
La Era Trump va camino de ser recordada en los libros de historia como una de las más convulsas de EEUU a nivel social, sanitario, geopolítico y, como no, en materia comercial. Al menos en los últimos años. Eso sí, en lo que al ámbito bursátil se refiere, el resultado va camino de ser muy ambicioso.
La llegada del magnate estadounidense al poder ha dejado un bagaje tan positivo en los parqués que hay que remontarse más de 20 años atrás para encontrar un comportamiento similar de las principales bolsas yankees.
Un comportamiento radicalmente opuesto al vaticinado por las firmas de inversión antes de los comicios de 2016 y que dista también radicalmente de lo que auguraban las primeras horas de negociación tras conocerse los resultados electorales, que dejaban unos abultados números rojos. "Si gana Trump, los mercados caerán probablemente. Además, no se puede usar la plantilla del Brexit, después del cual las acciones volvieron a subir rápidamente", señalaban desde JP Morgan en declaraciones a la CNBC poco antes de la fecha clave de noviembre.
Un comentario poco afortunado si se toma como referencia el comportamiento del S&P 500 y del Nasdaq 100 desde que en el primer martes después del primer lunes de noviembre se conoció el resultado de los comicios electorales. Desde entonces se puede observar como la Era Trump –a pesar del contexto macroeconómico comercial y social que le rodea– ha sido la más próspera desde el último mandato de Bill Clinton.
Unos resultados así no se consiguieron ni durante los años de prominente recuperación económica que se vivieron tras la última gran crisis económica mundial
Desde el pasado 8 de noviembre de 2016, el selectivo que reúne a las 500 compañías más grandes del planeta se ha revalorizado más de un 60% y el índice tecnológico más importante del planeta, el Nasdaq 100, logra unas ganancias que duplican ese porcentaje al revalorizarse mas de un 130% en el mismo periodo.
Unos resultados así no se consiguieron ni durante los años de prominente recuperación económica que se vivieron tras la última gran crisis económica mundial, ni siquiera en los años de desenfrenados estímulos monetarios que favorecen la apuesta por el riesgo.
En el caso del Russell 2000, el bagaje también es alentador, al sumar el selectivo de las empresas de pequeña y mediana capitalización ganancias, pero el crecimiento experimentado es menor: avanza un 25%.
Pérdida de peso del dólar
Todo ello de la mano de un dólar estadounidense que atraviesa uno de los periodos de devaluación más acusado de la última década. No en vano, el Dólar Index, que mide el cambio del billete verde frente a una cesta de las divisas más importantes del planeta, acumula un descenso del 4,5% en la era Trump, algo que beneficia las exportaciones de las compañías con pasaporte norteamericano. Y este porcentaje ha llegado a ser superior al 9% durante algunos momentos del mandato de Trump.
Ese es uno de los catalizadores a los que apuntan los analistas para explicar cómo los índices bursátiles estadounidenses han sido capaces de sobreponerse a una batalla comercial y arancelaria entre los principales actores de la economía mundial que ha sido calificada por propios y extraños de cruenta en el mejor de los casos.
Y en lo que queda de legislatura la cifra puede seguir creciendo. "La renta variable estadounidense despunta en los años de elecciones presidenciales, revalorizándose históricamente un 83% de las veces, sobre todo al final del periodo", incidía recientemente Ken Fisher, analista estadounidense y fundador y presidente de Fisher Investments.
Y es que, según los datos recogidos desde Bloomberg, el S&P 500 y el Nasdaq 100 se han revalorizado de media en los meses de septiembre y octubre en la mayoría de las últimas ocasiones (en al menos 9 de los últimos 15 años).
Este movimiento podría servir para que empresas como Nvidia, Adobe, Paypal, Apple o Netflix, los grandes vencedores de este periodo al revalorizarse más de un 300%, aumenten aún más sus ganancias.