
Las entidades financieras tienen un problema con sus clientes más conservadores. La nula rentabilidad que podían ofrecer a los ahorradores en los tradicionales depósitos hizo que se potenciara el trasvase de estos clientes a fondos de inversión, lo que también ayudaba a reforzar su capital fuera de balance y le ahorraba costes por los tipos negativos del BCE.
La entrada en vigor de Mifid II y su obligación de diferenciar el asesoramiento de la comercialización llevó a todas las firmas a adoptar el modelo de gestión discrecional de carteras, donde la entidad se garantiza el cobro de una comisión anual a cambio de que el cliente le delegue las decisiones de inversión.
Pero las caídas de los mercados de finales de 2018 hicieron que saltaran las alarmas de muchos partícipes, con un perfil defensivo pero que se encontraron con pérdidas de dinero, sobre todo en los fondos mixtos, hasta del 4% en el caso de los mixtos de deuda y del 1,4% en los de renta fija a largo plazo. Solamente el regreso de las políticas expansivas de los bancos centrales el año pasado hizo que los fondos de renta fija pudieran terminar el ejercicio en positivo. Pero ahora con el impacto del Covidcrash en las carteras, los ahorradores reconvertidos en inversores se encuentran con el mismo dilema, lo que se refleja en los reembolsos netos sufridos por los fondos de renta fija en este cuatrimestre. Según los datos adelantados por Inverco, el volumen asciende ya a casi 2.500 millones de euros hasta la tercera semana de abril, mientras que en los garantizados se sitúa en 759 millones.
Estas cifras muestran la dicotomía que afrontan las entidades financieras. Por un lado, la fidelización que consiguen a través de la gestión discrecional. Y, por otro, la aversión al riesgo que tienen numerosos clientes que no terminan de asumir pérdidas a corto plazo y se mueven en función de la evolución de los mercados. Pero este comportamiento perjudica el volumen gestionado por las firmas. De ahí que estén lanzando iniciativas para intentar frenar la salida de clientes.
La última ha sido Bankia, una de las diez gestoras con más entradas de dinero el año pasado, ha eliminado el importe mínimo para realizar suscripciones y reembolsos de sus fondos de inversión. Una forma de facilitar la captación de nuevos ahorradores y de permitir la retirada a los que no se sientan cómodos, previo pago de las respectivas comisiones.
Normalmente, entidades grandes como BBVA o Bankinter suelen poner un tope de entrada que varía entre los 20 y los 30 euros para realizar aportaciones, aunque lo normal suelen ser entorno a 500 euros, sobre todo para los fondos de perfil más conservador. Una entidad como Kutxabank, que se puede asemejar a Bankia, suele poner un límite de 100 euros para sus fondos garantizados y de rentabilidad objetivo. E Ibercaja sitúa el listón en los 300 euros para poder invertir en sus fondos.