
El de 2020 pasará a la historia como uno de los ejercicios más atípicos jamás vivido en el Dow Jones Stoxx Football, el selectivo de renta variable que reúne a los equipos de fútbol cotizados más importantes del Viejo Continente. Después de alcanzar en febrero su máximo de los últimos 8 años, el índice continental ha sido uno de los más afectados por la rápida propagación del covid-19 por el planeta y, sobre todo, por las consecuencias económicas que tienen sobre sus cotizadas las medidas destinadas a frenar su avance. Con la Liga de Campeones de vuelta en apenas quince días como posible catalizador, el sector todavía tiene camino por recorrer.
Desde máximos llegó a caer un 50% y apenas ha recuperado una pequeña parte de esta caída, frente a la fuerte recuperación del mercado. Este comportamiento de los clubes cotizados en bolsa contrasta con el que han demostrado en crisis anteriores, en las que las empresas pertenecientes al ámbito futbolístico demostraron una resistencia al entorno económico adverso. Y eso se debe principalmente a que la crisis del covid-19, sí que ha afectado a la competición en sí, algo que ha provocado que los inversores hayan puesto el foco sobre estos valores.
No en vano, un parón de las grandes ligas como el que empezó a mediados de marzo en el Viejo Continente supone una buen pellizco en los ingresos de los clubes más importantes del mundo, los europeos. "Preocupa la prohibición a los espectadores de asistir a los estadios y la incertidumbre de cuando van a poder volver. No creo que se llenen completamente en septiembre u octubre tal y como se esta desarrollando la situación en la actualidad, si no más bien cuando haya una vacuna, por lo que es posible que haya un periodo de tiempo prolongado en el que los equipos no podrán contar con la totalidad de los ingresos derivados de ese ámbito", asegura Luis García, gestor del Mapfre AM Behavioral Fund, fondo de inversión que tiene entre sus principales posiciones a dos clubes europeos: el Ajax de Ámsterdam y el Olympique de Lyon.
En este sentido, tampoco hay que olvidar que para los clubes de fútbol, la salud de la economía global es imprescindible para un desarrollo más dinámico del mercado publicitario, que a fin de cuentas es el manantial del que beben las empresas destinadas a negociar con clubes y ligas los derechos de televisión que corresponden a cada uno. Para un equipo como el Manchester United, por ejemplo, los analistas de Deutsche Bank llegan a cifrar los ingresos en concepto de derechos de televisión en más de 220 millones de libras anuales.
Y, sin ir más lejos, aquí en España, esta cifra supera con creces los 150 millones de euros anuales para clubes como el Real Madrid o el F.C. Barcelona. Una cantidad que se ve comprometida si no se disputan partidos.
También se están viendo afectadas "otras fuentes de ingresos, como los procedentes del mercado de fichajes. De hecho, preocupa que los traspasos de jugadores se puedan reducir, rompiendo la racha creciente que había en los últimos años", añaden desde Mapfre.
Por eso, una economía en vías de reconstrucción y aún sin engrasar pesa como una losa sobre un índice que sólo cotiza en el mercado de renta variable un 3% por encima de los niveles en los que se encontraba cuando empezaron a reanudarse las ligas más importantes del mundo, con Alemania a la cabeza, el pasado 16 de mayo.
Qué está pasando en Turquía
En este contexto, varios de los equipos cotizados de la liga turca se han convertido en lo que ha transcurrido de ejercicio en las empresas que mejor comportamiento han tenido en los últimos meses.
El Trabzonspor o el Galatasaray, equipo, que cuenta entre sus filas con jugadores de contrastada veteranía como Radamel Falcao o Sofiane Feghouli, se han convertido en dos de los pocos clubes que consiguen que sus acciones se revaloricen en el año, mientras que la Juventus de Turín de Cristiano Ronaldo, el Olympique de Lyon de Memphis Depay, o el Borussia Dortmund de Erling Haaland, que históricamente han tenido un tamaño y un palmarés superior y unos jugadores de un valor de mercado superior al de los clubes otomanos, han cosechado descensos superiores al 25% desde que comenzó el presente ejercicio.
Y es que, no hay que olvidar que "se trata de un sector donde pasiones, emociones y miedos potencian el componente irracional de los mercados en el corto plazo. Además, se trata de valores muy poco líquidos: en el momento en el que alguien quiere vender, es fácil que el precio de sus acciones caiga muy rápido", explica Luis García, quien añade que existe mucho desconocimiento sobre el comportamiento del sector en general y destaca el componente psicológico a la hora de tomar decisiones de inversión en este tipo de firmas.
"Las dinámicas realmente positivas que nos hicieron interesarnos por esta industria, y por estos clubes en concreto, sigue estando presentes a pesar de esta crisis y algunas quizás se hayan acelerado, incluso. De hecho, se ha visto recientemente el gran interés de varios grupos de capital privado en activos como la liga italiana", sentencia García.