Madrid 
El conglomerado chino Evergrande ha dado un pequeño paso adelante de cara a ir solucionando su situación, al anunciar ayer que venderá una participación del 20% de uno de los bancos que forma parte del grupo, en el que mantenía, hasta ahora, una participación del 34,5% que pasará a ser del 14,57%.
El comprador es un conglomerado empresarial propiedad del gobierno de Shenyang, y pagará en torno a 1.500 millones de dólares por la participación.
Estos fondos, sin embargo, no terminarán en las arcas de Evergrande, ya que una de las condiciones que se han publicado sobre el acuerdo exige que el dinero que recaude el grupo con la operación se destine a pagar las deudas que Evergrande tiene con el banco.
La noticia fue bien recibida por los mercados, con una subida del 15,4% de las acciones de la compañía en Hong Kong, lo que parece reflejar que los inversores consideran esta operación como un recurso que permitirá al holding coger aire y continuar reestructurando su situación.
Para algunos analistas, el escenario más probable al que se enfrenta Evergrande es un desmantelamiento controlado, que evitaría que la compañía se convierta en el nuevo Lehman chino. Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance, explica cómo "lo más probable que ocurra es que, por decreto, se repartan los activos de Evergrande y sus obligaciones entre distintas empresas, una especie de sareb, pero en un proceso rápido y por decreto", señala.
Si esto ocurre, "quienes más sufrirán serán los accionistas y bonistas de Evergrande, y se intentará cumplir con sus clientes, ya que el gobierno querrá evitar protestas. Intentarán que sea una explosión controlada", explica Alvargonzález.
Según los datos de Bloomberg, los cinco principales bonistas de Evergrande son Ashmore Group, BlackRock, UBS, HSBC y Prudential.
