
Todos los sitios tienen un Elm Street, aseguraba Freddy Krueger en la cinta dirigida por Wes Craven en 1984. Es cierto que si bien las mesas de inversión no enfrentan el acecho de un fantasma vengativo, también sufren su particular pesadilla durante el mes en que nos encontramos. No es para menos. La desaceleración económica, la pandemia, el potencial tapering así como un potencial cierre del Gobierno o un impago de la deuda estadounidense son algunos de los desafíos más inmediatos.
Tradicionalmente septiembre y el S&P 500 no han hecho buenas migas desde 1928, acumulando un pérdida media mensual del 0,99%. Solo en el 46% de los episodios se consiguió romper con esta racha. Y no, 1984 no fue uno de ellos pero quizás 2021 sea su turno.
El espíritu alcista que invade al mercado nubla los datos históricos con un reforzado optimismo. Todos los sectores del S&P 500 cotizan ya por encima de sus medias de 200 días y todos, excepto el sector energético, del S&P 500 por encima de sus medias de 50 días. El índice por excelencia de la bolsa americana acumula al menos 54 récords al cierre en lo que llevamos de año.
Sin embargo, en la semana que dejamos atrás, Andrew Sheets, estratega de Morgan Stanley, advertía que lo que considera como "una transición de mitad de ciclo", que ha favorecido a los valores de mayor calidad, está llegando a su fin. De ahí que considere que una corrección de entre el 10% y el 20% sea inminente. Por su parte, Savita Subramanian, estratega de Bank of America, elevó su objetivo para el S&P 500 este año hasta los 4.250 puntos (lo que implica una corrección del 5%) y estableció la meta para el próximo año en los 4.600.
No obstante, las recientes subidas del mercado bursátil ha reforzado las esperanzas de que el índice se comporte bien durante el resto del año. Los estrategas de Wells Fargo elevaron recientemente su objetivo para el S&P 500 hasta un nivel que implica una subida de más del 6% desde los niveles actuales. Desde el banco justifican esto asegurando que en los años en los que el índice registra ganancias de doble dígito en términos porcentuales durante los primeros ocho meses, sube otro 8% para rematar el año. Los datos se remontan a 1990.
Ryan Detrick, estratega de LPL Financial, señala en una nota a sus clientes que aunque el mercado alcista "se ha reído de casi todas las señales de preocupación en 2021", la tendencia podría jugar una mala pasada. Precisamente recuerda cómo el año pasado, pese al enorme repunte desde los mínimos de marzo de 2020, "vivimos una corrección de casi el 10% a mediados de septiembre". El S&P 500 ha encadenado ya 7 meses consecutivos de subidas, una de las rachas mensuales más largas de la historia. Tampoco ha tenido una corrección del 5% desde el pasado mes de octubre.
Una advertencia que también tiene en cuenta Sam Stovall, director de inversión de CFRA, quien avisa que a pesar de que el S&P 500 ha registrado el mayor número de nuevos máximos históricos hasta agosto desde 1928, un rendimiento desde el arranque del año que se hace hueco en el top 10 jamás registrado y siete meses consecutivos de subidas de precios, la historia advierte que estos hitos resultaron en una menor frecuencia de ganancias de precios en los cuatro meses posteriores.
Además, los rendimientos de los precios de la renta variable a 12 meses vista deberían verse atenuados por el ritmo del programa de reducción de compras de deuda de la Reserva Federal, que debería llegar acompañado de una subida gradual del rendimiento del bono americano a 10 años.
A corto plazo, los riesgos en ciernes son múltiples. El estado de salud del mercado laboral y la evolución de las infecciones marcarán el tono de la reunión de política monetaria del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) de la Fed prevista para el próximo 21 y 22 de septiembre. Pese al decepcionante dato empleo de agosto, durante la semana que dejamos atrás, varios altos funcionarios del banco central han insistido en reducir las compras de deuda este mismo año.
Riesgos en el horizonte
La expiración de las prestaciones adicionales por desempleo instigadas por la pandemia esta semana, que afectan a más de 9 millones de ciudadanos estadounidenses, no solo harán mella en el consumo. Muchas empresas dudan que el fin de las ayudas consiga solventar su capacidad para encontrar y contratar trabajadores mientras los sueldos y los costes continúan presionando sus cuentas.
Por otro lado, en Washington, el Congreso no solo tiene que aprobar todavía la ambiciosa agenda de gasto de la Administración Biden, que implica un gasto de casi 5 billones de dólares y que llegará acompañada de subidas en el impuesto de sociedades y al de las plusvalías. Los legisladores, al mismo tiempo, deben ponerse manos a la obra para evitar un cierre del Gobierno, tan pronto como el próximo 30 de septiembre. Tendrá que resolver el problema relacionado con el techo de la deuda, cuyo límite in extremis, antes de producirse un potencial impago, llegará a comienzos del mes de noviembre.