un valor aproximado de 756.500 millones de dólares.
Cambios en el horizonte monetario que, sin embargo, perfilan realidades bien distintas sobre la recuperación económica en curso a ambos lados del Atlántico. Una brecha que en estos momentos sigue soplando a favor de la Reserva Federal, ya que si tiene éxito a la hora de meter en cintura a la inflación, cumplirá su doble mandato para lograr una estabilidad de los precios y el pleno empleo.
Si bien es cierto que la institución proyecta una inflación de cabecera sobre el gasto de consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés) del 5,3% este año y un 4,4% en su tasa subyacente, el PIB de la mayor economía del mundo despedirá el año con un crecimiento del 5,5%. Un diagnóstico que llega acompañado con un mercado laboral en vías de recuperación que registrará en el presente ejercicio una tasa de desempleo del 4,3% para regresar a los niveles prepandémicos del 3,5% tan pronto como el próximo año.
Para entonces, con la Fed planteándose elevar los tipos hasta el 0,9%, las presiones sobre los precios comenzarán a ceder, con el PCE cayendo al 2,6% (2,7% en su tasa subyacente). Desde PIMCO, sus economistas Tiffany Wilding y Allison Boxer prevén que la reaceleración de la inflación "continuará durante los próximos meses antes de moderarse finalmente (en términos intermensuales) en la primera mitad de 2022" a medida que se resuelven las interrupciones adicionales de la cadena de suministro debidas al Covid-19 .
Simultáneamente, la tasa de desempleo de EEUU, según la Oficina de Estadísticas Laborales del país, se encuentra tan sólo 0,2 puntos porcentuales por encima de las estimaciones más recientes de la Fed sobre los niveles de equilibrio a largo plazo. De hecho, el mercado laboral a este lado del Atlántico seguramente emerja de la pandemia con un perfil más ajustado cuando se compara con los niveles registrados en febrero de 2020.
Al contrario que Europa, el PIB de EEUU supera ya sus niveles pre-pandémicos
Los más de 2,5 millones de personas jubiladas desde el inicio de la pandemia y las crecientes evidencias de las dislocaciones en la búsqueda de empleo debido a los efectos persistentes de los cambios de comportamiento relacionados con el Covid-19 hacen pensar que el acecho de una inflación salarial persistentemente elevada es mucho más probable.
En estas circunstancias, parece que el FOMC está cerca de considerar que la economía de EEUU está cerca de lograr el pleno empleo. Powell incidió en múltiples ocasiones durante su rueda de prensa del miércoles en la idea de que el mercado laboral está muy ajustado. Si bien reconoció la posibilidad de que la participación de la población activa aumente "con el tiempo", subrayó que la política debe actuar "en tiempo real" y que actualmente la inflación se está disparando.
De esta forma mantuvo la esperanza de que la participación de la población activa acabará aumentando pero sugirió que la política monetaria no puede seguir siendo acomodaticia. También reiteró los comentarios realizados en su reciente comparecencia ante el Congreso hace unas semanas, apuntando que la estabilidad de los precios conduciría a la mejora de las condiciones del mercado laboral.
La economía de la eurozona sigue estando por debajo de su nivel pre-pandémico
El endurecimiento de la política monetaria en EEUU se producirá bajo las expectativas de que el PIB crecerá el próximo año un 4% y seguirá avanzando por encima de su potencial (que la Fed sitúa en el 1,8%) por lo menos hasta 2024. Para entonces, el banco central de EEUU podría haber llevado las tasas hasta el 2,1%, ligeramente por debajo de lo que considera su nivel neutral. Es decir, dónde la política monetaria no estimula pero tampoco lastra a la economía.
Es importante recordar que en los últimos 13 ciclos de endurecimiento monetario en EEUU, la economía tardó de media entre 37 y 42 meses en experimentar una recesión después de la primera subida. No obstante, el ciclo iniciado en 2015 no culminó en una contracción, si dejamos de lado el azote de la pandemia y el hecho de que Powell se vio obligado a recular y recortar tasas en tres ocasiones en 2019.
La tarea para Lagarde se presenta algo más complicada. El BCE está adoptando un enfoque más cauto. La economía de la eurozona sigue estando por debajo de su nivel pre-pandémico y podría estar desacelerándose, una dinámica opuesta a EEUU, donde la economía crece ya por encima de su pico anterior a la crisis del Covid-19. Mientras tanto también sorprenden los cambios en la previsión del BCE en lo que a la inflación para 2022 respecta. La entidad casi duplicó sus perspectivas, pasando del 1,7% de septiembre al 3,2% mientras espera que el PIB de la eurozona avance un 4,2%.
"Vemos que la inflación subyacente alcanzará el objetivo del BCE del 2% en 2023"
"Los riesgos al alza para la inflación han aumentado claramente al persistir los problemas de suministro mundial y la pandemia. Aunque hemos previsto una primera subida de tasas en 2024, ésta podría producirse antes. En cualquier caso, parece que los tipos de interés del BCE se mantendrán por debajo de cero durante varios años más", concluye Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics.
Aún así, algunos adelantan las expectativas. Jan von Gerich, analista de Nordea, estima que no todos los miembros del Consejo de Gobierno del BCE están convencidos de que la inflación retrocederá rápidamente y se sitúe por debajo del objetivo todavía en 2024.
"Vemos que la inflación subyacente alcanzará el objetivo del BCE del 2% en 2023 y esperamos que el banco central ponga fin a sus compras netas de activos en la primera mitad de 2023 y suba los tipos hacia finales de 2023", aclara.
Por el momento, el BCE explicó que pondrá fin a su programa de compra de bonos de emergencia por valor de 1,85 billones de euros en marzo pero que ampliará otro programa de compra de bonos el próximo año. En conjunto, las compras de bonos del BCE se reducirán a 40.000 millones de euros al mes en abril, frente a los 80.000 millones de euros actuales, y continuarán al menos hasta octubre. El banco dijo que no aumentaría su tipo de interés clave, actualmente fijado en -0,5%, hasta que termine sus compras netas de bonos.
Más de una docena de bancos centrales han subido los tipos de interés este año, según datos del Banco de Pagos Internacionales, a medida que la economía mundial se recupera de las restricciones para contener el Covid-19.
Los funcionarios del Comité de Política Monetaria del Banco Central de Inglaterra votaron el jueves, con ocho a favor y uno en contra, para elevar el tipo de interés oficial al 0,25% desde el mínimo histórico del 0,1%, afirmando que una solidez del mercado laboral justifica unos costes de endeudamiento más elevados para contener el crecimiento de los precios.
"El banco central está mirando más allá de los riesgos económicos temporales inducidos por la pandemia"
"Aunque el Banco de Inglaterra ya había preparado a los participantes en los mercados para una subida de tipos, la decisión de elevar los tipos de interés en medio de las tasas récord de infecciones fue inesperada y pone de manifiesto que el banco central está mirando más allá de los riesgos económicos temporales inducidos por la pandemia y se centra en cambio en la amenaza de la inflación", destaca Mathieu Savary, estratega jefe para Europa de BCA Research . En efecto, ésta se disparó en noviembre hasta un 5,1% y de no haber actuado, la confianza en el Banco de Inglaterra podría haberse visto más mermada. Esta dinámica también puede aplicarse a la Fed.
Durante la misma jornada, el banco central de Noruega también subió su tipo de interés clave hasta el 0,5% desde el 0,25% a pesar de que el país se enfrenta a su propio aumento de casos por la variante Omicron. De hecho, el Norges Bank anticipó que el próximo aumento podría materializarse en marzo.