
Carta al inversor que se aleja del pánico (novena semana de confinamiento, Fase 0,5, que es la fase 1):
El famoso domingo 8 de marzo, el día antes de que el Ibex perdiese los 8.000 puntos, recuerdo la hora y el sitio en que le decía a Fernando Sánchez Monreal, editor de Ecotrader, que el mercado se iba a partir entre la tendencia y la capacidad de resistir. Para quien invirtiese a largo plazo, con dinero que no se necesita, la recomendación era resistir el desplome. El único refugio era el largo plazo.
Con el paso de estas diez semanas, los inversores hemos interiorizado esa resistencia como algo que no es genético, algo que tenemos que aprender como desarrollo personal. Ahora que ya somos resilentes, empezamos a ver que el rebote ha tocado techo y que volveremos a profundizar en las caídas. Pero lo hacemos en un contexto infinitamente más asumible que cuando comenzó el desplome de febrero. Damos por bueno que en el corto plazo nos vamos a mover entre los mínimos de marzo y los máximos de abril.
Seguramente, nos quedan muchos meses de este paréntesis en el que vamos a vivir que nos aleja de nuestra vida como la conocíamos. Pero los que queremos ser optimistas como guía de vida, aunque nos lleve a acumular mayor número de fracasos por los errores cometidos, pensamos que lo que está sucediendo adelanta años el cambio de modelo hacia la nueva productividad. La reconversión que va a producir el Covid a favor de las megatendencias es incuestionable. Fruto de este cambio hemos visto esta semana que mientras las carteras de los inversores españoles pierden el 30% en el año, el Nasdaq se ha acercado a máximos históricos.
Quien mejor esté preparado para este nuevo modelo de productividad saldrá antes de la crisis. En Wall Street, en su principal índice, el S&P 500, la tecnología pesa una cuarta parte. En Europa, menos del 20 por ciento, y eso que ya es el segundo sector que más pondera. Y en el Ibex... mejor pensar que solo se debe tener una exposición cada vez más baja.
No se trata de una percepción condicionada por que seamos el epicentro de todo lo malo que genera este bicho y uno de los países desarrollados donde peor se haya gestionado la pandemia. Las estimaciones de los bancos de inversión hablan de que los beneficios por acción alcanzados por las compañías en 2019 se recuperarán en el S&P 500, en 2021. Para Europa esta estimación se aplaza hasta 2022. Para el caso del Ibex, no hay proyecciones fiables un año más tarde. Como quiero ser optimista y todavía tengo un peso muy importante de bolsa española confío en que en 2023 recuperaremos el ahorro perdido en esta crisis.
P. D: El próximo 15 de marzo celebraremos que sobrevivimos al idus del Covid-19.